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  • El futuro de la Iglesia Católica: la danza de los candidatos a Papa

    Parana » AnalisisDigital

    Fecha: 27/04/2025 09:32

    Por Washington Uranga (*) Pasaron los funerales de Francisco de los que participó una multitud que fue a despedirlo. Desde Italia y desde cualquier parte del planeta, miles y miles seguirán arribando hasta la basílica romana de Santa María Mayor para convertir en santuario el lugar donde ya reposan los restos de Jorge Bergoglio, el Papa que fueron a buscar al sur del mundo y que luego llegó a ser reconocido como líder humanitario dentro y fuera de las fronteras de su propia iglesia y de las religiones. La Iglesia Católica está acéfala y eso queda de manifiesto hasta en la web del Vaticano donde se puede leer “sede vacante”. Las autoridades nombradas por Francisco al frente de los diferentes dicasterios (ministerios) caducaron en sus funciones. El colegio de cardenales solo está habilitado para resolver cuestiones de orden menor, pero nada que modifique decisiones del Papa fallecido. La pregunta que se abre es ¿que iglesia vendrá? A partir de ahora todas las miradas estarán puestas en el cónclave que, según se indica, comenzará a sesionar en función electoral entre el 5 y el 6 de mayo. Hasta entonces los cardenales se seguirán reuniendo en “congregaciones generales” para, tal como lo dijo Matteo Bruni, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, mantener “conversaciones sobre la Iglesia y el mundo”. Debe entenderse que en esas reuniones los cardenales electores pondrán en común sus evaluaciones sobre el papado de Francisco, harán diagnósticos sobre la situación de la Iglesia, los desafíos que se le presentan y las propuestas para caminar hacia adelante. Por fuera de las “congregaciones generales” seguirán los encuentros privados, los diálogos bilaterales, por grupos y regiones. Para hablar de perfiles, primero, y de nombres de candidatos, después. También para tejer alianzas y hasta estrategias para la votación. Todo ello quedará sumamente limitado, restringido y envuelto en un clima de reflexión y oración, cuando se reúnan todos en la capilla Sixtina para las votaciones. Por otra parte, en los medios de comunicación, en la especulación periodística pero también en el mundo de las apuestas, la danza de nombres de los candidatos había comenzado en el mismo momento que se anunció el fallecimiento de Bergoglio. Se esgrimen argumentos en favor y en contra, de unos y de otros. Se ensayan teorías sobre tensiones entre conservadores y progresistas, entre bergoglianos y anti bergoglianos, de europeos queriendo recuperar el poder institucional en la Iglesia y de cardenales norteamericanos que supuestamente pretenderían imponer su peso en función de los recursos económicos que aportan al Vaticano. Todo ello puede ser cierto... o no. Hay parte de verdad en cada argumentación. También de mera especulación. Y otro tanto de imaginación, de deseos y aspiraciones personales de quien hace la predicción. Es poco probable que en las primeras rondas de votaciones haya “fumata blanca” seguida del anuncio de “habemus papam”. Pero puede ocurrir. Sería un indicador de que los acuerdos y las alianzas fueron previas al aislamiento en la capilla Sixtina. También pueden pasar días (hay hasta cuatro votaciones diarias) sin que se llegue a los dos tercios de votos requeridos para consagrar al nuevo pontífice de la Iglesia Católica. Cada jornada que pase servirá asimismo para dejar correr supuestos trascendidos, verdaderos o no, sobre los resultados de votaciones fallidas, posibles “tapados”, candidatos que caen “en desgracia” y otros que emergen. Los “papables” En teoría todos los cardenales están en condiciones de ser elegidos. Pero solo un grupo reducido aparece catalogado dentro de los “papables”. Por trayectoria, por afinidades o distancias con Francisco y su gestión, por pertenencia geográfica, por edad. Arriesgar nombres suele ser un error, en el que el periodismo recae una y otra vez. Pocos aciertan. Un dicho generalizado en el Vaticano señala que “quien entra a la capilla Sixtina como Papa… sale de allí como cardenal”. Tampoco sirve recordar que casi el 80% de los votantes fue creado cardenal por Francisco. Nada permite sostener que corre con ventaja quien esté dispuesto a dar continuidad a los lineamientos del Papa fallecido. No suele funcionar de esta manera porque nada garantiza que los nombrados por Bergoglio suscriben a pie juntillas sus opciones pastorales. Hay 133 electores. La mayoría (51) son europeos. En número le siguen los asiáticos (23), los latinoamericanos (21), 18 africanos, 16 norteamericanos y 4 provienen de Oceanía. Hay quienes señalan que, por razones geopolíticas o “geoeclesiásticas”, los electores podrían preferir que un europeo vuelva a conducir la Iglesia. A eso suma que los cardenales europeos representan más de un tercio de los votantes y entre ellos hay 18 italianos, aunque nadie podría asegurar que se trata de un bloque compacto en ideas y posiciones. Pero si la votación se inclinase en esta línea uno de los que aparece con más chance es Pietro Parolin (70 años), el Secretario de Estado (segundo en la jerarquía vaticana) que acompañó a Francisco durante toda su gestión. La estratégica posición que ocupó durante el mandato de Bergoglio lo ubica en lugar privilegiado en cuanto a conocimiento de sus pares, que lo verían como una persona capaz de dar continuidad a la línea del Papa fallecido, aunque con menos carisma. Podría ser un Papa “de transición” con la posibilidad de ser puente entre las diversas miradas que se superponen en el mundo eclesiástico. Hábil diplomático y negociador, cuenta con la desventaja de no haber tenido en sus manos el gobierno directo de una diócesis, Otro italiano que aparece en el escenario es Matteo Zuppi (70 años), arzobispo de Bolonia y Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, un experto en relaciones internacionales y la mediación de conflictos, a quien el Papa fallecido le confió, entre otros temas, acercar las partes entre Rusia y Ucrania. Es un progresista que podría dar continuidad a la perspectiva de Francisco sin romper con los más conservadores. Hay quienes lo señalan como el preferido del episcopado de Italia. Algunos europeos giran su mirada hacia Jean-Claude Hollerich (66 años), cardenal de Luxemburgo, catalogado como uno de los purpurados más progresistas, y que se ha manifestado en contra del celibato obligatorio para los sacerdotes, en favor de la ordenación ministerial de la mujeres, de mayor apertura al mundo LGTBIQ+. Sería una sorpresa y entra en la categoría de “los tapados”. Entre los asiáticos el más mencionado es Luis Antonio Tagle (67 años), filipino y primer cardenal de Filipinas. Es un hombre que ha respaldado las decisiones de Francisco, especialmente en lo relativo a las cuestiones humanitarias y al compromiso de la iglesia con los “descartados” y los pobres. Si las miradas giraran hacia esa parte del mundo, Tagle es un candidato con opción y sería una ratificación del rumbo trazado por Bergoglio. Podría contar con el respaldo de votos provenientes de América Latina. Los conservadores Si se tratase de una vuelta atrás y los conservadores lograran imponerse el húngaro Péter Erdö (72 años), creado cardenal por Juan Pablo II, actual arzobispo de Esztergom-Budapest y presidente de la Conferencia Episcopal de Hungría, se anota en la primera fila de las preferencias. A pesar de que se lo sabe conservador nunca expuso públicamente sus discrepancias con Francisco. Se lo señala como un posible continuador de las orientaciones de Juan Pablo II y Benedicto XVI. Las fichas de los conservadores extremos están jugadas a favor de los cardenales Burke, Müller y Sarah, que han constituido la avanzada de las críticas a Francisco. Robert Sarah (79 años), de Guinea, antiguo Prefecto de la Congregación para el Culto Divino, no solo se opuso a Francisco sino que en 2019 escribió, junto con Benedicto XVI, un libro que intentó rescatar las bases tradicionales y, a su juicio, más “ortodoxas” del catolicismo. El estadounidense Raymond Leo Burke (76 años), encarna la más férrea ofensiva que ha tenido Bergoglio, quien en el 2014 decidió retirarlo como Prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica y en 2023 directamente le quitó el salario que le daba la iglesia. Se lo menciona como el cardenal más cercano a Donald Trump. A ellos se suma el alemán Gerhard Müller (77), antecesor del cardenal argentino Víctor Fernández al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio). Acusó a Francisco de “querer destruir a la Iglesia” y afirmó que “la cuestión no es entre conservadores y liberales, sino entre ortodoxia y herejía”. Ninguno de los tres aparece con posibilidades de ser consagrado Papa, pero pueden influir en sus pares en el momento de la votación. Entre los asiáticos también hay que considerar a Charles Maung Bo (76 años), arzobispo de Yangón (Myanmar). Fue presidente de la Federación de Conferencias Episcopales de Asia, una región donde el catolicismo viene creciendo a pesar de ser minoría en casi todos los países. El filipino Pablo Virgilio David (65 años), obispo de Katookan, fue nombrado cardenal el año pasado y públicamente ha dicho que se inclina por un Papa que conozca en profundidad el sur global. Cristobal López (71 años), arzobispo de Rabat (Marruecos), es español de nacimiento y nacionalizado paraguayo, vivió también en Bolivia. Es cardenal desde 2019 y tiene un conocimiento profundo del mundo islámico. Podría sumar votos también desde América Latina. Pierbattista Pizzaballa (60 años), nacido en Italia, es el patriarca latino de Jerusalem, a pesar de su “juventud” puede ser un “tapado”. Se ha destacado por su actividad en el diálogo interreligioso y por dar respuestas políticas y diplomáticas en un escenario complejo. Es un europeo que desarrolla su trabajo pastoral lejos de Europa, pero en estrecha relación con todo el aparato del Vaticano donde se lo considera muy equilibrado y dialoguista. Ha tenido intensa actividad diplomática colaborando en la mediación en el conflicto entre Israel y Palestina. Los norteamericanos constituyen un grupo importante numéricamente (16) pero sin una línea que los unifique, a pesar de que el sector conservador es mayoritario en el episcopado de Estados Unidos. Una figura sobresaliente es el cardenal de Washington, Robert McElroy (71 años), destacado por su crítica frontal a Trump y recientemente por la oposición a la política del presidente norteamericano contra los inmigrantes ilegales. Entre los africanos el nigeriano Peter Ebere Okpaleke (62 años), obispo de Ekwulobiaes, es uno de los que más reconocimiento obtiene de parte de los cardenales que se consideran alineados con Francisco, a pesar que hay quienes también le marcan actitudes conservadoras. Por su parte el congoleño Fridolin Ambongo Besungu (65 años), arzobispo de Kinsasha, definido claramente como conservador, es un religioso capuchino comprometido políticamente en su país y ha sido mencionado como el posible primer Papa africano. Ha tenido también visibilidad porque se opuso a la decisión de Bergoglio de bendecir a parejas no casadas o del mismo sexo. Latinoamericanos y argentinos En los corrillos eclesiásticos se apunta que después de un Papa argentino es difícil que otro latinoamericano pueda acceder al trono de Pedro. A pesar de ello hay quienes no descartan a Odilio Pedro Scherer (76 años), descendiente de alemanes y arzobispo de San Pablo (Brasil), quien encabeza una de las diócesis católicas más grandes del mundo en un país con gran cantidad de católicos. Ya participó en el 2013 en el cónclave que eligió a Francisco y entonces recibió un número importante de apoyos. Se lo considera un hombre moderado. No hay otro latinoamericano que aparezca a primera vista como candidato. Cuatro cardenales electores son argentinos. El cardenal Angel Rossi (66 años), arzobispo de Córdoba, nombrado por Francisco en 2021 está claramente enrolado en la perspectiva de Bergoglio. Es un hombre comprometido con la justicia social desde la perspectiva de los pobres. Mario Poli (77 años), arzobispo emérito de Buenos Aires, terminó su tarea en la arquidiócesis porteña cuestionado por irregularidades cometidas en su gestión. Vicente Bokalic (72 años), es arzobispo de Santiago del Estero y cardenal desde 2024, se presenta como un hombre de mucho trabajo territorial con las comunidades más pobres del norte del país. Víctor (Tucho) Fernández (62 años) es el más joven de los argentinos. Fue arzobispo de La Plata y en 2023 Francisco, quien lo ha tenido entre sus colaboradores más cercanos, lo designó Prefecto (ministro) del estratégico Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Esa posición le ha dado experiencia en la curia vaticana, conocimiento de la iglesia de todo el mundo y, a la vez, le permitió hacerse conocido por sus pares. Los mencionados no son todos los nombres. Hay más y entre esos también puede estar el futuro Papa. La danza de candidatos continuará mientras los cardenales sigan votando y hasta que se produzca la “fumata blanca” seguida del anuncio “habemus papam”. Sea quien sea el elegido, su nombre será apenas el primer indicio acerca de cuál será el rumbo que tome la Iglesia Católica después de Francisco. (*) Este artículo de Opinión de Washington Uranga fue publicado originalmente en el diario Página/12.

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