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CABA » Plazademayo
Fecha: 22/04/2025 00:09
Aunque nunca volvió a su país natal, siempre estuvo involucrado en los debates locales. El 13 de marzo de 2013, el mundo entero se sorprendió con la noticia de que, por primera vez en siglos de historia, un arzobispo jesuita y latinomericano había sido elegido Papa. Se trataba de Jorge Mario Bergoglio, quien a sus 77 años eligió el nombre de Francisco en alusión a San Francisco de Asís, emblema del compromiso de la Iglesia Católica con los pobres. Y, desde el primer momento, el argentino marcó diferencias con sus antecesores. Austeridad Al igual que lo había hecho en Buenos Aires, cuando todavía era el cardenal Bergoglio, Francisco rechazó toda muestra de ostentación durante su papado. Así lo dejó en claro desde el día de su asunción como jefe de Estado de El Vaticano, ya que se negó a vestir los lujosos zapatos de cuero y bordados en oro que usaba su antecesor, Benedicto XVI, y que fabricaba el reconocido zapatero italiano Adriano Stefanelli. En su lugar, Francisco salió a saludar a los cientos de miles de fieles que festejaban en la plaza San Pedro el inicio de su papado, con los humildes y gastados zapatos con los que había viajado desde Buenos Aires, sin saber que sería elegido Sumo Pontífice y que nunca volvería a su ciudad natal. También decidió vivir en Santa Marta, una casa cuya sencillez contrasta con la opulencia del Palacio Lateranense que solían habitar los papas. Francisco, además, nunca se tomó vacaciones y, de haber podido, habría viajado en transporte público como lo hizo siempre en Buenos Aires. Rebeldía El 25 de julio de 2013, solo cuatro meses después de haber comenzado su papado, Francisco ofreció un discurso que impactó en el mundo entero y que marcó el tono que le imprimiría a su gestión al frente de la Iglesia Católica. «Quiero lío en las diócesis, quiero que se salga afuera, quiero que la Iglesia salga a la calle, quiero que nos defendamos de todo lo que sea mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, de lo que sea clericalismo, de lo que sea estar encerrados en nosotros mismos, las parroquias, los colegios, las instituciones son para salir, si no salen se convierten en una ONG. Y la Iglesia no puede ser una ONG. ¡Hagan lío!», afirmó durante la Jornada Mundial de la Juventud que se realizó en Río de Janeiro. Las palabras del Papa se interpretaron como un acto de rebeldía, de urgencia de transformación de una Iglesia envuelta en desprestigio por denuncias de corrupción, abusos sexuales masivos y su distanciamiento de los fieles. A partir de entonces, pregonó la importancia de la humildad y se consolidó como el primer Papa que intentó transparentar los manejos financieros y políticos de El Vaticano. Hizo lío. Desigualdad Francisco siempre hizo honor al nombre que adoptó, ya que condenó con asiduidad la acumulación de la riqueza, defendió a rajatabla la justicia social y denunció el impacto del cambio climático. Se convirtió en el primer papa progresista. «El dinero y el poder ensucian«, dijo en 2016 a 226 obispos que participaban en la Conferencia Episcopal Italiana. «El desarrollo exclusivista hace que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres», añadió tres años más tarde, en otro discurso. En septiembre de 2024, pidió que los gobiernos impusieran más impuestos a los más ricos para poder distribuirlos entre los pobres. «El Estado, hoy más importante que nunca, está llamado a ejercer ese papel central de redistribución y justicia social (…) El dios mercado y la diosa ganancia son falsas deidades que nos conducen a la deshumanización y a la destrucción del planeta. La historia lo ha demostrado en muchas y muy tristes oportunidades», advirtió. Las posiciones de Francisco, que en muchos casos provocaron polémicas, lo fueron alejando de los sectores más conservadores de la Iglesia Católica y de los políticos de la ultraderecha, que avanzaron en los casilleros de poder en la última década y que lo consideraron un adversario. Sensibilidad En mayo de 2024, el papa sorprendió al develar aspectos de su vida personal durante la clausura del ‘Encuentro Internacional de Sentido’, que se realizó en El Vaticano y que fue organizado por la fundación Scholas Occurrentes, que él tanto impulsó. Ahí, un joven le preguntó cuál era su recuerdo más antiguo, a lo que respondió que los almuerzos con su abuela paterna, Rosa Vasallo. «Ahí se hablaba piamontés. Mi primera lengua fue el piamontés. Después aprendí el castellano», dijo al referirse al origen italiano de su familia. Más tarde, recitó de memoria los primeros versos de Everness, un poema del argentino Jorge Luis Borges: «Solo una cosa no hay, es el olvido / Dios, que salva el metal, salva la escoria / y cifra en su profética memoria / las lunas que serán y las que han sido». También recordó que, durante su infancia, su padre le leía ‘Corazón, diario de un niño’, un clásico del escritor Edmondo De Amicis, que le permitió introducirse en la literatura, en tanto que su abuela, a quien siempre mencionaba, le hacía repetir fragmento de ‘Los novios’, una novela de Alessandro Manzoni. «El arte te abre mucho, te hace comprensivo y te aligera el corazón», añadió el Papa en una presentación que tuvo un tono inusualmente íntimo. Argentina Francisco nunca quiso viajar a Argentina, pero siempre estuvo presente. Líderes que se alternaron el poder en los 12 años que duró su papado se disputaron sus favores y trataron de usarlo políticamente. Mientras fue el cardenal Bergoglio, es decir, la figura eclesiástica más importante del país, se erigió en opositor a los expresidentes Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner. Por eso, cuando fue elegido Papa, los antikirchneristas celebraron. Pero se llevaron una sorpresa. Bergoglio recibió en siete ocasiones a Fernández de Kirchner, se mantuvo cercano a los movimientos populares del país (y del resto del mundo). El Papa se negó a regresar a Buenos Aires a sabiendas de que su presencia sería usada políticamente y abonaría a la polarización. En cambio, priorizó viajes a otros países de la región, como Brasil, Paraguay, Bolivia, Chile y Colombia. En cada gira se especuló con la posibilidad de una escala en Argentina que, finalmente, nunca se cumplió. Los 10 momentos emotivos en los que el papa Francisco quebró el molde El sumo pontífice de la Iglesia Católica se destacó por actuar por fuera de los protocolos del Vaticano y por acercarse más a la gente. Desde que asumió el Pontificado en marzo de 2013, el argentino Jorge Bergoglio, más conocido como el papa Francisco, protagonizó momentos emotivos y sorprendentes para el cargo que ocupó hasta su muerte, por tener una personalidad que lo llevó en muchos casos a desligarse del protocolo. Sus palabras y sus gestos al frente del Vaticano dieron que hablar, sobre todo por su sencillez a la hora de mantener encuentros tanto con sus fieles como con personalidades reconocidas mundialmente. Distante de toda pompa y ostentación, Bergoglio dio un vuelco a una institución que en los ocho años anteriores se había caracterizado por problemas y escándalos. También pronunció discursos disruptivos para la historia de la Iglesia católica. Especialmente por su compromiso y cercanía con los pobres y los enfermos, sus críticas al consumismo y al capitalismo, sus mensajes a la comunidad LGBT*, y el cuestionamiento de las conductas de los propios miembros de la iglesia. Cerca de la gente
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