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  • Entre Ríos, Argentina

  • La vieja casona de la calle Junín

    » El litoral Corrientes

    Fecha: 27/04/2025 02:20

    n A la calle Junín le costó mucho ser la arteria principal y peatonal que es ahora, en otros tiempos reinaban la Rioja y Pellegrini donde pululaban los negocios importantes, la Junín soñaba con un cambio, descendía más en trayecto hacia el este donde nace el sol, la casona a la que refiero se encontraba, hoy renovada, entre Catamarca y San Lorenzo, vereda sur, construcción de ladrillones cocidos que demostraban el avance tecnológico en la construcción de fines del siglo XIX en la aldea de Corrientes, el campo era cerca como dice el poeta. Se hablaba de aparecidos, ruidos de muebles, cadenas arrastradas en ese lugar cercano a un bar de españoles muy conocido en otros períodos pasados, El Ebro, reminiscencia del río homónimo en España, la añorada. Ante la falta de hoteles o pensiones algunas casas para nutrirse de fondos frescos alquilaban habitaciones, en esta casa ofrecían a los viajantes albergue, es posible que sus antiguos propietarios acosados por deudas, algunos, hayan cometido horrendos crímenes, llegando hasta el asesinato. El viajante generalmente venía acompañado de sus productos, desde perfumes a joyas, en el segundo caso era posible reducir con mayor facilidad el botín obtenido. En un tiempo, el lugar perdió prestigio porque corrió la voz de la desaparición de varios huéspedes, casualmente se hospedaron en el mismo lugar. Llegaron de Buenos Aires policías federales que barrieron la zona en búsqueda de indicios, no hallaron ninguno, ello fue motivo del cierre definitivo del lugar como destino hotelero. La familia que no participó en el demoníaco accionar, escuchaba ruidos, voces pidiendo auxilio, gemidos, gimoteos entre tantos hechos sobrenaturales. Se sumaban sombras que se agitaban espantosamente como los que están siendo asesinados o torturados. Acudieron como buenos cristianos a la iglesia Catedral, a tiro de piedra de la casa en cuestión buscando ayuda para calmar a esas almas boyantes, ninguna actividad realizada por los sacerdotes tuvo éxito, ante ello pidieron la intervención de una bruja famosa en ese tiempo a mediados del siglo XX, Pitú. Esta derechamente sin hesitación alguna exclamó, -hay muchos muertos en este lugar, sus almas no tienen paz, probablemente no la tengan jamás, mucho dolor expresan, han sufrido lo indecible-. Trató la mujer de hacer cruzar el portal a los desdichados fantasmas, sucedió lo contrario, se enfurecieron. Provocó incluso el abandono del lugar durante mucho tiempo, hasta que fue vendido. La policía provincial y la federal inclusive, hicieron drenar el pozo negro que antes de las cloacas se utilizaba como escusado, no hallaron nada, tanteaban las paredes sin resultado alguno. Ni hablar de los pisos, varias perforaciones prospectivas se efectuaron, nada. Los nuevos dueños decidieron por lo sano derribar el viejo edificio castigado por los años. Sorprendentemente en la demolición apareció la habitación secreta que nunca figuraba en los planos, de apenas un metro y medio de ancho, por 2 de largo que tenía incluso un retrete turco, esos de cuclillas que descargaba bien abajo en el pozo negro, por eso los investigadores advirtieron el oculto caño conductor. El acceso de la pieza estaba en el dormitorio principal, tan bien disimulado que había que ser muy ducho para hallarlo, estaba tapiado con ladrillones grandes tan antiguos como los que formaban el conjunto de la pared, como es de pensar posterior a la construcción original como se probó más tarde, la mezcla era de otra composición. En el recinto se encontraban cinco esqueletos que tenían en común la rotura de la cabeza, los cráneos mostraban a pesar de los años destrucción de los huesos de la cabeza, parietales, frontales, occipitales. La aparición de los restos humanos ocurrió de pronto una siesta cuando se realizaba la demolición, los obreros quedaron paralizados, acudió la policía, revisaron los restos, dataron la muerte con antelación a los 80 años o más, se develaban crímenes sin responsables vivos, causas prescriptas, víctimas y homicidas comparten el mundo de los fantasmas. Afirman los que estuvieron en la obra que al caer las paredes, del techo abovedado de ladrillo, emergieron sombras horribles que levantaron vuelo a lo desconocido. Los nuevos propietarios construyeron un nuevo edificio, que sirvió incluso de salón de gimnasia entre otros destinos, en lo que sí se equivocaron es que las almas en pena se hayan ido, siguen allí viboreando entre los que concurren al lugar, más de uno se llevó gratuitamente un susto de alto vuelo, es posible que las víctimas corran a sus victimarios por los espacios desconocidos de las penumbras.

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