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  • “Hay que mirar más allá del propio gusto para pensar en el bien de la Iglesia”. El canciller de la diócesis habla de un cónclave “muy particular”

    Colon » El Entre Rios

    Fecha: 04/05/2025 09:31

    El miércoles 7 de mayo comienza a escribirse en el Vaticano un nuevo capítulo de la historia de la Iglesia: se inicia el cónclave en el que 133 cardenales elegirán al hombre encargado de conducir a 1.400 millones de católicos, sucediendo al papa Francisco. El proceso de elección, el presente y futuro de la Iglesia, son los temas que abordamos con el padre José Luis Bogado, ordenado sacerdote hace 22 años mientras cumplía funciones en la Parroquia Santos Justo y Pastor de Colón, canciller de la Diócesis Concordia y desde el 16 de febrero párroco de la Catedral San Antonio de Padua. -¿Qué es un cónclave? -Es una palabra compuesta, en latín “cum clave”, que hace alusión a un lugar cerrado –en este caso la Capilla Sixtina- donde se reúnen los cardenales de todo el mundo menores de 80 años. De forma secreta, cada uno escribe en una papeleta el nombre del candidato que cree que puede ser el nuevo papa. Cuando comienza el cónclave, en conciencia delante de Dios, con invocación al Espíritu Santo, propondrá al que cree el mejor. Por esto el cónclave pasa a ser tema cada vez que hay que elegir un nuevo papa, dando lugar incluso a una película reciente. -La película a la que se refiere, “Cónclave”, ¿qué refleja de cierto y qué no? -Como toda película, tiene algo del proceso y otras cosas son muy de ficción; por ejemplo el final no responde a la realidad. No es un documental histórico, pero sí se ve esto de que los cardenales se juntan para deliberar y trazar un perfil de lo que necesita en la Iglesia en el tiempo que corre. Este cónclave es bastante particular porque son muchísimos y obviamente hay una universalidad muy bien representada. Incluso hay algunos muy jóvenes nombrados en su mayoría por el papa Francisco, por lo que el mundo está muy bien representado en todas sus realidades. Uno de los más jóvenes es el de Mongolia, donde hay una sola diócesis. Es tan pequeño el porcentaje de católicos en ese lugar y aun ahí está representada la realidad de la Iglesia. Son estas cosas que tuvo el papa Francisco, de haber elegido un cardenal en estos lugares. Pero, como ellos mismos han dicho, la mayoría no se conocen. -Que no se conozcan, ¿será una ventaja o una desventaja? -Creo que un poco ambas. Hoy, con los medios de comunicación y globalización, es muy fácil trazar cierto perfil de cada persona. Además muchos ya están en Roma desde que se conoció la muerte del papa Francisco y en las reuniones de la Congregación General de Cardenales van tocando diversos temas de la vida de la Iglesia. Ahí opinan, se escuchan y comparten. No conocerse genera cierta dificultad, pero tampoco es negativo. -Hace un rato nombraba al Espíritu Santo al hablar del cónclave. Pero cuando a Benedicto XVI, por entonces el cardenal Joseph Ratzinger, le preguntaron si el Espíritu Santo era el responsable de la elección, respondió que “hay muchos Papas que el Espíritu Santo probablemente no habría elegido”. ¿Usted qué piensa? -Totalmente de acuerdo. Él decía que el Espíritu Santo no toma el control, sino que va asistiendo la decisión de cada cardenal, por eso hablamos de discernimiento. Una vez elegido el sumo pontífice, Dios hará su tarea para seguir adelante con su proyecto a través de él. Cuando se eligió a Juan XXIII, al cardenal (Ángelo) Roncalli, era un hombre muy mayor y algunos decían “bueno, será un papa de transición”. Y fijate lo que provocó. Pensaron que por su edad no haría grandes cambios en la vida de la Iglesia y convocó al Concilio Vaticano II. La idea era otra, pero más allá de este instrumento humano que son los cardenales, Dios tiene su proyecto. -Algunos opinan que en este momento la Iglesia está polarizada, refiriéndose a que hay una brecha ideológica muy grande. -Hay cuestiones que no sé si tocan lo esencial de la vida de la Iglesia, pero están los que se mencionan como progresistas, modernistas, conservadores, tradicionalistas. Creo que cuando se habla de polarización es en este aspecto, pero lo esencial del Evangelio está presente en la mayoría y es lo que hay que cuidar. El papa Francisco insistía en esto de no caer en el mundo de las ideologías, sino que la Iglesia debe ser fiel a Jesús. Elegir al papa es un tema de conciencia ante Dios. Hay que mirar más allá del propio gusto para pensar en el bien de la Iglesia. A mí me gusta cuando Francisco hablaba de la rica diversidad de la Iglesia, que se expresa de muchas formas y que no debe ser un problema. Cuando se cae en polarizaciones que terminan creando una especie de partidos y divisiones dentro, poco de Dios debe haber allí. Las diversidades son ricas pero deben buscar el único fin de anunciar a Jesús y el Evangelio. -¿Qué está necesitando la Iglesia Católica en este momento de su historia? -Me hiciste acordar a algo que leí de monseñor (José Ignacio) Munilla citando a un obispo y me pareció lindo: “La Iglesia de este tiempo necesitaría (si del papa hablamos como alguien que nos motive) que tenga toda la fuerza pastoral de Juan Pablo II, la lucidez doctrinal de Benedicto XVI y el corazón de Francisco”. Cada bautizado debería encontrarse profundamente con Jesús y desde allí pedir estas tres cualidades. -Al menos de los que conoce, ¿alguno de los candidatos reúne estas características? -Hay muchos. Aparecen tres nombres en la prensa del mundo: (Pietro) Parolin, secretario de Estado; (Luis Antonio) Tagle, que es filipino; y (Matteo) Zuppi, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana. Pero en esta universalidad de la Iglesia muchos deben reunir estas condiciones para poder guiar a la comunidad eclesial en estos tiempos. No me quiero ilusionar con ninguno, para estar abierto a la sorpresa de Dios para el mundo. -Dentro de 10, 20 años o más, ¿cómo cree que será recordado el papa Francisco? -Me parece que va a ser actualizado ese recuerdo del papa Juan XXIII, que se dice que fue “el papa bueno”. Me imagino que con el paso del tiempo, las generaciones que lo han conocido, van a perpetuar la memoria de Francisco como “el papa de la cercanía”. El papa al que, como dijo alguien, “no se le subió el papado a la cabeza”, sino que siguió siendo el mismo arzobispo que veíamos en Buenos Aires, con este corazón que lo plasmó en la misericordia, nota distintiva de su pontificado. La bondad de su corazón nos ha dejado gestos fuertes, que han sido toda una lección. Fuente: El Entre Ríos

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