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  • El teólogo cordobés Adolfo Ariza analiza las claves sobre el pontificado de Francisco

    » Diario Cordoba

    Fecha: 21/04/2025 21:32

    Establecer las coordenadas teológicas – más en este momento – sobre las que ha navegado el pontificado del Papa Francisco no deja de tener su complejidad y, sin embargo, cabe la posibilidad de proponer ya desde esta hora un doble esbozo de lo que han sido las coordenadas de un pontificado en el que – sin que tenga porque sonar a tópico - no es deslindable el pontífice y la persona. Las primeras de las coordenadas vienen dadas por tres de sus textos magisteriales. En primer lugar se podría situar la exhortación apostólica Evangelii Gaudium (24 de noviembre de 2013). De la misma llego a decir Francisco, en el año 2015 en un congreso de la Iglesia italiana, que es la gran indicación a reflexionar, de forma sinodal, en cada comunidad, parroquia, institución, diócesis y región. Y en segundo y tercer lugar la encíclica Laudato si (24 de mayo de 2015) sobre el cuidado de la casa común y la encíclica Fratelli tutti (3 de octubre de 2020) sobre la fraternidad y la amistad social. La clave, tal y como propone el historia italiano Andrea Riccardi, es una “Iglesia firmemente centrada en el Evangelio y en la proximidad a los pobres emerge una cultura social que se expresa en dos encíclicas”. Un paralelo de esta perspectiva se encuentra en los signos reveladores de su visión que dejó al término del Jubileo de la Misericordia para que la Iglesia celebrara a cada año: el Día Mundial de los Pobres y el Domingo de la Palabra de Dios. Dos baluartes de su mensaje. Las segundas de las coordenadas nos tendrían que remitir al pensamiento del teólogo del siglo pasado Romano Guardini (Verona 1885- Munich 1968) – fundamentalmente en su obra de antropología filosófica titulada El contraste - en el que Bergoglio aprende “una tensiones bipolares” propias de toda realidad social y unos principios relacionados con las mismas tensiones. Vayamos al caso. La primera de estas tensiones es la que se establece entre “la plenitud” y “el límite” y el subsiguiente principio es el que nos dice que el tiempo es superior al espacio. De manera que “el único patrón para valorar con acierto una época es preguntar hasta qué punto se desarrolla en ella y alcanza una auténtica razón de ser la plenitud de la existencia humana, de acuerdo con el carácter peculiar y las posibilidades de dicha época” (EG 224). La segunda de las tensiones viene dada por la relación entre “la unidad” y “el conflicto”. Con esta tensión se relaciona el principio que recuerda que “la unidad prevalece sobre el conflicto” dando lugar a situaciones en las que “el conflicto no puede ser ignorado o disimulado”; necesariamente, “ha de ser asumido”. De manera que, por ejemplo, no habrá verdadera “amistad social” sin la consideración, pues, de que “la unidad es superior al conflicto”. No se trata, ni muchísimo menos, de “un sincretismo ni por la absorción de uno en el otro”, sino de “la resolución en un plano superior que conserva en sí las virtualidades valiosas de las polaridades en pugna” (EG 228). El Papa Francisco. / Reuters Como tercera tensión o polaridad propone Bergoglio la de “la idea” y la de “la realidad” así como el subsiguiente principio de que “la realidad es más importante que la idea”. Desde aquí se podrán evitar “diversas formas de ocultar la realidad”: “los purismos angélicos, los totalitarismos de lo relativo, los nominalismos declaracionistas, los proyectos más formales que reales, los fundamentalismos antihistóricos, los eticismos sin bondad, los intelectualismos sin sabiduría” (EG 231). Y finalmente una cuarta polaridad que radica en la relación entre “la globalización” y “la localización” cuya más idónea comprensión radicará en el principio de que “el todo es superior a la parte” y donde “el modelo no es la esfera, que no es superior a las partes, donde cada uno es equidistante del centro y no hay diferencia entre unos y otros” (EG 236) sino “el poliedro”. En esta misma senda de pensamiento cabría señalar en Bergoglio/Francisco otras polaridades luminosas para la comprensión de la vida de la Iglesia. A saber: contemplación/acción, pueblo/jerarquía, dulzura/fuerza, primado/colegialidad, masculino/femenino, pasado/presente, teología/pastoral. Todas estas polaridades y antinomias son esclarecidas por el pueblo fiel que es la Iglesia en la que acontece la síntesis de las tensiones de la vida abrazadas por el Espíritu por una verdadera mística en la que queda sublimada toda dialéctica desde la clave del elogio sepulcral de san Ignacio de Loyola: Non coerceri maxim, continieri tamen a minimo, divinum est (No tener límite para lo grande, pero concentrarse en lo pequeño).

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