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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 01/05/2025 06:49
A veces, solo se necesita un espacio seguro de conversación y psicoeducación sexual (Imagen ilustrativa Infobae) Hablemos de salud sexual. De “la palabra con X”. Hagámoslo abiertamente. La sexualidad es un aspecto de la vida personal que incluye el cuerpo, las relaciones, los valores personales, las actitudes y los vínculos. La sexualidad es mucho más que la reducción a la genitalidad y las relaciones sexuales, y debe trabajarse en psicoeducación, promoción y prevención de la salud. Los distintos ciclos de la vida están condicionados por factores biológicos y socioculturales. Aunque suelen confundirse, climaterio y menopausia no refieren a lo mismo. Se le llama climaterio al período de transición entre la etapa reproductiva a la no reproductiva que implica cambios hormonales y signos y síntomas propios de esta transición que suelen presentarse alrededor de los 40 años y pueden extenderse hasta después de la menopausia. ¿Qué es la menopausia? El cese permanente de la menstruación que se determina luego de 12 meses consecutivos de ausencia de ciclo menstrual y que sucede mayormente entre los 45 y 55 años o por razones médicas, por ejemplo, luego de una cirugía de extirpación de ovarios. Si bien existen regularidades en los signos y síntomas, cada mujer presentará un patrón propio, ya que los factores biológicos no son los únicos influyentes en su expresión sino también factores sociales, psicológicos y culturales: los niveles de estrés, el patrón de sueño y alimentación, los vínculos saludables, la manera en que el cambio corporal afecte su autoestima y autoconcepto, etc. Esta etapa vital también implica ciertos mitos, prejuicios y estereotipos asociados a la sexualidad que conviene despejar. Uno de ellos es que “la menopausia es el fin de la vida sexual”. La gestión de la vida sexual es personal, los cambios fisiológicos que presenta este período no necesariamente cancelan la posibilidad de una vida sexual activa. Si aparecen síntomas, signos, incomodidades o dudas, conviene buscar un buen acompañamiento profesional en especialidades tales como medicina clínica y ginecológica, psicología, sexología y/o endocrinología. Otro es la creencia acerca de que “la falta de lubricación baja la excitación”. La lubricación se ve afectada por los cambios hormonales en esta etapa, pero esto no es correlato de falta de excitación. Existen productos en el mercado sobre los que se puede pedir referencias y recomendaciones en la consulta de salud, tales como lubricantes a base de agua que son seguros para pieles sensibles. También los llamados “juguetes sexuales” suelen estar asociados a estereotipos y prejuicios, aunque son de gran ayuda para las distintas fases de la respuesta sexual femenina. Con un profesional especialista en sexología se puede aprender sobre los distintos usos y a elegir los adecuados para cada necesidad (o curiosidad) para, desde una perspectiva terapéutica, ayudar al autoconocimiento; a alcanzar orgasmos; reducir tensiones y estrés; mejorar el sueño, el flujo de lubricación y la sensibilidad, la circulación sanguínea y la fuerza muscular en la zona pélvica. Bajo supervisión médica, pueden considerarse dos opciones. Por un lado, algunos fármacos conocidos como “viagra femenino” o “viagra rosa” (flibanserina y bremelatonida), que apuntan al tratamiento de la baja del deseo sexual. Sin embargo, pueden provocar efectos secundarios indeseables como alteraciones en la presión arterial, somnolencia, mareos, náuseas y fatiga (prestar especial atención si se está bajo tratamiento con otros medicamentos, por ejemplo, antidepresivos). Otra opción popular para el tratamiento del deseo sexual hipoactivo es la colocación de los llamados “chips sexuales”, esto es, pellets de testosterona (metiltestosterona y dehidroepiandrosterona, más específicamente) de aplicación subcutánea o a través de geles o parches transdérmicos; utilizados también como “chips de rejuvenecimiento” de manera irresponsable, ya que no están recomendados para ese fin por las consecuencias que podría generar su uso en el mediano y largo plazo. Se debe monitorear la dosis de testosterona ideal y considerar que su uso no está indicado para otras disfunciones sexuales. ¿Qué hay de los aspectos psicosociales que pueden afectar a una sexualidad saludable? El cambio del cuerpo, la falta de confianza personal ligada a la apariencia, una autoestima fragilizada y prejuicios sociales como el “viejismo” influyen directamente en la vida sexual de las mujeres. Estos temas pueden tratarse abiertamente en las consultas profesionales, así como la necesidad de suplementación, fitomedicina, terapias de reemplazo hormonal, psicoterapia, técnicas de relajación, etc. A la hora de la consulta, es fundamental buscar un/a profesional que genere una atmósfera de seguridad y confianza en la entrevista para sentirlo tu lugar y abrirte a aprender y conocerte. Si te sentís incómoda a la hora de preguntar por creencias religiosas, constructos personales o heredados familiarmente, falta de información, etc., puede convertirse en un filtro a la hora de la consulta y vas a perder más que a ganar. Existe cierta tendencia a la patologización de la sexualidad en la menopausia, y no toda disfunción sexual o incomodidad debe abordarse clínica o farmacológicamente. A veces, solo necesitás un espacio seguro de conversación y psicoeducación sexual para abrazar tu deseo y poder expresar ese aspecto de tu personalidad. Para lograr una vida sexual saludable y plena en el contexto del climaterio y menopausia, lo fundamental es el autoconocimiento, el tratamiento responsable de signos y síntomas y la consulta a profesionales en busca de educación, orientación y, si fuera necesario, tratamiento.
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