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» Misionesopina
Fecha: 24/04/2025 13:42
De cara a las elecciones del 8 de junio en Misiones, el escenario político opositor vuelve a tropezar con su peor enemigo: la falta de estrategia y la fragmentación. La decisión de referentes del radicalismo, encabezados por Martín Arjol y Pablo Argañaraz, de abandonar la estructura de la UCR para presentarse bajo el sello del Partido Libertario, no solo refleja una crisis de identidad en la centenaria fuerza, sino que también abre un panorama que, lejos de fortalecer a la oposición, podría allanar el camino para que el oficialismo renovador amplíe su hegemonía. Antes de ellos, Rodrigo de Arrechea también dio el salto hacia un cargo dentro de LLA. El corrimiento de este sector —bautizado en los pasillos políticos como los "radicales con peluca"— genera una doble fractura electoral. Por un lado, parte el voto radical entre quienes permanecen fieles a la estructura de la UCR y aquellos que siguen a Arjol y compañía en su aventura libertaria misionera. Y, por otro lado, introduce una competencia interna en el electorado libertario, que ahora se encuentra dividido entre La Libertad Avanza (LLA), el partido que cuenta con el aval nacional de Karina Milei y Lule Menem, y el Partido Libertario local, adoptado por los ex radicales. El resultado de esta jugada parece cantado: una oposición dispersa, sin liderazgo claro, peleándose por los mismos votos en lugar de construir una alternativa sólida frente al Frente Renovador de la Concordia, que observa la escena con comodidad y disciplina interna. La ruptura radical: más personalismo que proyecto El éxodo de Arjol, Argañaraz y otros dirigentes no es nuevo en la política misionera, donde los personalismos suelen pesar más que las construcciones colectivas. Sin embargo, el momento elegido para esta ruptura —a semanas de una elección clave— pone en evidencia la falta de una visión estratégica. Lo que podría haberse traducido en un bloque opositor competitivo, terminó siendo una suma de egos y cálculos individuales. La UCR, debilitada tras la disolución del frente Juntos por el Cambio en Misiones, ahora enfrenta una sangría que amenaza con dejarla en la irrelevancia electoral, mientras sus ex dirigentes intentan camuflarse bajo el ropaje libertario, aún sin el respaldo formal del gobierno nacional. No está demás decir que el oficialismo metió mano meticulosamente y se dedicó en los últimos meses a desguazar, casi como si fuera un experimento de laboratorio, a cada uno de los espacios opositores, los cuales cayeron en la trampa. Libertarios, pero divididos El panorama tampoco es alentador para el espacio libertario. La Libertad Avanza, con estructura propia y el sello de Milei, esperaba capitalizar el descontento social y el fenómeno nacional del presidente. Pero la irrupción del Partido Libertario, colonizado por los ex radicales, termina licuando esa expectativa. El votante libertario misionero se encuentra ahora ante dos opciones que, lejos de complementarse, competirán ferozmente por los mismos sectores, generando una dispersión que podría dejar a ambos espacios con resultados por debajo de sus aspiraciones. La Renovación, el gran beneficiado En este contexto, el Frente Renovador de la Concordia aparece como el actor más ordenado del tablero político. Con una estructura aceitada, presencia territorial y sin internas públicas, la fuerza que gobierna Misiones desde hace más de dos décadas vuelve a demostrar que, en política, la cohesión es tan importante como el caudal de votos. La fragmentación opositora no solo facilita el escenario para que la Renovación retenga su mayoría legislativa, sino que incluso podría mejorar su performance, aprovechando la pelea por migajas en la vereda de enfrente. Sin aprendizaje opositor Lo más preocupante para los sectores que buscan una alternativa al oficialismo es que este no es un fenómeno nuevo. La oposición misionera lleva años repitiendo el mismo error: desunión, personalismos y la incapacidad de construir un proyecto colectivo que trascienda las ambiciones individuales. El caso de los "radicales con peluca" es apenas el último capítulo de una larga historia de fracturas que terminan beneficiando siempre al mismo espacio. Mientras tanto, el electorado observa cómo, elección tras elección, la oferta opositora se diluye entre peleas internas y proyectos improvisados. Con este panorama, el 8 de junio no será solo una contienda electoral más, sino una muestra de cómo la falta de madurez política puede convertir a la oposición en la mejor aliada del oficialismo.
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