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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 05/05/2025 06:49
La estatua de Wade en Miami refleja su ferocidad en la cancha, pero generó críticas en redes sociales por el diseño (REUTERS) Frente al Kaseya Center de Miami, el humo dio paso a una estatua de bronce imponente: músculos tensos, camiseta del Heat ceñida y manos desproporcionadas. La figura, que inmortaliza un momento de gloria deportiva en 2009, desató risas y burlas en redes sociales. “¿Quién es ese tipo?”, comentó Dwyane Wade en tono irónico durante la inauguración, ante una multitud que también cuestionaba el parecido. Sin embargo, para el exjugador, lo importante era el gesto. “No es una foto bonita mía”, señaló. Además agregó que “es la expresión pura de la rabia que me impulsaba en la cancha”. Detrás de ese monumento está la historia de un hombre que transformó su narrativa pública tras retirarse del deporte profesional. De estrella feroz en la NBA a figura comprometida con la paternidad y la inclusión, Wade avanzó en un camino distinto. “El trabajo duro que puse fue porque no quería decepcionarte. Te admiraba de niño. Te admiro ahora”, expresó al homenajear a su padre durante su ingreso al Salón de la Fama del Básquetbol en 2023. Infancia marcada por la adversidad Wade creció en el South Side de Chicago, en un entorno dominado por el abandono y la violencia. Su madre, Jolinda Wade, enfrentaba una adicción al crack, y las redadas policiales eran frecuentes. A los 8 años, su hermana Tragil lo convenció de mudarse a Robbins, Illinois, con su padre. Lo logró mediante un engaño piadoso: le dijo que sería solo una visita. En Robbins, la disciplina fue el eje. Wade relató que su padre, exmilitar, lo obligaba a entrenar horas en el patio trasero. “Me dolía el hombro, me dolía la mano, tenía hambre, tenía sed, lo que fuera; a él no le importaba absolutamente nada”, recordó durante una entrevista con The Atlantic. Ascenso deportivo y lucha académica El baloncesto se convirtió en su refugio y vía de escape. Aunque la Universidad de Michigan lo rechazó por bajo rendimiento académico, Tom Crean, entrenador de Marquette, apostó por él. Wade no jugó su primer año, pero entrenó y estudió con determinación. “En los entrenamientos hacía cosas que ellos no podían”, afirmó. Los puntos más altos de la carrera de Wade: campeón de la NBA, MVP y líder en finales épicas contra los Mavericks en 2006 (REUTERS) Tras su explosión en el circuito universitario, fue elegido por el Miami Heat en el draft de 2003. Su irrupción en la liga fue inmediata: en solo tres años ya era campeón de la NBA y MVP de las Finales. “Me daba igual. Soy un guerrero. Estaba allí para ganar. No tenía miedo de ensuciarme si eso me acercaba al triunfo”, resaltó el jugador de 43 años. Durante las Finales de la NBA de 2006, Wade impuso su carácter. Anotó un total de 208 puntos en las finales contra Dallas Mavericks, dándole a Miami su primer título. Transformaciones, moda y críticas En paralelo a su consolidación deportiva, Wade fue reformulando su imagen pública. Se alejó de los códigos estéticos tradicionales del baloncesto y adoptó un estilo más sofisticado y expresivo. A pesar de las críticas por su vestimenta y su imagen, Wade se mantuvo firme en su decisión de reinventarse y convertirse en un referente de estilo en la liga (REUTERS/Mario Anzuoni) “Recuerdo que al principio, si usaba un color, si usaba pantalones rosas, hablaban de ello como si fuera lo peor del mundo”, relató a The Atlantic. Sus uñas pintadas y trajes a medida fueron cuestionados en los medios y en entornos populares, pero él no retrocedió y fue pionero en desafiar los cánones tradicionales de masculinidad. Su evolución no fue bien recibida por todos. En barberías y círculos populares, algunos lo acusaban de “haberse vendido” o haberse vuelto “Hollywood”. Wade respondió con distancia y claridad: “Así es el mundo en el que vivimos”. Paternidad, conflictos legales y aprendizaje La búsqueda de Wade por reformular su rol como hombre se intensificó al convertirse en padre. En 2011, obtuvo la custodia exclusiva de sus hijos, Zaire y Zaya, tras un proceso judicial extenso. Decidido a no repetir el patrón emocional de su infancia, optó por gestos cotidianos y afectivos. “Yo te beso en la frente. Voy a entrar, te arroparé por la noche. Saldré de la carretera a las tres de la mañana. Voy a entrar para mostrarte mi amor”. El exbasquetbolista narra cómo su hija Zaya transformó sus creencias sobre el género e impulsó su crecimiento como figura paternal (REUTERS/Mario Anzuoni) Ese esfuerzo se tradujo en recursos creativos. A Zaire le propuso compartir un diario. “Se lo dejaba debajo de la puerta y, cuando volvía de un viaje por carretera, lo veía, lo abría, escribía lo que quisiera y lo volvía a dejar debajo de mi puerta”, contó el joven. Zaya y el desafío de aprender a acompañar En 2020, Zaya reveló a su familia que era transgénero. Wade, sin experiencia previa ni conocimiento en este tema, admitió que al principio le resultó confuso. “Cuando tuve dos hijos, pensé: ‘Tuve dos oportunidades de ver a mis hijos triunfar en la NBA’”, comentó a The Atlantic, explicando que no veía en Zaya el mismo interés por el baloncesto. “A veces llegaba a casa, se quitaba la ropa escolar y se ponía una peluca, tacones y un vestido”, recordó el estadounidense, describiendo cómo Zaya comenzó a expresarse. Zaya también compartió el miedo que sintió al hablar con su padre. “Estaba muy asustada. Mis padres son de Chicago y no es el lugar más abierto o inclusivo”, confesó. Wade se vio entonces enfrentado a una profunda reflexión. “¿Me quedo con mis creencias de siempre, o maduro, me adapto y evoluciono para ser un mejor padre para mi hija?”, se preguntó, reconociendo el esfuerzo de aprender y acompañar a Zaya en su camino.
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