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» Elterritorio
Fecha: 04/05/2025 08:10
Cuánto y cómo influye en los aprendizajes, académicos y del día a día, y la necesidad de fomentarla a todos las edades. domingo 04 de mayo de 2025 | 6:00hs. Imagen ilustrativa. Dos nubes que viajan en direcciones opuestas chocan y eso provoca el trueno. La explicación parece aceptable. ¿Nos quedamos con ella o buscamos comprobar si es verdad? Afortunadamente hubo a quienes no satisfizo y hoy sabemos que el calentamiento del aire ante el paso de un rayo es el que lo origina. ¿Qué pasó? Alguien quiso saber más, investigó, se nutrió del conocimiento acumulado, hizo pruebas, formuló una hipótesis, la contrastó y no halló la manera de refutarla. "Queeeda", diría Daniel Rabinovich. Qué hubiera dado Aristóteles, quien postuló aquello del choque de nubes, por acceder al conocimiento del que hoy disponemos (aunque cuánto de eso se lo debemos a él) y nosotros, que tenemos acceso, ¿lo utilizamos? ¿Nos sacamos todas aquellas dudas que teníamos de chicos? ¿Instamos a los niños y adolescentes a buscar, escarbar, aprender por sí mismos? En una palabra, ¿fomentamos la curiosidad? Cuentan Ashvanti Valji y Matías Gruber: "Algunos filósofos pioneros especularon que la curiosidad evolucionó como un instinto que nos ayuda a adaptarnos a nuevos entornos, impulsándonos a explorarlos. Sin embargo, esto parece contradecir otras teorías que sugieren que tememos a los nuevos entornos debido al peligro potencial que pueden entrañar. Parece que la curiosidad y el miedo pueden surgir de las mismas situaciones, y que a veces la curiosidad supera nuestro miedo a explorar cosas nuevas. Para algunos, el miedo puede formar parte del entusiasmo por la curiosidad. Sabemos que los sistemas cerebrales relacionados con el deseo de recibir recompensas externas (como dinero o comida) se activan cuando sentimos curiosidad . Esto indica que la curiosidad es una especie de ansia de más información". Estudios demuestran que aprender algo por curiosidad antes que por obligación ayuda a retener ese conocimiento. La diferencia entre saber algo y meramente conocerlo. Dice la ONU que es esencial para el desarrollo temprano y el bienestar de la niñez. Que las personas curiosas tienen mejores interacciones sociales y expresan mejor la empatía. Que dejarse guiar por la curiosidad impulsa el desarrollo científico y económico. Sobre esto último, una investigación hecha en Estados Unidos halló evidencia de que la curiosidad "se asoció con un mayor rendimiento académico en lectura y matemáticas en preescolar, con una mayor magnitud de asociación en niños con bajo nivel socioeconómico". Repase los descubrimientos que han cambiado el mundo para bien y verá que el ingrediente común a la mayoría de ellos es esta palabra que venimos empleando desde el final del segundo párrafo de esta columna. ¿Quiere saber cuántas veces lo habré utilizado hoy? Averígüelo usted, no espere que le dé la respuesta. Mire hacia arriba, si hay nubes, quizá aparezca un relámpago y suene un trueno. Ahora ya sabe qué lo produce. Si está despejado y se tomó el trabajo de aprenderlo, de noche tal vez detecte al planeta Marte. ¿Sabe quién está ahí? Marcianos parece que no, pero sí un vehículo robot llamado Curiosity a propuesta de una niña de 12 años que argumentó: "La curiosidad es una llama eterna que arde en la mente de todos. Me hace levantarme de la cama por la mañana y me pregunto qué sorpresas me arrojará la vida ese día. La curiosidad es una fuerza tan poderosa. Sin ella no seríamos quienes somos hoy". Ojalá que podamos ayudar a que por lo menos a las nuevas generaciones les interese saber cómo funciona el mundo que nos rodea, por qué hacemos las cosas de una manera y no de otra, qué puede pasar si modificamos algo. Dicen que Einstein dijo "lo importante es nunca dejar de hacer preguntas" y que prefería la curiosidad por sobre el conocimiento. Debería investigarlo, pero ahora, paradójicamente, no tengo muchas ganas. ¿Tiene usted curiosidad de saber si es cierto?
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