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  • Se fue un chabón

    Usuhahia » Diario Prensa

    Fecha: 23/04/2025 11:40

    Qué bueno que la mayoría de las personas que más amo sientan dolor y congoja por la muerte del Papa y qué suerte que son de mi círculo afectivo. Qué triste pero qué bueno que sientan que se murió un buen hombre, de buen corazón. Hizo lo que dijo Cristo que hiciéramos, continuó su obra y fue un fiel representante del «chabón» de Nazareth en la Tierra. Fue también un hombre de barrio, que fue a la cancha a ver a San Lorenzo durante todo el año 46 y que supo de memoria la formación de aquel equipo. Y fue un hombre sin lujos, que supo saludar a las vecinas viejas y a las jóvenes, que no dudo en acariciar cabezas con piojos o perfumadas de tantos niños y otros tantos bebés, que recibió a enfermos con neurofibromatosis en el rostro y los acarició con compasión. Un hombre que lavó los pies de lo presos, que viajaba en subte, que comió choripan un viernes Santo ya siendo Francisco y que dijo: “¿Qué importa lo que coman?. Coman lo que quieran pero sean buenos”. Un hombre que no quiso zapatos Prada, cuando fue elegido Papa, que se puso un sombrero de Mariachi y se rió como un chico en la calesita, que saludó al falso Hombre Araña, un tipo disfrazado que le hizo morisquetas al pasar; el hombre que le besó los pies a los dirigentes de Sudán del Sur pidiendo por la paz. Un Papa que les dijo a los jóvenes: “¡Salgan y hagan lío!. ¡Peleen por sus derechos!. Un hombre que limpió al Vaticano de la corruptela y que persiguió a los curas pedófilos de su Iglesia. Un hombre a quien el mundo reconoce como el más humano de los papas, el más cercano a la gente, al que sentís ahí, cerca. Francisco te hacía sentir cerca, como lo hacía Diego. El dejó un mensaje de amor en todos los lugares que estuvo, siempre orgullosamente argentino, orgulloso de la educación pública que recibió en su país. Solo hay que ejecutar lo que dice para que salga bien. Un hombre que creyó en la justicia social solo por creer y hacer lo que dice Mateo 25. La caridad, el amor al prójimo. Un hombre que en su testamento especificó el lugar donde quería descansar eternamente: «Quiero una tumba sencilla al ras del piso, sin adornos y que solo diga `Francisco´». No soy creyente ni de rezar, por el momento, pero elijo a ese hombre como ejemplo a seguir por encima de la religión. También sé que en las trincheras no hay ateos y que en realidad ser agnóstico dura lo mismo para todos y que es el tiempo en que la azafata tarda en decir: “Son solo turbulencias, abróchense los cinturones y pónganse en posición de impacto”. Se ha ido un buen hombre, un hombre noble, de buen corazón, humilde, descalzo. Se ha ido un chico de barrio, ese siempre bondadoso que mandaban a buscar la pelota a la casa de la vecina, a la hora de la siesta. El de sonrisa honesta, el que con su carisma y luz le sacaba la chinche a la malhumorada mujer, por despertarla. ¡Y se fue justo en este momento donde más necesitamos esa luz para transitar por las tinieblas de la humanidad de estos tiempos!. Hay que seguirles los pasos a estos hombres. Ese es su legado. Siguiendo esos pasos es poco probable que te equivoques de camino. ¡Abramos los ojos argentinos!. Se fue lo más parecido a Cristo y nacido acá nomás. Se fue Francisco, «el chabón» del barrio de Flores que un día fue Papa.

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