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» Diario Cordoba
Fecha: 01/05/2025 08:48
En Córdoba, España, siendo las 17.47 horas del lunes, 28 de abril de 2025. Estoy escribiendo este artículo porque es lo único que mi ordenador me deja hacer desde que sobre las 12.30 de hoy se desconectó del mundo. Pensé que se trataba de una sobrecarga eléctrica, hasta que un compañero de Málaga con el que estaba hablando en ese mismo instante me comentó que su despacho también acababa de quedarse a oscuras. En pocos minutos y antes de que todos los equipos de telefonía móvil se quedasen sin internet, alguien pudo leer que se trataba de un apagón a nivel nacional y que se desconocía la causa. Como pasaba el tiempo y la situación no parecía resolverse, no teniendo acceso a nuevas noticias, optamos por buscar información en el bar junto al despacho, que estando cerca de la delegación territorial de la Consejería de Gobierno de la Junta de Andalucía, seguro que el personal contratado en ella disponía de más datos. Nada más lejos de la realidad. Los funcionarios sabían lo mismo que nosotros: nada, salvo que no solo España estaba afectada sino también Francia y Portugal. Eso sí, conjeturas había para todos los gustos. Desde un incendio al sur de Francia que había dañado las redes eléctricas a un sabotaje informático de procedencia imaginable contra los países a favor de Ucrania. Hubo quien afirmó que era un mensaje que el Papa Francisco nos enviaba desde su santa morada. Transcurridas 6 horas del apagón, mi portátil sin apenas carga, seguía, como toda España, sin saber lo que había ocurrido. A las 15.00 horas escuché que la reparación de la avería podría durar entre 6 y 10 horas y que se investigaba lo ocurrido. La falta de información sobre un hecho tan grave me preocupa más que el propio hecho en sí, porque digo yo, si aún investigaban qué había pasado, ¿cómo sabían lo que iban a tardar en repararlo? ¿Nos están ocultando algo, otra vez, bajo el falso paternalismo de no alarmar a la población? De este apagón ya he extraído varias lecciones. La primera, que dependemos en exceso de cosas que nos hacen la vida más fácil, pero ¿qué vida? Ahí está mi madre, con sus casi 90 años, sentada en su sillón, rosario en mano, diciéndole a la voz del botón del pánico que se calle ya con que no hay red, que no la deja rezar y sin más preocupación que se le estropee la carne del congelador. El resto del aprendizaje, que es fantástico no escuchar más sonido, en mitad de la tarde, que el canto de los pájaros de los árboles de mi calle y más fantástico aún no escuchar los mensajes del WhatsApp apremiando respuesta. Siendo las 3.30 horas del 29 de abril de 2025, se hizo la luz. Explicaciones presidenciales, ningunas. Me temo que el culpable merodee por Cuelgamuros. *Especialista en Derecho del Trabajo y la Seguridad Social Suscríbete para seguir leyendo
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