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» Elterritorio
Fecha: 22/04/2025 09:27
Francisco priorizó las regiones marginadas en su diplomacia, visitando países de Europa del Este y África en lugar de los tradicionales feudos católicos occidentales. martes 22 de abril de 2025 | 4:30hs. Francisco buscó acercar países y condenó la escalada armamentista. Francisco priorizó las regiones marginadas en su diplomacia, visitando países de Europa del Este y África en lugar de los tradicionales feudos católicos occidentales. Ha defendido el multilateralismo y denunciado la industria armamentística, al tiempo que impulsó el diálogo interreligioso, destacándose en esta línea histórica su visita a Irak en 2021 y su acercamiento al islam. El Papa también contribuyó en 2014 a un acuerdo histórico entre Cuba y Estados Unidos, mediando en la reanudación de relaciones diplomáticas entre ambos países. Asimismo, en 2018, firmó un pacto con China sobre el nombramiento de obispos, aunque el control del Partido Comunista sigue limitando la autonomía de la Iglesia en el país asiático. Sin embargo, su diplomacia ha encontrado obstáculos en la guerra en Ucrania. A pesar de múltiples llamados a la paz, el conflicto ha debilitado su relación con la Iglesia ortodoxa rusa, liderada por el patriarca Kirill, quien respalda la postura de Moscú. Migraciones y medio ambiente Otros puntos importantes del pontificado de Francisco tienen que ver con su firme defensa de los migrantes y el medioambiente. En visitas a la isla italiana de Lampedusa y al campamento de Lesbos, denunciaron el trato inhumano que sufren quienes huyen de la guerra y la pobreza, y pidieron a los países europeos mayor apertura y solidaridad con los refugiados. En materia ambiental, en 2015 publicó la encíclica 'Laudato Si', en la que llamó a una “revolución ecológica” y criticó el “uso irresponsable de los recursos”. Ha sido un defensor del Acuerdo de París e insistió en la necesidad de una ecología integral que vincule la protección del planeta con la justicia social. Contra la represión del poder Apegado al estilo llano que caracterizó su papado, Francisco no eligió la tibieza ni la diplomacia. Cuando evocó la represión a trabajadores y jubilados frente al Congreso argentino este año, no habló en abstracto. Describió con rawza una escena todavía fresca en la retina nacional: “Obreros, gente que pedía por sus derechos en la calle, y la Policía la rechazaba con una cosa que es lo más caro que hay, ese gas pimienta de primera calidad”. La denuncia no fue una queja: fue un diagnóstico político: "No tenían derecho a reclamar lo suyo, porque eran revoltosos, comunistas. No, no, el gobierno se puso firme y en vez de pagar justicia social, pagó gas pimienta. Le convenció". La acumulación de riqueza Desde que se consideró jefe de la Iglesia Católica, Jorge Bergoglio apostó por una relectura evangélica que tensiona con el catecismo neoliberal. En su mensaje ante los movimientos, volvió a cargar contra la acumulación obscena de riqueza: "No es una virtud, es un vicio. Acumular no es virtuoso, distribuir sí lo es". Más aún: la ambición desenfrenada “no es fuerza creativa, sino actitud enfermiza”. En tono pastoral, pero con contenido punzante, habló de “una cultura muy fea: la del ganador”, que alimenta la lógica del descarte y convierte a las víctimas de la desigualdad en “tirados”. A esos marginados –los nadies, los rotos, los silenciados– les pidieron que no se resignen: “Si el pueblo pobre no se resigna y se organiza, más tarde o más temprano las cosas cambiarán para bien”. Francisco apuntó a la raíz del problema: la inequidad. Esa que “no sólo margina, sino que es el germen de los males sociales”. Formado como jesuita y peronista defendió la función social de la riqueza y propuso alternativas a modo de llamada a la acción: un salario básico universal, más impuestos a los multimillonarios y un pacto por la dignidad humana. Mal extractivo Francisco no se ahorró referencias incómodas para los dueños del discurso dominante. Con mirada crítica, alertó sobre la persistencia del colonialismo, ahora travestido de “progreso extractivo”: “Pienso en algunas experiencias de mi país donde el colonialismo se llama litio y se explota a tanta gente”. El mensaje no requiere subtítulos. De igual modo, fustigó a los sectores más ricos que, por pura avaricia, saboteaban las políticas de justicia social y de cuidado ambiental. “Disfrazan su codicia con ideología, pero es la vieja y conocida avaricia”, sentenció. Y cerró con una de esas frases de sobremesa de abuela que Francisco suele rescatar para hablarle al pueblo: “El diablo entra por el bolsillo”. Compartí esta nota:
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