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Parana » Asdigitalnews
Fecha: 05/05/2025 03:51
Durante siglos, el ojo humano fue considerado una frontera: un mecanismo afinado por la evolución, capaz de captar apenas una fracción del espectro electromagnético. Pero en un laboratorio de la Universidad de California en Berkeley, esa frontera acaba de moverse. Un equipo de investigadores desarrolló un sistema óptico capaz de estimular, de manera aislada, uno de los tres tipos de conos fotorreceptores de la retina —las células responsables de convertir la luz en señales eléctricas que el cerebro interpreta como color—. El resultado fue la percepción de un fenómeno cromático completamente nuevo. Un color que no existe en la naturaleza ni en las tecnologías actuales. Un color imposible. Lo llamaron Olo. Según los cinco voluntarios que participaron del experimento, se trata de un azul verdoso de una pureza absoluta, imposible de describir con las palabras o los matices conocidos. ¿Cómo poder ver lo que nunca se vio? Un estudio, publicado en Science Advances, explica este hallazgo que parece desafiar los límites mismos de la percepción. El sistema utiliza rayos láser de altísima precisión para estimular selectivamente un único tipo de cono en la retina: el M, sensible a longitudes de onda medias, es decir, al verde. En condiciones naturales, cualquier estímulo visual activa al menos dos tipos de conos. Por eso, aislar uno de ellos sin interferencias era, hasta ahora, una hazaña técnica impensable. La lógica del experimento es simple; su ejecución, todo lo contrario. No se trató de mezclar colores —como hace una pantalla o una paleta de pintura— sino de modular microdosis de luz con tal exactitud que solo un tipo de fotorreceptor se activara. El resultado fue quirúrgico: una estimulación controlada, sin contaminación cromática. Los voluntarios, entrenados para mantener la mirada fija sobre un punto minúsculo de la retina —la única región donde el sistema puede operar con precisión—, describieron lo mismo: un color sin comparación posible. Lo calificaron con el máximo nivel de saturación posible (4 sobre 4). No era un verde más. No era un azul más. Era otra cosa. Era Olo. Nuevo código para un nuevo color El nombre no es un capricho: Olo es la representación binaria de 010, un código que simboliza la activación del cono M, mientras los conos S (azul) y L (rojo) permanecen inactivos. Esa exclusividad, esa soledad del estímulo, es lo que da lugar a este fenómeno. Un color que existe solo bajo condiciones de laboratorio. Un color que no debería existir. Desde el punto de vista técnico, algunos especialistas discuten si esto puede considerarse un "nuevo color" en términos absolutos. Pero la experiencia subjetiva de los participantes fue inequívoca: vieron algo que jamás habían visto. Algo para lo que no hay nombre. El sistema, bautizado Oz, es por ahora una prueba de concepto. No será útil para pantallas ni para aplicaciones comerciales. Es costoso, delicado y requiere un entorno de laboratorio. Pero abre una puerta interesante: la posibilidad de diseñar experiencias visuales que no siguen las reglas conocidas de la luz. Forzar los límites de la percepción. Y ver lo que antes era invisible. Además del impacto sensorial, los investigadores destacan sus posibles aplicaciones futuras en el estudio de enfermedades visuales, el desarrollo de terapias personalizadas o el análisis de la percepción en personas con daltonismo. Pero eso será más adelante. Por ahora, el hallazgo no es práctico. Es otra cosa: una fisura en la idea de que ya vimos todo. Con todo, la visión, como toda capacidad humana, tiene límites. Se ve lo que se puede, no lo que hay. Olo —ese azul verdoso absoluto, irrepetible— es la prueba de que todavía hay mundos por descubrir. Aunque estén dentro del ojo.
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