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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 04/05/2025 13:04
Bachrach afirma que la resistencia al cambio suele estar más ligada a la falta de motivación que a una imposibilidad real de transformarse En un nuevo episodio de La Fórmula Podcast, Estanislao Bachrach, doctor en Biología Molecular, especializado en neurociencias, señaló que tanto las neuronas como los pensamientos pueden entrenarse y explicó cómo funciona la visualización efectiva antes de una competencia deportiva, por qué el cerebro no distingue entre lo real y lo imaginado, y cómo estos ejercicios pueden marcar la diferencia entre una buena y una mala actuación. También se refirió al concepto de inteligencia del cambio, que invita a repensar cuánto podemos transformarnos a lo largo de la vida. Podés escuchar el episodio completo en Spotify y YouTube. Estanislao enseñó e investigó durante cinco años en la Universidad de Harvard, donde recibió distinciones por su excelencia como docente. A su regreso a Argentina, se convirtió en una figura clave en la formación ejecutiva, codirigiendo programas de prestigiosas universidades como Harvard Medical International y Columbia Business School. Además, es profesor de liderazgo e innovación en la Universidad Torcuato Di Tella. Bachrach es un referente en creatividad e innovación. Cofundó Creative Brains At Work, una consultora internacional, y ha sido conferencista en TEDx, WOBI y en el documental Mankind de The History Channel Latin America. Su primer libro, ÁgilMente, fue un fenómeno editorial sin precedentes en Argentina, consolidándolo como un divulgador exitoso en temas de neurociencia aplicada al cambio y al desarrollo personal. Actualmente, impulsa un innovador formato de charlas en vivo donde combina neurociencia, humor, imágenes y música. Junto al DJ Christian Roy, desarrolló un set que utiliza frecuencias y tonalidades diseñadas para llevar al público por distintos estados emocionales. Tras el éxito en Buenos Aires, este evento se presentará próximamente en Rosario, Córdoba y Uruguay. “Durante 15 o 20 minutos y la idea es que la gente atraviese diferentes estados emocionales durante la música”, explicó el especialista. Estanislao Bachrach explicó que las neuronas y los pensamientos pueden entrenarse igual que el cuerpo en cualquier disciplina deportiva (Imagen Ilustrativa Infobae) — Trabajás con deportistas de alto rendimiento, ¿cómo se llama el trabajo que hacés con ellos? — No soy psicólogo, el clásico es el psicólogo deportivo al cual respeto muchísimo, pero yo no soy psicólogo, sí en mi equipo tengo a Agustín que es psicólogo. Yo lo llamo “entrenador mental”, también le agregué “entrenador cerebral”, que suena un poco por ahí soberbio pero el cerebro también es entrenable, las neuronas se pueden entrenar, entonces siempre parto explicándole al deportista la diferencia entre la mente y el cerebro, que las dos son entrenables y, fundamentalmente, la importancia que tienen una fortaleza mental y un cerebro bien constituido para la práctica deportiva. — ¿Con qué objetivo un deportista tiene que entrenar sus neuronas y a qué se refiere “entrenar una neurona”? — Lo que yo le explico a los deportistas es: como vos entrenás la parte física, la parte técnica y la parte táctica de cualquier deporte que quieras hablar, la parte mental, y para nosotros por lo menos desde la mirada de la biología, todo movimiento que vos hacés con el cuerpo, ya sea para las anillas, el yachting o el fútbol, el cerebro decide ese movimiento y la calidad de ese comportamiento, depende de qué esté pasando en ese momento en tu cerebro. Entonces, la explicación es esa: tenés el cerebro que es estar más o menos concentrado, tomar mejores o peores decisiones, aprender a visualizar una técnica, una jugada, algo táctico que querés hacer y repetirlo varias veces en tu cabeza, poder manejar distintas formas de respirar para estar más tranquilo o más activado al momento de competir, eso es la parte del cerebro y después está la mente que son los pensamientos que tienen un impacto enorme en tus emociones. Imaginate que un deportista sale a competir “uy, voy a perder, no estoy bien, me van a ganar”, todos esos pensamientos le generan inseguridad o intranquilidad y eso está demostrado que tiene un impacto directo en el cuerpo, y el deportista trabaja con el cuerpo. La mente y el cerebro son entrenables, ambos influyen en la concentración, las decisiones y las emociones durante la práctica deportiva (Imagen Ilustrativa Infobae) — Una vez leí que los atletas lesionados, aunque no puedan entrenar, visualizan los movimientos. Y ese “entrenamiento mental” puede tener un impacto similar al entrenamiento real en la cancha. — Hay dos cosas para decir. Si yo estoy recuperandome un desgarro y estoy trabajando con mi kinesiólogo, con mi fisiatra, y me está haciendo movimientos en el cuádriceps, por ejemplo, y yo estoy charlando de la vida con el fisiatra, ok. Ahora, si yo estoy llevando la atención a donde me está trabajando el fisiatra, la recuperación es más rápida. Hay mucho estudio sobre esto y los fisiatras en general, o los fisiólogos, o los kinesiólogos, con todo respeto, lo saben. Entonces “pará diez minutos, respirá tranquilo, llevá la atención a donde yo te estoy tocando, sentí el músculo, qué está pasando”, eso por un lado sí, está demostrado. Por el otro, una de las herramientas que yo trabajo es la visualización. Como el cerebro no reconoce realidad de fantasía, no distingue si está charla está sucediendo o te la estás imaginando, lo que se demostró es que si vos metés a un atleta o a un músico, a un artista, en una resonancia magnética nuclear y lo hacés visualizar con un protocolo muy específico, exactamente lo que quiere hacer mañana en el partido, o en la competencia, todas las áreas del cerebro responsable de ese movimiento se iluminan, cuando vos no te estás moviendo, estás quieto en el resonador, entonces las mismas áreas que usás para patear un penal, por ejemplo, las estás usando cuando te lo imaginás. Dos o tres cosas muy importantes: si vos no sos bueno técnicamente, por ejemplo, pateando penales, visualizarlo no sirve para nada, si vos visualizás mal puede empeorar, entonces a lo largo de estos años ha habido un montón de artículos científicos y no hay ninguno que sea perfecto, que van creando protocolos. ¿Cuál es el protocolo? “La noche anterior a la competencia solamente 30 segundos vas a visualizar…”; otro protocolo: “una hora antes de la competencia…”, y ahí uno va a haciendo prueba y error con el deportista qué protocolo le conviene. Lo que sí está demostrado es que en ese protocolo visualizar eso que decías vos tiene que tener la mayor cantidad de detalles posibles: cómo vas a estar vestido ese día en la competencia, qué temperatura va a hacer, cómo creés que te vas a sentir, cuál va a ser el público que te va a estar mirando, cuanto más detalle le agregues a la visualización más chances de que al otro día te suceda tal cual te lo imaginaste, y sucede, tengo deportistas que vienen y me dicen: “Este gol lo hice anoche, visualizando”. Visualizar con todos los detalles posibles una jugada o competencia puede aumentar las probabilidades de lograrlo al día siguiente (Imagen Ilustrativa Infobae) — Estudiás la inteligencia del cambio. ¿De qué se trata? — Es la capacidad que tenemos todas las personas para cambiar a cualquier edad. Todas las personas tenemos la capacidad para cambiar, lo que no sabe la biología es cuánto y en qué tiempo, cuánto vas a cambiar y cuánto necesitás, viste esos libros que dicen “en 20 mil horas logras tal cosa o en cuatro semanas…” yo no lo sé, nunca leí una cosa así, quizás sí, pero yo no lo sé. Hay todo un proceso de los hábitos y hay un proceso de autoconocimiento, de darte cuenta de que muchas narrativas de cosas que te contás sobre vos mismo son realmente las que te están perjudicando en la vida y no es tu pareja, no es tu jefe, no es el país, no es tu colega. Mucho sos vos, y sin importar de dónde viene eso, que es algo que podríamos ir a trabajar en psicoanálisis, puede ser importante pero para mí sin importar, se puede cambiar, requiere de esfuerzo, de disciplina, entender un poco cómo hacerlo, pero la excusa de “no puedo, soy grande” o “yo estas cosas no puedo”, eso estoy convencido de que no es verdad. Lo que sí observo mucho es que la gente dice: “¡Uy! Sí, me vendría bien, sería buenísimo”, pero no tienen ganas, a los adultos en general nos da como pereza. Decimos: “Ya que aprendí un montón. Yo ya en esto soy bueno, y ahora tengo que gastar energía, tiempo, atención en esto otro”, para mí vale mucho la pena, pero es posible y todo se define en esto de neuroplasticidad. Hay experimentos con personas de 90 años que aprenden idiomas, a tocar instrumentos, rejuvenecen su cerebro jugando o haciendo actividades, entonces la edad no es una excusa, uno puede siempre cambiar un poco. Cambiar requiere esfuerzo, disciplina y un propósito claro, aunque muchas veces las personas prefieren permanecer en lo que ya dominan, afirma el experto — ¿Qué impacto tuvo para vos la meditación y cómo se aplican estas herramientas en situaciones cotidianas? — La meditación es un proceso, una disciplina, una herramienta, una experiencia y he visto mucha gente acá sentada que te ha hablado de esto que no hay ningún tipo de duda el impacto positivo que tiene en tu mente, en tu vida y en tu cuerpo. Como toda linda herramienta o herramienta poderosa requiere de disciplina, de paciencia, tiempo, atribuyo muchos de los cambios de mi vida a meditar, pero también trabajo mucho en algo que se llama el cambio de mindset y es: me siento muy mal por algo, freno, ¿cómo estoy interpretando esa situación? ¿en qué estoy pensando? Dejar de culpar al otro ¿realmente es el otro o la otra? ¿no tendré que ver yo con qué me estoy creando acá sobre esa situación? Y 9 de cada 10 es “sí”. Es la cantidad de pensamientos que tengo: mentiroso, falso, exagerado, sobrecargado, eso me hace sentir tan mal. Entonces, uno empieza a reemplazar los pensamientos, es una gimnasia que al principio cuesta un poco y una vez que uno lo hace por uno o dos años, es más fácil. Lo hice en el tráfico viniendo para acá, ya la gimnasia es inconsciente, antes me requería de esfuerzo. Cambiar pensamientos distorsionados por otros más reales reduce la intensidad emocional y mejora la salud mental cotidiana (Imagen Ilustrativa Infobae) — ¿Qué impacto tiene la calidad de nuestros pensamientos cotidianos en nuestras emociones y en nuestra salud física y mental? — El 90% del día estamos hablándonos a nosotros mismos, es un montón, casi todo el tiempo. Todo el contenido y la calidad de eso que pensamos 90% del día es lo que va a impactar en cómo nos vamos a sentir, yo no tengo ninguna duda de eso. El trabajito es encontrarse en momentos del día, y no estoy hablando de dramas ni de traumas, eso es para terapia, estoy hablando de lo cotidiano que te molesta, te incomoda y estás queriendo evitar. Cuando estás en esos momentos el experimento es mirarte, se llama metacognición y decir: “¿En qué estoy pensando que la estoy pasando tan mal?” en vez de decir: “Mi jefe tal cosa, mi mujer tal cosa”. Vas a encontrar con pensamientos que no son verdad y que están tan exagerados que lo que hacen es impactar en tu intensidad emocional. Si vos ya estás enojado por una reunión difícil, al pensar todo eso, estás con furia, entonces la diferencia entre el enojo y la furia es empezar a maltratar al otro, me maltrato a mí, cambia mi química del cuerpo y me empiezo a enfermar. Bajar un poquito la intensidad emocional cambiando tu forma de pensar, tiene un impacto en tu salud mental y física enorme, cualquiera lo puede hacer y es gratis. La meditación fortalece zonas cerebrales que procesan información del cuerpo, facilitando mejores decisiones y mayor estabilidad emocional (Imagen Ilustrativa Infobae) — Algo que me parece muy interesante también es la información que nuestro cuerpo nos da a través de señales para la toma de decisiones. ¿Tenés algunos ejemplos que me puedas dar de eso? — Tengo un experimento que se hizo en Wall Street. Un científico agarró a varios de sus estudiantes y se convertían en la sombra de brókers. El estudiante lo pasaba a buscar en Manhattan a la mañana, lo acompañaba en subte, laburaba con él o con ella, volvía a la casa, todo el tiempo, y el estudiante lo que le pedía a estos chicos es que cada una cantidad de minutos u horas, frene, cierre los ojos y sienta su corazón, sin tocarse en ningún lado. Entonces, de repente estaba frenético en la Bolsa de Nueva York, vendiendo, comprando, y decía: “Frena. ¿Sentís tu corazón? ¿Sí o no?“, “No”, respondían. Después cuando decían que sí, el chico verificaba que era cierto. A los seis meses los dividen en dos. Estos chicos que trabajan en la Bolsa son muy buenos escuchando a su cuerpo y estos son malísimos, ¿hay alguna diferencia en la guita que hicieron en el año? Descubrieron que había una enorme diferencia. Los que escuchaban a su cuerpo ganaban más plata, que ni siquiera era plata de ellos, era para sus clientes. Este es uno de muchos experimentos. Hay una relación estudiada entre la inteligencia del cuerpo y nuestra inteligencia racional, la inteligencia más de la cabeza o de los conceptos, yo la llamo “conceptual”, hay una sinergia, se juntan. No es que el que conoce mucho del cuerpo no le sirve de nada para tomar decisiones o viceversa. El contenido de los pensamientos diarios impacta directamente en las emociones y en la salud mental y física de cada persona (Imagen Ilustrativa Infobae) — ¿Escuchar el cuerpo te referís a esto que en inglés es el “gut feeling” o hay algo más? — Es el “gut feeling”, pero no estás escuchando sólo al gut, que es el intestino, estás escuchando todo tu cuerpo. En biología, escuchar los latidos del corazón son el ejercicio o el experimento clásico para saber cuánta capacidad interoceptiva, que es escuchar a tu cuerpo, las personas tienen. El experimento de Wall Street terminó en que los chicos que sí escuchaban a su corazón, a su cuerpo, tenían áreas del cerebro mucho más grande que los que no y una de esas áreas es la ínsula, que recibe información del cuerpo. El cuerpo le manda al cerebro nueve veces más información que el cerebro al cuerpo. Esa información que no aprendemos en ningún lado y que nadie nos enseña, tiene un impacto enorme en tu toma de decisiones y en tu bienestar porque cuando vos tenés un buen gut feeling o esta escucha de tu cuerpo terminás arrepintiéndote mucho menos de las decisiones que vas tomando. A veces tomás decisiones racionales, a veces emocionales, a veces combinadas, pero el cuerpo está todo el tiempo diciéndote cosas. Te habla de tres formas distintas: de manera evidente “tengo examen, me duele la panza”; de manera pequeña, cada vez que tengo un podcast me pongo un poco nervioso y me dijo un amigo que me rasco y no me había dado cuenta; y después la que más me copa: de manera sutil, el cuerpo te habla con sutilezas, te manda mensajes todo el tiempo. La transformación personal requiere reconocer patrones propios que afectan el presente y asumir responsabilidad sobre el cambio posible — ¿La meditación te permite entrar en ese registro? — La meditación es todo, es por lo menos ahora la herramienta con más evidencia científica que te permite, por ejemplo, agrandar la ínsula. Entonces, cuando agrandás tu ínsula recibís más información de tu cuerpo y la escuchás. A medida que meditás más, empieza a pasar eso. Esta sutileza del cuerpo permanentemente te va dando mensajes, la meditación es un gran escuchador o camino para poder escucharlas. La docencia, el juego y el propósito son los pilares que Bachrach identifica como impulsores del liderazgo y del desarrollo humano — ¿Qué sutilezas o qué cosas prevenís? ¿En qué sentido te ayuda estar conectado con tu cuerpo? — A veces es difícil explicar, pero yo creo que si termina mi semana y miro para atrás y comparo con el año pasado, digo lo siguiente: “La verdad que esta semana me arrepiento muy poco de las cosas que hice y decidí hacer y cómo le hablé a la gente”, hay veces que sí y pido perdón y me equivoco como todos, pero creo que los grandes cambios son esos. Hay algo que el cuerpo me está diciendo, “ahora sí, ahora no, estaciona acá, date una vueltita por acá, no arranques así la clase” que me da más seguridad en mí mismo, en el laburo y sobre todo en el trato con mis hijos, más seguridad, más firmeza, y no viene todo del cerebro. Hay algo que no puedo explicar porque no tiene palabras que me hace sentir más tranquilo y más seguro. No soy un monje budista, me equivoco, pido disculpas, tengo reacciones, impulsos, me enojo, pero mucho menos que antes. Siempre la diferencia es eso, menos que antes y ese “menos que antes” me hace más feliz y te está hablando un paciente con dolor crónico, entonces hay que poder decir esto y no sólo la meditación, la respiración tiene 5 mil años de sabiduría. — Te voy a hacer la última que es la que le hago a todos los invitados. Si pudieras contarme algo que hayas leído o visto, una película o una frase que te gustaría dejar para compartir, ¿qué sería? — Hay una película muy vieja que a mí me impactó muchísimo y creo que terminó de convencerme de que yo quería ser más que divulgador, maestro, profe o docente, porque soy docente de corazón antes que biólogo, que es “La sociedad de los poetas muertos” con Robin Williams. El impacto que tiene un maestro, un profe de básquet, el de boy scout, o el de handball, o una profe de literatura. Hay gente que te marca mucho en la edad primaria, más allá de tus viejos obviamente, y esa película me enseñó eso: cómo uno a veces dando muy poquito puede tener un impacto positivo y después de eso no te olvidas nunca. Y una frase es juego, propósito y la otra no me acuerdo, es en inglés. Refiere a tener siempre en vista cuál es el propósito, para qué estoy haciendo, qué es lo que me llena o qué es lo que me llevo o a quién le estoy dando cosas, eso es algo que tengo bastante consciente toda la semana. Cuando hablo con los chicos, con los estudiantes, con mis hijos, con los deportistas, es ¿cuál es tu propósito? ¿Cuál es tu tractor, tu motor, a dónde querés ir, qué querés ser? La palabra jugar refiere a no olvidarse nunca de jugar, el juego es clave para todo y creo que el otro día leí justo que el ser humano es el único que deja de jugar de adulto, en general. Los animales juegan a toda edad, padres con hijos, colegas animales, etc., entonces tengas o no tengas hijos no olvidarte de jugar. El jugar te conecta.
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