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» Diario Cordoba
Fecha: 28/04/2025 04:06
La ilusión de todo cordobés es comprarse una parcela; una vez adquirida, la prioridad es la construcción de una casa; a veces, en vez de por la casa, se empieza por la piscina y por un cobertizo y una barbacoa o por un local -nave, bodega, mesón, taberna- con chimenea y cocina, cuyas dimensiones permitan reunirse con la familia y los amigos. Otra prioridad, en muchos casos anterior a cualquier construcción, es plantar un huerto. Todos llevamos dentro un agricultor y lo cierto es que da gozo recoger abundantes cosechas de los árboles y las plantas que fueron sembrados por nuestra propia mano y que vimos crecer día a día, acogidos a nuestros riegos y cuidados. El cordobés que quiere plantar un huerto suele comenzar por las habas, que son muy agradecidas, porque su cultivo, originario y propio de la cuenca mediterránea, es fácil en zonas frías y templadas, ya que, aunque su temperatura óptima ronda los 15ºC, al principio de su desarrollo tolera las heladas. Las alargadas vainas verdes contienen 6 ó 7 semillas -habas- que pueden comerse solas o con la propia vaina, si son pequeñas. A medida que la planta madura, las semillas se endurecen; cuando el filum, vulgarmente llamado ceja, se pone de color negro, la semilla deja de ser apta para el consumo humano. Las habas pueden prepararse fritas, salteadas, rehogadas o cocidas, y utilizarse como primer plato, plato único, guarnición, relleno de tortillas o ingrediente de revueltos y arroces; pero el guiso cordobés por excelencia es en cazuela, fórmula que incluye el clásico esparragado, salsa que toma su nombre de una forma de guisar los espárragos aplicables a todas las verduras, a las que suaviza y realza. La cazuela de habas comienza por el rehogado de éstas en aceite de oliva, junto a una generosa picada de cebolla, sal y una ramita de hierbabuena. Cuando están tiernas, se incorpora el majado de azafrán, cominos, ajos fritos, pan frito y pimentón. Como cada maestrillo tiene su librillo, hay quien las perfuma con unas gotas de vinagre en el hervor final. Ayer fue un buen día para probarlas, porque la Asociación de Amigos de las Ermitas, en honor de su patrona, la Virgen de Belén, y en memoria de la ermitaña hospitalidad, celebró en aquellos parajes la tradicional degustación de habas en cazuela. Lástima que haya coincidido con la Romería al Santuario de Santo Domingo de Scala Coeli y hayamos tenido que elegir entre los arroces romeros y las habas, con lo que nos habría gustado disfrutar de las dos cosas. Esto es lo que se llama tener el corazón partido, pero en cualquier caso, de salud sirva. Y ahora, ¡vamos con las cruces! *Académica
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