Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Combatió en tres países, fue cowboy, amigo íntimo del hijo de Lincoln y gobernador de Santa Cruz: las mil vidas de Edelmiro Mayer

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 22/04/2025 04:55

    Edelmiro Máyer peleó en las guerras civiles, en la de secesión norteamericana y en la de México contra los franceses En el muelle del puerto eran muchos los que ese 28 de diciembre de 1873 habían ido a recibir a un argentino que hacía más de diez años que se ausentaba del país y que tenía mucho para contar. No era un hombre cualquiera: ya a los 22 años había defendido al Estado de Buenos Aires de la Confederación; lideró un regimiento de esclavos libres en la guerra civil de Estados Unidos y después se involucró en la lucha que México libraba contra las fuerzas imperiales francesas. Y todo eso lo había hecho en sus 36 años de vida. Si bien el 27 de mayo de 1837 cuando nació lo bautizaron con los nombres de Germán Edelmiro Demóstenes, pasó a la historia como Edelmiro Máyer y su vida es argumento clavado para una miniserie, ya que está plagada de batallas, duelos, romances y política. Máyer tenía 22 años cuando peleó en la batalla de Pavón. En primer plano se ve al general Bartolomé Mitre montado en un caballo blanco. Sería el triunfador de la jornada El papá de Edelmiro era un guardiamarina inglés que vino a Buenos Aires a probar fortuna en los tiempos de Bernardino Rivadavia. A John Máyer Arnold le fue bárbaro en la explotación agropecuaria y luego cuando incursionó en otros negocios, como el de una imprenta, que fue una de las más importantes de la ciudad. De su casamiento con Dolores María Posadas, nacerían 14 hijos. Edelmiro fue el décimo, y uno de los pocos que sobreviviría: cinco morirían de pequeños, otros tres ahogados en el río Luján, uno producto de la caída del techo y otro por una herida infectada. Su primera aproximación a las armas fue cuando, caído Juan Manuel de Rosas, defendió a Buenos Aires de la Confederación, liderada por Justo José de Urquiza. A los 15 años ya era alférez de artillería y su primera misión fue la de defender la isla Martín García. Robert Todd Lincoln. En su juventud, con Máyer fueron amigos y cuando mataron a su padre presidente le había ofrecido asociarse. Pero Máyer continuó con su vida aventurera en México (Wikipedia) Su primer golpe anímico fue cuando en marzo de 1853 su hermano mayor Federico, médico, fue asesinado por sicarios enviados por su suegra Luz Sosa, quien, de más está decirlo, no quería para nada a su yerno, casado con su bella hija Aurelia. Entre 1853 y 1859, cuando hubo una paz relativa, se dedicó a estudiar idiomas y cuando se reiniciaron las hostilidades volvió a pelear para el Estado de Buenos Aires. Después de la batalla de Cepeda fue ascendido a Ayudante Mayor. Tenía 22 años cuando se batió en Pavón. Restablecida la paz, junto con su hermano menor Carlos integraron un ejército enviado a reprimir a las montoneras del interior. A los 25 años era teniente coronel graduado. Benito Juárez dirigía los destinos de México cuando fue la invasión francesa. Máyer quedó encandilado con su figura (Oleo de Pelegrín Calvé) Dos noticias desagradables lo obligaron a darle un golpe de timón a su vida. Por un lado, su hermano había sido muerto en La Rioja a manos de las montoneras de Chumbita, lo que lo derrumbó anímicamente. Máyer estaba enamorado de una chica cuyo padre era un ferviente rosista que miraba con malos ojos a ese alocado liberal que lo único que hacía era combatir y no sentaba cabeza. El hombre prohibió la unión a pesar de que su hija estaba esperando un hijo suyo, y para cortar con el asunto envió a la chica a un campo al interior de la provincia de Buenos Aires. En la Guerra de Secesión Máyer decidió viajar a Estados Unidos e involucrarse en la guerra civil peleando con el ejército del norte. Llegó a Nueva York en 1863 e impresionó a los militares de ese país por sus conocimientos. Se lo conocía como “el cowboy argentino” por su habilidad para montar. En la Academia Militar, donde fue instructor, se hizo amigo de Robert Todd Lincoln, el hijo del presidente, seis años menor que él. Otro de los retratos que se conservan del protagonista de esta historia, que a lo largo de su vida había sido militar, escritor, periodista y gobernador Bregó en los altos mandos y con artículos periodísticos por la formación de batallones de negros, fundamentando que habían sido importantes en la lucha por la independencia en América del Sur y además por experiencia propia, ya que él los había liderado en las guerras internas de ese país. Primero fue capitán en el Regimiento 4 de Infantería de Color y luego mayor en el Regimiento 7, también de hombres liberados. Estando en Estados Unidos, su madre le anunció que había sido padre de un varón, Adolfo, que la madre había quedado débil y que el padre continuaba en su irreductible posición de no saber nada con que se convirtiese en su yerno. A esa altura, integraba la plana mayor del Regimiento 30 de Infantería de Color. En la batalla de Olustee, en la Florida, en 1864, fue herido gravemente de dos tiros cuando enarboló la bandera para guiar a su unidad. Le llevó meses recuperarse y regresar a la acción. Estuvo en el sitio de Richmond y en la batalla de Appomattox, que determinó el fin de la guerra civil. Se lo vio desfilar junto a las tropas por las calles de Washington. Durante la fiesta organizada por su batallón, llevó como sorpresa al hijo del presidente; a la misma hora, su papá era asesinado en el Teatro Ford. Hoy convertido en el Museo de los Pioneros, esta casa fue habitada por Edelmiro Máyer cuando fue gobernador del territorio de Santa Cruz (Captura video Dirección de Turismo de Río Gallegos) Robert, que era abogado, le propuso asociarse y llevar adelante el estudio que era de su padre, en Springfield, la capital del estado de Illinois. Luego de pensarlo, prefirió integrar la fuerza al mando del general Philip Sheridan quien desplegó a más de 50 mil hombres a lo largo del Río Grande en Texas como una demostración de fuerza ante los franceses, que habían invadido México con el pretexto de cobrar la deuda con ese país. Con Benito Juárez En noviembre de 1865 pidió la baja y a comienzos del año siguiente integraba un grupo de voluntarios que cruzó la frontera para llevarle armas a Benito Juárez, el jefe de gobierno mexicano que luchaba contra la intervención extranjera. Quedó encandilado con la figura de Juárez, y por sus antecedentes militares y experiencia fue jefe del Batallón Zaragoza, con el que luchó contra los franceses. Tuvo un serio conflicto con su segundo jefe, el teniente coronel Cañas, quien siempre le demostró una abierta antipatía. Máyer ignoraba que con una chica con la que había mantenido una fugaz relación era la hermana de Cañas, y éste quería limpiar el honor. La relación terminó de la peor manera, con un duelo “a la texana”, donde los dos hombres montados se dispararon a mansalva. Cañas murió y Máyer tardó meses en recuperarse de las cinco heridas de bala que recibió. En ese tiempo recibió la noticia de que su novia en Buenos Aires había fallecido y que el hijo era criado por la hermana de él. Luego de la batalla de Santa Gertrudis en junio de 1866, donde las fuerzas de Máyer aplastaron a tropas enemigas, fue ascendido a coronel y cuando el emperador Maximiliano finalmente fue derrotado y hecho prisionero en Querétaro, recibió los despachos de general. De su paso por ese país, escribió Campaña y guarnición, las memorias de un militar argentino en el ejército republicano de Benito Juárez, de cuyo estudio preliminar hemos tomado los principales detalles de su vida militar, reseñados por Rosendo Fraga. Una vez derrotados los franceses, Máyer estaba en la disyuntiva si regresar a Buenos Aires o permanecía en México, cuando el político y militar Porfirio Díaz lo tentó para integrar la Revolución de la Noria, que buscaba impedir la reelección de Juárez. Antes de sumarse, para no figurar como un traidor, dejó el ejército. El movimiento sedicioso fracasó y estuvo a punto de ser fusilado, pero a último momento el propio Juárez, tal vez influenciado por diversos hombres que pidieron por Máyer, Sarmiento entre ellos, le perdonó la vida. En el medio, había colaborado en distintos periódicos, realizó traducciones, como los relatos de Edgar Allan Poe, y escribió un diccionario de música. Consideró que su tiempo en México había terminado y viajó a Estados Unidos. Pensó ir a Cuba para participar en los movimientos para librarse del dominio español, pero luego de un viaje que realizó a Londres en busca de inversiones para un negocio, en diciembre de 1873 decidió volver al país. Tenía 36 años y era general. Pero nadie es profeta en su tierra. Cuando intentó incorporarse a la vida institucional, se argumentó que por una ley de 1869 ya no era argentino, ya que había sido empleado por otros países, sin el permiso de nuestro gobierno, y que por lo tanto había perdido la ciudadanía. Su caso mereció un debate en el Congreso y finalmente en julio de 1874, luego de una brillante defensa de Aristóbulo del Valle, se le reconocieron sus plenos derechos políticos. En 1875 fue electo diputado y su última aventura militar fue cuando integró el estado mayor de Carlos Tejedor, cuando éste se levantó contra el gobierno nacional. Derrotado el gobernador, Máyer como todos los involucrados sufrieron las consecuencias: perdieron sus grados militares. Cuando el presidente Julio A. Roca los restituyó, él los rechazó. En los negocios no le fue bien, ya que fracasaron sendos proyectos de un puerto y de un dique transportador en Zárate, y sobrevivía acercando inversores extranjeros que pocas veces llegaban a realizarse. En 1889 se casó con la uruguaya Ana María Burmester, con la que tuvo dos hijos. Cuando sus finanzas estaban por el piso, llegó la mano salvadora del presidente Carlos Pellegrini: lo designó gobernador del territorio de Santa Cruz. Y hacia allá fue. Se instaló en Río Gallegos en la gobernación y, cuando el edificio se incendió, se alojó en la casa del médico Arthur Fenton, donde hoy funciona el Museo de los Pioneros. Desarrolló una intensa actividad de obra pública, de educación, policía y conquista del vasto territorio desértico que componía el territorio. Luis Sáenz Peña sucedió a Pellegrini y continuó en el cargo, y muchas veces el gobierno hacía caso omiso a sus pedidos de ayuda. Elaboró políticas para alentar el aumento de población al oeste del territorio, donde había comprobado la penetración chilena. En la noche del 3 de enero de 1897 sufrió un derrame cerebral mientras leía y falleció al día siguiente. Con su entierro en la Recoleta, terminaba la vida, un tanto novelesca de un argentino que fue un cowboy yanqui, un gringo en México y un aventurero de todas las latitudes.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por