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» Elterritorio
Fecha: 23/04/2025 06:45
El padre Fabián Báez es párroco en el barrio porteño de Villa Urquiza. Fue noticia en 2014 cuando el Papa lo reconoció y lo invitó a subir a su vehículo. miércoles 23 de abril de 2025 | 5:00hs. Francisco y el padre Fabián Báez en el momento del encuentro. El padre Fabián Báez es el párroco de la Iglesia Maria Reina del barrio porteño de Villa Urquiza. Y por esas casualidades de la vida su infancia también transcurrió en un barrio llamado Villa Urquiza, pero ubicado en la ciudad de Posadas. “Mi familia vivía en Ambrosetti y Rademacher. Recuerdo esas calles con mucho afecto y ahora me toca ser cura en un barrio del mismo nombre”, explicó a El Territorio. El sacerdote, que también es capellán de la Universidad Católica Argentina (UCA) fue noticia mundial el 8 de enero de 2014. Ese día fue a la Plaza San Pedro en la Ciudad del Vaticano y cuando el Papa Francisco lo reconoció entre la multitud lo invitó a subir al papamóvil y ese video se hizo viral mostrando la cara de emoción del cura posadeño. “Yo estaba en el medio de mucha gente y de repente cuando pasa el papamóvil él me reconoce y me pregunto si estaba solo. Luego me hizo el gesto para que me acerque. No podía creerlo, pero le hice caso y la seguridad me dio paso. Cuando me di cuenta ya estaba arriba del papamóvil y tengo tan presente la imagen de su rostro sonriendo y diciéndome ‘esta foto va a dar la vuelta al mundo’”, recordó el padre Báez. Su historia sacerdotal está ligada desde el inicio con la figura de Jorge Bergoglio. Fue quien en una confesión en la Iglesia del Salvador despertó su vocación a finales de la década del 80. “Yo había terminado la escuela secundaria en la Normal de Posadas y me vine a estudiar Derecho a la Universidad de Buenos Aires. En esos años Bergoglio estaba en el confesionario del Salvador y ahí durante un tiempo iba a confesarme. Así empezamos a dialogar y después le perdí el rastro porque se fue a Córdoba. Pero esos diálogos con él me ayudaron a descubrir mi vocación sacerdotal”, recordó el cura posadeño. Luego Báez ingresó al seminario y Bergoglio fue nombrado obispo auxiliar de Buenos Aires. “Durante esa etapa afianzamos el vínculo. Él siempre fue una persona muy empática y cercana a las necesidades de las personas. Alegre. Con un gran sentido del humor. Un tipo extraordinario en todo sentido”, dijo el padre Fabián. La ordenación sacerdotal del cura posadeño fue en el 2000. “Fue en el estadio de Obras porque éramos muchos curas para recibir el sacramento y había mucha familia y amistades. Fue una ceremonia realmente muy emotiva y ya para ese entonces Bergoglio era el arzobispo de Buenos Aires y el que nos ordenó como sacerdotes”. Como religioso, el padre Fabián trabajó en el Colegio Ceferino Namuncurá y en las iglesias del Pilar y de San Cayetano. Y a lo largo de su misión como sacerdote siempre mantuvo una relación muy cercana con el que más tarde sería llamado papa Francisco. “Los que tuvimos la bendición de conocerlo y de tratarlo nunca vamos a olvidar su luz. Porque sinceramente era una persona que irradiaba luz, fortaleza y alegría. Aún en los momentos más difíciles siempre salía con alguna anécdota para reír. Era sin dudas alguien muy especial y su partida se siente fuerte”, dijo Cuando Francisco fue ungido Papa, convocó al padre Báez para un proyecto de Escuela Política Global para formación a jóvenes de todo el mundo y por eso el sacerdote misionero viajó numerosas veces al Vaticano y siguió compartiendo la misión pastoral con el Papa argentino. “Muy activo y con humor” “Era ese tipo de personas que no cambiaba por el lugar que le tocaba ocupar. Muy coherente con su prédica. Él realmente lo que predicaba con la palabra lo hacía también desde sus obras. Estaba convencido de lo que creía. Porque tenía encima muchos años de estudio, de reflexión, pero sobre todo de una sensibilidad especial para los pobres y los desplazados. Le brotaba de adentro esa sonrisa hermosa cuando se enteraba que su gente de acá lograba objetivos. Recordaba con nombre y apellido a todos. Una mente realmente fuera de serie”, recordó el padre Fabián. También dijo que “cada vez que me llamaba por teléfono siempre hacía algún chiste. Su sentido del humor fue otra gran cualidad de vida. Por eso la última vez que me llamó, fue el 8 de febrero, unos días antes de que se internara por neumonía, fue la única vez que no hizo chistes. Que lo sentí cansado Y que me contó que le costaba respirar. Hablo muy poco y ese fue nuestro último diálogo”. El sacerdote recuerda que en esa última llamada telefónica ya noté su dificultad para tomar aire. Con la voz afónica y agitada. Le dije que tratara de descansar y me dijo que no podía. Que tenía jubileo y muchas tareas por delante. Porque esa también fue una característica de él. Fue siempre muy activo. Una vez le pregunté cuánto hacía que no tenía vacaciones y entre risas me respondió que la última había sido en 1974”. “Alivio por su descanso” “Tengo un sueño pesado y me pongo muchas alarmas para levantarme temprano. Pero ese lunes me desperté antes de las alarmas porque el teléfono vibraba a cada rato. Claro, cuando lo mire tenía como 80 llamadas y mensajes avisando su muerte”, recordó el sacerdote sobre el momento en la mañana del lunes. Y más allá del dolor que naturalmente implica perder a un ser querido, el padre Fabián dijo que “también sentí alivio, porque después de haberlo escuchado tan agitado y de haberlo visto el domingo de Pascuas con tanta dificultad para hablar, sinceramente eso me conmovió porque sé que a él por su personalidad no le gustaba verse así”. El sacerdote dijo que “desde febrero venía pasando días muy difíciles. Y los que lo conocemos sabemos que para él habrá sido muy duro eso de no poder hablar. Me daba cuenta en la expresión de su rostro de ese fastidio por no poder comunicarse. Era consciente de lo que le pasaba. Y por eso saber que descansa en paz y no está sufriendo me dio alivio”. Luego dijo que “ahora viene un tiempo de procesar todo lo vivido. Todavía no tuve ese momento de introspección profunda porque desde su partida es como que todos estamos hablando de él y lo sentimos muy presente aunque no esté físicamente. Seguramente con el tiempo me irá cayendo esa ficha”. “Francisco marcó mi vida” El padre Fabián está seguro que Francisco fue un faro en su vida. “Y no por haber sido Papa. Aunque hubiese seguido como arzobispo de Buenos Aires o como un cura confesando, fue una persona clave que marcó mi vida. Sus enseñanzas. Su ejemplo. Sus palabras siempre adecuadas a cada momento y a cada persona. Era como que tenía la capacidad de ver más allá de un rostro o un cuerpo”. Además, el padre Fabián dijo que “nos dejó a todos ese modo tan jugado y tan sincero de transitar la vida. Fue un modelo de cristiano. No sólo un modelo de cura o de Papa. Un modelo de cristiano coherente hasta la maceta. Por eso también creo que en estos días de internación y convalecencia habrá tenido tiempo de preparar su alma como él quería, con conciencia plena. Y quiso celebrar esa última Pascua y se fue en paz. Eso me reconforta” señaló finalmente.
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