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» Diario Cordoba
Fecha: 29/04/2025 04:01
Por si no era ofensivo ver a Donald Trump y Javier Milei en primera fila en el funeral del papa Francisco, aun entendiendo la diplomacia internacional o el cinismo de la ‘realpolitik’, más gravoso resulta para el alma que nos detengamos tanto en lo inapropiado del color del traje o las gafas de sol. Del responsable de las deportaciones y persecuciones a ciudadanos latinoamericanos, de las imágenes de niños en jaulas en la frontera de México en el mandato anterior, más allá de las bravuconadas y del desconcierto económico creado, vamos a dedicarle horas de conversación sobre si el azul marino era el color correcto para despedir a Francisco. Del señor que llamó «hijo de puta que predica el comunismo» y «representante del maligno» al pontífice con el que compartía nacionalidad, que ha conseguido con sus políticas económicas y de recorte que haya casi 25 millones de personas viviendo en la pobreza en Argentina, el 66% de los menores de 14 años, nos fijamos en sus minutos de retraso, en su peinado o en su reciente soltería. No es necesario vivir siempre en la transcendencia de las cosas, pero la banalización del mal, de los que se están saltando los mínimos principios humanitarios, nos lleva a una normalización del horror. Aplaudo los minutos de conversación entre Trump y Zelenski en la basílica de San Pedro, aunque tuviera más de puesta en escena que la salida de un conflicto que no se soluciona en una conversación informal. Pero no me hablen de que el presidente ucraniano iba con zapatos deportivos, por respeto a las decenas de miles de civiles y militares muertos en la invasión rusa. No podemos extrapolar el análisis del Baile de la Rosa en Mónaco a los acontecimientos políticos y sociales que están convulsionando el mundo o incluso el país. Ante las víctimas cualquier manifestación frívola o festiva resulta lacerante. Ver al presidente Mazón en el balcón del ayuntamiento en las Fallas o en una entrega de premios, como si hace seis meses no hubiera ocurrido nada, ensancha cada vez más el agujero que lo separa de la ciudadanía. Esta semana llegará a un momento crítico con la celebración del congreso del Partido Popular Europeo en Valencia, por mucho que él salga del escenario en una oportuna misión comercial a Estados Unidos después de intervenir ante el plenario. La repercusión de la indignación de los afectados se va a hacer europea, aprovecharán el momento para dejarse oír, para pedir además de responsabilidades judiciales, esas ya llevan otro camino, las políticas. No subestimen a la ciudadanía que somos el único poder transformador del mundo. *Politóloga
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