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Federal » El Federaense
Fecha: 02/05/2025 09:57
En una nueva embestida discursiva que ya no sorprende pero sí genera preocupación, el presidente Javier Milei ha intensificado su confrontación con el periodismo. A través de varias publicaciones en redes sociales, lanzó sin fundamento una serie de acusaciones y descalificaciones personales. No se contentó con lo anterior, ya que arremetió contra los periodistas, sugiriendo que son ellos quienes entrenan para provocar a sus entrevistados y que deberían ser más odiados por la sociedad. Durante el Día del Trabajador, Milei duplicó su ofensiva. Desde su cuenta oficial en X (anteriormente conocido como Twitter), planteó un torrente de preguntas retóricas con el objetivo de justificar la conducta de su asesor Santiago Caputo, quien había amedrentado a un reportero gráfico días atrás antes de un debate. El mandatario insinúa que los periodistas persiguen y hostigan a figuras públicas, invadiendo su privacidad con drones y luces fuertes, además de agredir. “¿Es aceptable que los periodistas invadan la casa de alguien con drones? ¿Es válido mentir y calumniar sin permitir la defensa de la persona afectada?”, cuestionó, concluyendo con: “Por eso odian a las redes sociales. Hoy no pueden extorsionar ni chantajear, y sus ingresos se ven disminuidos, por eso reaccionan así”. A pesar de sus afirmaciones, el presidente no presentó evidencias verificables. Compartió una imagen que supuestamente muestra un “entrenamiento” de periodistas donde se enseña a “empujar, pisotear e incluso salivar” para obtener reacciones de los entrevistados. Esta imagen fue el detonante de una nueva oleada de acusaciones, incluyendo su frase recurrente: “No odiamos lo suficiente a los periodistas”. Las reacciones no tardaron en llegar desde el ámbito profesional. Representantes de instituciones educativas dedicadas a la comunicación, así como referentes en el sector mediático, desmintieron categóricamente la existencia de tales prácticas. Informaron que el media training al que se refería Milei se dirige a funcionarios y dirigentes, con la finalidad de prepararlos para abordar entrevistas de manera clara, no para promover el hostigamiento. El ataque de Milei no se limita a cuestiones abstractas. Ha citado públicamente a comunicadores como Diego Brancatelli, Nacho Girón y Paulino Rodríguez, en una estrategia de personalización que busca establecer enemigos claros dentro de su narrativa. Estas menciones han generado alarma en organizaciones que defienden la libertad de prensa. Instancias como el Foro de Periodismo Argentino (FOPEA) y la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) han expresado su preocupación ante el creciente deterioro de las condiciones institucionales que aseguran el libre ejercicio del periodismo en el país. Sus comunicados alertan sobre el efecto intimidatorio de tales discursos, que no solo afectan a los periodistas, sino también a la calidad democrática en su totalidad. A pesar de que Milei insiste en ser víctima de una supuesta conspiración mediática, su discurso parece estar diseñado más para socavar los contrapesos críticos que para abordar conflictos reales. En un contexto económico y social complicado, con más de 200 mil personas desempleadas en La Plata y su área circundante, según el último informe del INDEC, su confrontación constante con los medios parece ser un intento de desviar la atención más que una estrategia de gobernabilidad efectiva.
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