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  • El secreto más insólito de Silvia Pérez para cuidar su cabello: “No te puedo explicar el olor”

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 24/04/2025 14:56

    Silvia Pérez y su secreto de belleza En el escenario íntimo de La noche perfecta, donde los silencios valen tanto como las confesiones, Sebastián Wainraich logró lo que para muchos era impensable: que Silvia Pérez, ícono de la televisión y el teatro argentino, revele uno de los secretos más insólitos de su rutina de belleza. Y no fue cualquier secreto. Fue uno con aroma —intenso, penetrante, inolvidable— a cocina popular y a tradición olvidada. “Uh, si esto es verdad…”, advirtió él conductor, como quien se asoma al abismo de una historia legendaria. Y entonces lanzó, con la picardía que lo caracteriza: “¿Es cierto que, para tener tu cabellera espléndida como la tenés, hervís un montón de huesos de vaca en una olla y te pasás la grasa del caracú por la cabeza?“. Silvia Pérez no esquivó la pregunta. Rio, se acomodó en el sillón como quien está a punto de revelar un conjuro de otro tiempo, y dijo: “Bueno, en el 2025 no. Pero sucedió. Sí, sucedió. Con el caracú, que es lo que hay adentro de esos huesos, que es grasa pura, que yo me acuerdo de que de chiquita mi mamá nos daba de comer eso”. La actriz, que hoy brilla junto a Arnaldo André en No me olvides, en el Teatro Picadilly, se sumergió entonces en el recuerdo. No fue un invento personal ni una ocurrencia mágica. La idea -peculiar, extravagante, pero efectiva- venía, según contó, de un reconocido estilista que alguna vez fue sinónimo de glamour y vanguardia en la estética argentina: Roberto Giordano. Silvia Pérez y Arnaldo André brillan con la obra No me olvides, en el teatro Picadilly “Hubo una época en la que Roberto Giordano había traído a su peluquería ese método”, comenzó a detallar Silvia, “para algunas personas a las que, por circunstancias, les habían quemado el pelo haciendo la tintura. Entonces decían que era lo mejor, lo más lubricante, porque era grasa pura”. La imagen es de otro siglo. La actriz, joven, decidida, caminando hacia el comercio de barrio. “Iba y le pedía al carnicero que me guardara los huesitos del caracú. Los hervía, con lo cual la casa quedaba llena de ese olor a caracú...“. La escena continúa en una cocina porteña, con la olla humeante, el vapor cargado de historia y de sebo. Un perfume denso se cuela por los rincones de la casa mientras ella, frente al espejo, se aplica el ungüento. Era tal la duda del carnicero que un día la blonda finalmente le reveló lo que estaba sucediendo: “Una vez en Carlos Paz, cuando estaba haciendo temporada, me preguntó y le conté. Él estaba contento de que yo le explicara ese método”. "El dinero que yo gasté en productos para el pelo a lo largo de toda mi carrera es casi lo que gané”, reveló la actriz “Te quedaba el pelo… ¡un brillo!“. recordó, aún sorprendida por la eficacia del método. ”Pero el olor de la casa no te lo puedo explicar…“, reveló. El relato de Silvia no fue solo una anécdota excéntrica. Fue también una confesión de disciplina, de obsesión casi religiosa por el cuidado personal. “Yo siempre me cuidé mucho. Siempre digo que el dinero que yo gasté en productos para el pelo a lo largo de toda mi carrera es casi lo que gané”. En una época donde los secretos de belleza parecen venir en frascos importados o en tutoriales de redes sociales, Silvia trajo al presente un remedio brutalmente casero, con raíces en saberes populares, en la calle, en la intuición. Y lo contó con la honestidad de quien ya no necesita agradar. No todos los días se habla de grasa hirviendo en televisión. Mucho menos se la recuerda como una herramienta de belleza. Pero en esa noche perfecta, la memoria olfativa de una casa impregnada de caracú se transformó en el recuerdo más brillante de la velada. Un brillo que no era solo del cabello.

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