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Concepcion del Uruguay » La Calle
Fecha: 04/05/2025 15:22
A 32 años de haber comenzado su camino en LT11, la reconocida locutora y periodista repasa su historia, los desafíos de los medios públicos, la transformación digital y el vínculo profundo que la une con su audiencia. Por: Matías Dalmazzo Con una trayectoria de más de tres décadas en LT11, Andrea Pacinelli es una de las voces más queridas y constantes de la radio pública en Concepción del Uruguay. Su historia está marcada por la vocación, el aprendizaje continuo y una fuerte conexión con la comunidad. En esta entrevista con La Calle, repasa los inicios, los cambios en el oficio, el impacto del conflicto laboral actual, el valor de lo local y el rol irremplazable que aún cumple la radio en la vida cotidiana de los oyentes. –¿Cómo describirías tu trayectoria en LT11 a lo largo de los años y cuál considerás que ha sido el mayor desafío que enfrentaste en este tiempo? –Mi trayectoria en LT11 comenzó hace 32 años y la definiría como un camino de mucho aprendizaje y compromiso. Ingresé primero a FM Arenas, donde iba todas las mañanas a observar y aprender junto a Osvaldo Cornejo, sin salir al aire, solo mirando cómo se trabajaba. En 1993 no existía la carrera de locución en Concepción del Uruguay, así que todo era nuevo para mí. Mi única experiencia previa había sido un programa infantil en FM Génesis, de Caseros. A partir de un taller del ICER que se dictó en la UCU, donde tuve la oportunidad de dar el discurso de cierre, decidí presentarme en LT11 para ofrecerme a trabajar. Me tomaron un examen y comencé haciendo un programa los domingos en FM Arenas. Pero siempre observaba lo que ocurría en la AM, mi verdadero norte, porque admiraba el trabajo de figuras como Mari Charrier y Carlos Godain. Me interesaba el ritmo, el compromiso y la conexión con la audiencia que tenía ese espacio. Un año más tarde me ofrecieron pasar al área de informativos en AM. Allí trabajé con grandes periodistas como Oscar Matiaguda y el querido Gordo Puchulu, de quienes aprendí lo fundamental que era tener una buena agenda de contactos y el valor del trabajo diario de buscar, actualizar y redactar noticias. Durante años, mi tarea fue armar los informativos cada media hora y salir al aire con ellos, algo que disfrutaba y que me enseñó muchísimo. Una de las grandes oportunidades fue cuando Mari Charrier me dejó a cargo de su programa «Hola Mañana» durante sus vacaciones. Ese fue un momento clave, porque siempre había observado su estilo de conducción, su cuidado en el uso del lenguaje y el vínculo que construía con la audiencia. Esa experiencia me abrió la puerta al desafío de conducir y me confirmó que ese también era mi camino dentro de la radio. Mientras tanto, en el área de informativos seguía cumpliendo varios roles: redactora, movilera, productora. Descubrí que me apasionaba estar en la calle, cubriendo noticias en el momento en que ocurrían. He estado en protestas, comedores, actividades barriales, situaciones policiales y reuniones de gobierno. Aprendí a hacer el seguimiento de los temas, algo que también fue impulsado por el profesor Bisanio, quien insistía en no quedarnos solo con el primer dato. La radio me formó no solo como profesional sino también como persona. En 1995 me recibí de locutora nacional, pero todo lo esencial lo aprendí haciendo, escuchando, equivocándome y mejorando. El trabajo en los medios es así: se basa en la actualidad, que cambia a cada momento. Uno puede planificar el día, pero la realidad obliga a adaptarse en minutos. Esa flexibilidad, ese estar alerta, me lo enseñó la radio. Gracias a todos estos años de trabajo en LT11, se me abrieron muchas otras puertas. Tuve la posibilidad de conducir eventos importantes como la Fiesta Nacional del Lago en Federación o la Fiesta de la Playa en nuestra ciudad. También trabajé junto a figuras como Teté Coustarot, convocada por Río Uruguay Seguros. Siempre representando a mi ciudad con mucho orgullo y gratitud. En estos años, nunca dejé de capacitarme. Considero que este oficio no se termina de aprender nunca. Siempre hay algo nuevo que incorporar, herramientas nuevas, formatos, lenguajes. Participé de talleres, cursos, charlas, porque siento que uno como comunicador tiene que actualizarse, no solo por lo técnico, sino también por el compromiso con quienes te escuchan. El mayor desafío que enfrentamos en los últimos tiempos tiene que ver con el cambio en los hábitos de consumo de medios. Hoy ya casi no existen las radios a pilas en los hogares; el celular es el medio por excelencia, y la AM no puede sintonizarse directamente desde allí sin un enlace especial. Durante un tiempo transmitimos “Arriba en la Mañana” en vivo por redes sociales, y eso amplió muchísimo nuestro alcance. Pero, lamentablemente, por decisiones nacionales, Radio Nacional dejó de tener redes activas y una página local vigente, lo que redujo ese contacto directo con la audiencia digital. Para mí, lograr que la radio se adapte a esta nueva realidad tecnológica es uno de los desafíos más urgentes y complejos que tenemos hoy. –¿Te considerás una de las voces femeninas más reconocidas de la radio en Concepción del Uruguay? ¿Qué representa para vos ese lugar? –En realidad, no me considero una voz reconocida en esos términos. Creo que más bien hay una realidad que todavía no ha cambiado lo suficiente: la inserción de las mujeres en los medios de comunicación sigue siendo limitada. Cuando comencé a trabajar en LT11, en el área de informativos solo éramos dos mujeres, y el resto del equipo eran hombres. Esa desproporción siempre fue muy visible. Por eso, en su momento se destacaba tanto la figura de Mari Charrier, que fue una de las pocas mujeres que tuvo su propio programa y logró sostenerlo durante muchos años. Esa constancia y esa presencia eran la excepción, no la regla. Y me parece que eso, en cierta medida, aún sigue ocurriendo. Si bien hay muchas colegas locutoras con muchísimo talento, no todas han tenido la oportunidad de mantenerse al aire con el tiempo. Tal vez por esa escasa participación sostenida de mujeres en el aire se genera esta idea de que una es una de las voces femeninas más visibles. Pero yo creo que esa visibilidad está más relacionada con la falta de oportunidades que con un reconocimiento individual. Es una lectura que tiene más que ver con el contexto y con las condiciones laborales que se han dado históricamente en los medios. También pasaba en la televisión local, cuando había programación propia. La participación de mujeres era baja, y en general ocupaban espacios secundarios. Por eso, más que sentirme como una “voz destacada”, lo que realmente me interesa es que cada vez haya más colegas con posibilidades reales de crecer, de sostener sus espacios y de hacer carrera en los medios. En definitiva, para mí el tema no es el reconocimiento personal. Lo importante es seguir abriendo puertas y espacios. Hay muchísimo talento femenino en nuestra ciudad, y sería bueno que todas esas voces tengan la oportunidad de ser escuchadas, no solo por un tiempo, sino con continuidad y con el respaldo que necesitan para sostenerse en los medios. –¿Cómo evolucionó el programa Arriba a la Mañana desde sus comienzos y cuál creés que es la clave del éxito de la dupla que formás con Fabio Moscatelli? –Arriba a la Mañana fue creciendo a medida que la audiencia lo fue haciendo suyo. Creo que esa apropiación por parte de los oyentes es una de las claves de su permanencia y de la conexión que se genera cada mañana. Desde el principio, mantuvimos una estructura de magazine que nos dio resultado, aunque también fuimos ajustando cosas en función de lo que la gente nos iba marcando, porque el oyente es quien, muchas veces, nos señala el camino a seguir. No alcanza con ser buenos comunicadores: hay que ser mejores escuchas. Los mensajes, las consultas y hasta los silencios del público nos van dando señales sobre qué temas tocar, qué información falta o qué problemáticas están latentes. Esa retroalimentación constante con la audiencia es una brújula para nosotros y forma parte del corazón del programa. El trabajo en equipo es otro pilar fundamental. Con María José De Lorenza en la producción y Fabio en la conducción, formamos un trío que se evalúa permanentemente. Terminamos un programa y ya estamos viendo qué funcionó y qué podríamos mejorar. La mirada compartida, las ideas en común y también las diferencias que enriquecen son parte de nuestra dinámica cotidiana. Con Fabio tenemos una química muy especial. Venimos de un programa anterior, Vale la pena, y logramos una conexión que va más allá del aire. Muchas veces nos entendemos con solo mirarnos; ideas que uno piensa, el otro ya las está elaborando. Eso genera una naturalidad en la conducción que, creo, se percibe y se valora desde afuera. El respeto por el oyente y el amor por la radio nos unen. Nos tomamos muy en serio la responsabilidad de estar ahí cada mañana, sabiendo que tal vez quien escucha está solo, tuvo un mal día o simplemente busca compañía. La radio tiene ese poder: el de entrar en la vida del otro, y nos sentimos honrados de ser parte de esa intimidad cotidiana. Las redes sociales también marcaron un cambio muy fuerte en la dinámica del programa. Tenemos perfiles propios y del programa, y en muchos casos, allí se genera un “programa paralelo”. Nos llegan mensajes, noticias, reclamos, sugerencias… todo en tiempo real, mientras estamos al aire. Esa interacción alimenta el contenido y fortalece el vínculo. Muchas veces nos han escrito a las 2 o 3 de la mañana con temas urgentes, que luego se transforman en entrevistas o seguimientos. Esa disponibilidad, esa respuesta inmediata, creo que también genera un compromiso recíproco con el oyente, que se siente escuchado, valorado y acompañado en cualquier momento del día. Nos emociona recibir mensajes donde nos cuentan parte de sus vidas, cuando ni siquiera nos conocemos personalmente. Nos hacen sentir cómplices. Esa confianza que se construyó con los años es invaluable, y nos impulsa a darlo todo en cada emisión. Lo que sucede en Arriba a la Mañana es muy genuino. También sentimos que el programa cumple un rol de puente. Nos gusta ser nexo entre los artistas locales, los trabajadores, los vecinos que necesitan difundir algo o reclamar por algo. Si podemos ayudar a que una necesidad llegue al área correspondiente y se resuelva, lo hacemos. Y muchas veces, eso sucede. El oyente siente que su voz no cae en saco roto. En definitiva, creo que la clave del programa está en el equipo humano que lo sostiene y en la entrega total hacia el oyente. No hay fórmulas mágicas, pero sí hay mucho trabajo, escucha activa, respeto por quien está del otro lado y una conexión auténtica entre nosotros tres. Y eso, estoy convencida, es lo que hace que Arriba a la Mañana tenga identidad y continuidad en el tiempo. –¿Qué música solés escuchar en tu casa cuando podés elegir lo que más te gusta? ¿Se parece a lo que suena en la radio o tenés otros gustos personales? –La música siempre fue parte fundamental de mi vida, desde que tengo memoria. En mi casa, cuando era chica, la música sonaba constantemente. Mi papá fue uno de los fundadores del grupo Los Perlas, así que crecí rodeada de canciones, fotos de sus actuaciones y de sus clases de saxo. Por eso, todavía hoy disfruto mucho de esa música de época que se escuchaba en mi casa: Manolo Galván, Dyango, Cacho Castaña. Es una parte muy viva de mis recuerdos familiares. Después, por supuesto, llegaron los sonidos de la adolescencia. El rock nacional me marcó mucho: Los Fabulosos Cadillacs, por ejemplo, fueron una banda clave. Pero mis gustos son bastante amplios y también me gusta mucho la música romántica. Luis Miguel, Cristian Castro, Chayanne, Ricky Martin… son artistas que siguen formando parte de mis elecciones cotidianas. También es cierto que, a medida que fueron creciendo mis hijos, fui incorporando otros estilos, acercándome a lo que ellos escuchaban. Así conocí nuevos géneros y artistas que me gustan bastante. Me pasa, por ejemplo, con Emanero, cuyas canciones elijo mucho. Me gusta también Ángela Leiva, Valentino Merlo, La Conga, y siempre Los Palmeras, que no pueden faltar. Cuando estoy sola en casa y pongo música, muchas veces opto por lo romántico, porque es un estilo que me identifica. Pero también hay lugar para el cuarteto y la música bailable. Rodrigo, Ulises Bueno, y otros artistas populares actuales también están presentes. Me gusta explorar, combinar, encontrar nuevas voces que me transmitan algo. En definitiva, la música que escucho no es exactamente la que suena en la radio, aunque a veces coincide. Es una mezcla muy personal, que va desde lo que me conecta con mi historia familiar hasta lo más nuevo del momento. Creo que la música tiene ese poder: el de acompañarte, emocionarte, y también el de unir generaciones distintas bajo una misma melodía. –¿Cómo ha afectado el conflicto laboral en LT11 tu trabajo diario y qué mensaje te gustaría transmitir a los oyentes y a tus compañeros de la radio? –El conflicto laboral que venimos atravesando en LT11 ha tenido un impacto significativo en nuestra rutina diaria. Desde el año pasado, hemos perdido mucho, no solo nosotros como trabajadores, sino también el oyente y la comunidad en general. El recorte en la programación local nos ha obligado a dar de baja varios programas, lo que ha significado menos horas de aire con locutores y noticias locales. Esto ha afectado la calidad de la información que se le brinda al público. Antes, el oyente podía contar con LT11 a cualquier hora, todos los días de la semana, incluyendo feriados. Estábamos presentes con una programación continua de 6 a 00 hs, lo que nos permitía mantener al vecino informado sobre lo que sucedía en la ciudad. Lamentablemente, eso se ha perdido. La radio local era un espacio al que recurrían quienes necesitaban saber, por ejemplo, sobre un corte de calle o alguna noticia de último momento. Esa cercanía que teníamos con el oyente ya no es la misma. Nosotros, como empleados de la radio, estamos ante una situación que nos excede. No depende de nosotros resolver el conflicto ni de qué manera se reorganiza la programación. Lo que más nos duele es que todo esto repercute en la comunidad, que pierde una fuente confiable de información local. Mi mensaje tanto para los oyentes como para mis compañeros de la radio es que seguimos comprometidos con el trabajo, con el rol informativo y de acompañamiento que siempre brindamos. La radio local es un pilar fundamental para la ciudad, y aunque las circunstancias actuales nos dificultan mantener la misma presencia de antes, seguimos trabajando con el mismo compromiso de siempre, esperando que pronto se logre una solución para todos. –¿Cómo has vivido la transición del periodismo analógico al mundo digital y qué oportunidades y desafíos presenta esta nueva realidad para la radio? –La radio ha atravesado varios momentos en los que se pensó que su desaparición era inminente debido a los avances tecnológicos. Sin embargo, ha demostrado ser una sobreviviente ante la aparición de nuevos medios. A lo largo de los años, se fue adaptando a los cambios y hoy en día, lo que escuchamos por radio, también podemos leerlo o verlo en directo a través de las redes sociales. Esto es una gran transformación que ha permitido a la radio mantenerse vigente, pero también ha implicado nuevos desafíos. Los oyentes también tuvieron que adaptarse a esta nueva realidad, incorporando dispositivos y formas digitales para seguir las voces cotidianas de la radio. A pesar de este cambio, hay algo que la radio nunca perderá y es lo que la hace única: su inmediatez. La capacidad de transmitir una noticia en tiempo real es algo que no tiene comparación. Esto lo comprobamos claramente durante la pandemia o en situaciones donde la señal de internet se cae. En esos momentos, la radio se convirtió en el único medio que podía seguir transmitiendo, especialmente para aquellos que nos sintonizan en la isla, en el campo o mientras viajan. Aunque los celulares han suplantado muchas de las funciones de los medios tradicionales, sin internet, la radio sigue siendo el único medio capaz de llegar en cualquier escenario, como una onda que nunca falla. Así, mientras el mundo digital presenta oportunidades para expandir la cobertura y la interacción con los oyentes, también resalta la esencia de la radio como medio de comunicación inmediato y confiable, algo que, por más que cambien los tiempos, siempre mantendrá su relevancia. –¿De qué manera utilizás las redes sociales y otras herramientas digitales para interactuar con la audiencia de “Arriba a la Mañana”? –El trabajo en redes no tiene horario, es constante. Estamos actualizando permanentemente, más allá del día o la hora. Es una tarea exigente, pero afortunadamente cuento con el acompañamiento de mi familia, que entiende esta pasión y también los sacrificios que implica. Muchas veces este compromiso me resta horas personales, aunque forma parte de una vocación que no termina cuando se apaga el micrófono. Las redes sociales nos permiten estar cerca del oyente incluso fuera del horario del programa. Me gusta mucho hacer entrevistas o coberturas en vivo a través de Instagram o Facebook, mostrar lo que está ocurriendo en tiempo real: una obra, una marcha, un siniestro vial. Eso genera una conexión distinta con la audiencia. No es lo mismo leer una foto con texto que ver a alguien contando lo que pasa, en el lugar de los hechos. Creo que la gente lo siente más cercano, más humano. Eso genera una comunidad muy activa que nos hace consultas, envía mensajes o incluso sugiere temas. El ida y vuelta es constante, pero también desgasta. Llega un momento del día en el que necesito desconectarme, apagar el celular, para recuperar algo de calma. Hay que reconocer que, si bien las redes nos dieron una herramienta valiosa, también se han vuelto un espacio hostil. Hay violencia, falta de respeto, y muchas veces el esfuerzo que implica este trabajo no es valorado. Pero más allá de eso, lo que sigue pesando es el vínculo con los oyentes y la posibilidad de estar donde hace falta contar algo. Esa es la esencia de lo que hacemos. –¿Cuál es tu visión sobre el papel de la radio pública en la sociedad actual y cómo creés que LT11 puede seguir cumpliendo su función de informar, educar y entretener a la comunidad? –La radio pública cumple un rol fundamental, y por eso hay que seguir defendiéndola como tal. No está atada a intereses comerciales, lo que le permite informar con un compromiso genuino hacia el oyente. Radio Nacional tiene una red de 49 emisoras en todo el país, y hay lugares, como en zonas montañosas del sur, donde es el único medio que tienen los pobladores para saber, por ejemplo, cuándo llegará personal de Salud o si deben abrir las tranqueras para algún operativo de Zoonosis. LT11 cumple esa misma función en nuestra región. Es la radio que escucha el pescador, el isleño, el vecino del campo, quienes confían en que allí encontrarán datos fundamentales como el comportamiento del río o una alerta de creciente. Es por eso que defiendo fuertemente la presencia de programación y voces locales, porque son quienes realmente conocen el pulso de nuestra comunidad y sus necesidades. La emisora podrá seguir cumpliendo su rol si se mantiene viva esa vocación en los trabajadores. Hay compañeros que tienen muchas ganas de sostener esa llama, de seguir apostando por la radio como medio de comunicación esencial. Pero para eso es clave tener programación local, con producción propia, y seguir estando en los lugares donde se generan las noticias que afectan al vecino. LT11 tiene una identidad construida a lo largo de décadas. La gente sabe que si escucha una sirena, pone la radio y ahí se va a enterar qué pasó. Esa confianza no se puede perder. Hay que cuidar esa impronta que supieron sostener quienes estuvieron antes que nosotros, esa insistencia en priorizar lo local, lo cercano, lo nuestro. La radio sigue siendo mágica, y formar parte de ella es mi pasión. Amo lo que hago y no me arrepiento de haber elegido este camino. Ser parte de LT11 no es sólo un trabajo, es un compromiso con la comunidad. Y mientras sigamos creyendo en eso, la radio pública va a seguir siendo necesaria y valiosa.
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