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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 24/04/2025 02:57
La pérdida auditiva en adultos mayores podría ser un factor clave en el desarrollo de la demencia (Imagen Ilustrativa Infobae) La pérdida de audición en adultos mayores puede representar mucho más que una limitación sensorial. En las últimas décadas, diversos estudios comenzaron a vincularla con transformaciones en la salud del cerebro que podrían derivar en trastornos cognitivos. Este nexo posiciona al sistema auditivo como un eje clave en la comprensión y prevención de la demencia. Una nueva investigación publicada en la revista JAMA Otolaryngology–Head & Neck Surgery explora con rigor esta conexión. El trabajo se basa en una muestra de adultos mayores en distintas regiones de Estados Unidos. El objetivo fue cuantificar cuántos de los nuevos diagnósticos de demencia, registrados a lo largo de ocho años, podrían explicarse por la presencia de un deterioro de la audición confirmado mediante estudios clínicos. “El tratamiento de la pérdida auditiva podría retrasar la demencia en un gran número de adultos mayores”, concluyeron los expertos. En el año 2020, la prestigiosa iniciativa The Lancet Commission on dementia prevention, intervention and care publicó sus hallazgos sobre factores de riesgo modificables, y los científicos sugirieron que abordar 12 variables de estilo de vida podría prevenir hasta el 40% de los casos de demencia. En julio de 2024, la comisión actualizó estos resultados al incluir dos nuevos factores, y llegaron a la conclusión de que hasta un 45% de los casos podrían evitarse mediante intervenciones. Entre estos, la pérdida auditiva, especialmente en la mediana edad, se destacó como un riesgo significativo en ambos informes. El análisis más reciente sobre su vínculo con el desarrollo del trastorno cognitivo refuerza estas recomendaciones, y sugiere que intervenir en la salud auditiva de los adultos mayores podría tener un impacto preventivo considerable. Evaluación auditiva y población analizada Investigaciones revelan que hasta el 32% de los diagnósticos recientes de demencia pueden estar relacionados con la pérdida auditiva clínica en adultos mayores (visualesIA) La investigación utilizó datos del ARIC Neurocognitive Study (ARIC-NCS), un estudio que amplía el seguimiento cognitivo de una cohorte originalmente conformada entre 1987 y 1989. Para este análisis específico, se trabajó con datos recogidos entre 2011 y 2019. Se seleccionaron 2.946 personas de entre 66 y 90 años que no tenían diagnóstico de demencia al inicio del seguimiento. Los participantes residían en cuatro comunidades estadounidenses: Jackson (Misisipi), el condado de Forsyth (Carolina del Norte), los suburbios de Minneapolis (Minnesota) y el condado de Washington (Maryland). El seguimiento se extendió hasta ocho años. Los investigadores aplicaron dos métodos para medir la audición: uno subjetivo (autoinforme) y otro clínico (audiometría). La audiometría, considerada el estándar de referencia, mide la sensibilidad auditiva usando tonos de distintas frecuencias. El 66% de los participantes tenía pérdida auditiva clínicamente significativa, mientras que solo el 37% lo reconocía mediante autoinforme. El deterioro leve fue definido como una audición por encima de 26 decibeles, y la moderada o mayor, como superior a 40 decibeles. A pesar de esta alta prevalencia, solo el 20% de los participantes dijo haber usado audífonos en el último mes. La mayoría de los usuarios pertenecía al grupo con pérdida auditiva más severa. Riesgo de demencia y fracción atribuible Diversos estudios sugieren que el tratamiento de la pérdida auditiva en adultos mayores podría retrasar el avance de la demencia, un riesgo creciente en la vejez (Imagen Ilustrativa Infobae) El análisis central del estudio fue la estimación de la fracción atribuible poblacional (PAF), una medida que estima qué proporción de casos de una enfermedad puede asociarse a un factor específico. En este caso, se examinó la incidencia de demencia y su relación con la pérdida auditiva audiométrica (es decir, diagnosticada y medida) a lo largo de ocho años. Los resultados mostraron que hasta el 32% de los nuevos diagnósticos del trastorno podrían atribuirse a la pérdida auditiva clínica. Esta cifra representa casi uno de cada tres casos y se distribuyó de forma similar entre los niveles leve (16,2%) y moderado o mayor (16,6%) de deterioro. En contraste, no se halló ninguna asociación entre la pérdida auditiva autoinformada y el riesgo de demencia, lo cual refuerza la idea de que el autoinforme no refleja adecuadamente la presencia de una afección sensorial significativa. El estudio también analizó variaciones según edad, sexo y raza. La fracción atribuible fue mayor entre las personas de 75 años o más (30,5%) en comparación con las menores de esa edad (22%). En las mujeres, la cifra fue de 30,8% frente al 24% en los hombres. En cuanto a la raza, fue de 27,8% en personas blancas y de 22,9% en personas negras. Aunque algunas diferencias pueden deberse a la mayor prevalencia de pérdida auditiva en ciertos grupos, los autores indican que se requiere mayor investigación para entender estas variaciones. La importancia en la prevención y detección temprana El uso de audífonos no mostró una relación concluyente con la prevención de la demencia, aunque se considera esencial para la salud auditiva (Bernd Weissbrod/dpa) El estudio refuerza la necesidad de considerar la salud auditiva como un componente clave en las estrategias de prevención del deterioro cognitivo. En palabras de los autores, los hallazgos “refuerzan la importancia de investigar el potencial preventivo de la intervención de HL (pérdida auditiva) para prevenir la demencia”. La pérdida de audición podría generar un efecto acumulativo sobre la función cerebral mediante mecanismos como el aumento de la carga mental para procesar sonidos, la inducción de cambios estructurales y funcionales en el cerebro, y la reducción de la participación social, procesos que los autores señalan como posibles vías de amplificación del riesgo de demencia. Aunque el uso de audífonos no mostró una asociación concluyente con una menor probabilidad de aparición del trastorno en este análisis, los investigadores señalan que “puede ser necesario un seguimiento más prolongado para detectar un beneficio en el deterioro cognitivo manifiesto”. Además, aluden a un metaanálisis reciente que encontró que “el uso de audífonos en adultos con pérdida auditiva audiométrica se asoció con una disminución del 29% en el riesgo de cualquier deterioro cognitivo en relación con aquellos que no usaban audífonos”. Desde una perspectiva de salud pública, los resultados subrayan que “los esfuerzos para retrasar y prevenir la demencia deben continuar en la vejez”. A diferencia de otros factores que actúan en etapas más tempranas, la pérdida auditiva puede tratarse con herramientas clínicas y tecnológicas disponibles. El verdadero desafío, según el equipo de investigación, es garantizar el “acceso a una atención sanitaria auditiva asequible y aceptable para mantener la salud auditiva a lo largo de la vida”.
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