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  • El cuerpo como espectáculo en los ‘freak shows’: la historia de Myrtle Corbin, la mujer que nació con dos pelvis y cuatro piernas

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 23/04/2025 14:41

    Myrtle Corbin nació en el siglo XIX con dos pelvis y cuatro piernas, por lo que se convirtió en un espectáculo de entretenimiento de los 'freak shows' (James R. Applegate/Wikimedia Commons y Charles Eisenmann/Wikimedia Commons) Tras una polvorienta vitrina situada dentro de una carpa, una mujer espera sentada a que un grupo de personas, que previamente han pagado una pequeña tarifa para poder entrar, se sitúe frente al cristal para observarla. Se encuentran ante algo que posiblemente no hayan visto nunca antes: Annie Jones tiene hirsutismo, una condición que provoca el crecimiento excesivo de vello facial y corporal. Esto la convierte en una “rareza biológica”, en cabeza de cartel de un espectáculo en el que la principal atracción son las curiosidades anatómicas. Es el siglo XIX: lo diferente causa asombro, curiosidad o incluso temor. Los freak shows experimentan un gran auge. Es la fascinación por lo que no se termina de comprender o lo que se aleja en cierta medida del mundo conocido por cada uno, utilizada como reclamo turístico para llenar los bolsillos de unos pocos. También puedes seguirnos en nuestro canal de WhatsApp y en Facebook Por estas ferias ambulantes que promocionaban “maravillas médicas” pasaron miles de historias, personas con nombres y apellidos a las que se les aplicó un mote en función de su rareza. Para entretener al público se subieron al escenario personas con albinismo, etiquetados como “hombres lunares” o “fantasmas”; con enfermedades como la ictiosis, que vuelve la piel seca y escamosa; hermanos siameses, como Chang y Eng Bunker, nacidos en Siam (actual Tailandia) y cuya condición dio origen al término… Pese a que algunos de ellos consiguieron hacer fortuna en estos espectáculos de fenómenos, la desigualdad de oportunidades a la que se enfrentaban provocaba que en la mayoría de ocasiones el circo fuese su única posibilidad de subsistencia. El contexto en el que se encontraban no les permitía acceder a muchas alternativas laborales ni a una integración social plena. Los hermanos siameses Chang y Eng Bunker (E. and H. T. Anthony & Co/Archive Photos/Getty Images) El caso de Myrtle Corbin Josephine Myrtle Corbin nació el 12 de mayo de 1868 en Tennesse, Estados Unidos, con una malformación conocida como dipygus: tenía dos pelvis y cuatro piernas, de las cuales utilizaba las dos exteriores y las interiores, aunque tenía la capacidad de moverlas, eran demasiado débiles como para caminar con ellas. La separación, que se producía en su columna, a partir de la tercera vértebra lumbar, estaba causada por una anomalía congénita que había provocado que su hermana no llegase a desarrollarse en el útero materno. Su caso rápidamente obtuvo la atención de la comunidad científica y su historia fue publicada en diversas revistas especializadas, como The Journal of the American Medical Association (JAMA) o The British Medical Journal (BMJ), donde se la denominaba como “un monstruo doble” (A Double Monster). La familia de Myrtle se enfrentaba a una situación económica difícil, por lo que, aprovechando la fascinación que el público sentía por las curiosidades anatómicas, desde que era un bebé de cinco semanas su padre cobraba una pequeña tarifa a todos aquellos que querían visitarla. Durante su adolescencia también formó parte de los freak shows, trabajando con empresarios tan conocidos como P. T. Barnum. Myrtle se convirtió en una “atracción” muy popular en el panorama circense, un trabajo que combinaba con clases de teatro y exhibiciones en museos. De hecho, su fama fue tal que dentro de la industria comenzaron a producirse actuaciones falsificadas que emulaban su condición. Un panfleto de 1871 expone el caso de Myrtle Corbin (Wikimedia Commons) Myrtle Corbin había recibido proposiciones de matrimonio de varios hombres que la veían como una fuente de oro. Sin embargo, la joven los rechazó a todos, comprendiendo que no la querían a ella, sino a lo que representaba. A los 19 años, sin embargo, se casó con James Clinton Bicknell, un médico cuya posición económica saneada demostraba que no buscaba enriquecerse a costa de la fascinación que causaba la joven. Un año después de la boda, el doctor Lewis Whaley acudió al domicilio de la pareja por un fuerte dolor en el costado izquierdo de Myrtle, así como fiebre, dolores de cabeza y una disminución del apetito. El diagnóstico indicó que la joven estaba embarazada de su pelvis izquierda y, pese a que los médicos le aconsejaron abortar por las complicaciones que podían producirse debido a su caso, Myrtle daría a luz en los años posteriores a 5 hijos (3 en el lado derecho y 2 en el izquierdo). La vida de la mujer estadounidense, pese a que estuvo marcada por la peculiaridad de su anomalía congénita y su trabajo en espectáculos circenses, se mantuvo dentro de una cierta normalidad. Myrtle falleció el 6 de mayo de 1928, a los 60 años, por una infección en su pierna derecha. La fascinación por su cuerpo continuó tras su muerte: varios médicos y coleccionistas privados llegaron a ofrecer dinero a sus familiares por el cadáver, a lo que estos se opusieron. De hecho, algunas fuentes detallan que su ataúd fue cubierto con hormigón para evitar posibles robos. El arte circense contemporáneo: expresión y belleza A partir del siglo XX, los avances en la medicina y el cambio de sensibilidades sociales con respecto a la diversidad, el espectáculo y la dignidad humana provocaron que los espectáculos de curiosidades anatómicas perdiesen interés de forma paulatina. Lo que antes se veía como “una monstruosidad” comienza entonces a observarse desde una perspectiva humana: no eran seres esperpénticos, sino personas con condiciones médicas concretas. Espectáculo de acrobacias aéreas en un circo (Adobe Stock) El circo empieza a centrarse en el arte del movimiento, el virtuosismo físico y la expresión escénica, convirtiéndose en un espectáculo en el que se reivindican las capacidades y no la apariencia. En la actualidad, ha roto por completo con esa cultura de la denigración, enfocándose en un arte escénico en el que se mezcla la danza, el teatro, la música y la acrobacia. El espectáculo circense se ha reinventado hasta lo que conocemos en la actualidad: una demostración de cuerpos diversos, pero no poniendo la lupa en las diferencias físicas, sino en la belleza y la expresión que se crean con ellos. Es un cambio de mirada, una evolución desde el señalamiento de lo diferente hasta la reivindicación de un arte de gran tradición e impacto cultural.

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