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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 21/04/2025 06:55
John Darwin desaparece en 2002 tras salir en su canoa hacia el Mar del Norte, desatando un operativo de búsqueda (Policía de Cleveland) El 21 de marzo de 2002, John Darwin, ex oficial penitenciario de Hartlepool, Inglaterra, fue visto por última vez mientras remaba en su canoa en las frías aguas del Mar del Norte. Ese mismo día, su esposa Anne Darwin denunció su desaparición. De inmediato se lanzó una intensa búsqueda por tierra y mar. Las autoridades hallaron un remo y, poco después, los restos de la canoa, lo que los llevó a concluir que Darwin había muerto en un accidente. Por aquellos días las aguas del Mar del Norte estaban inusualmente calmas para esa época del año. Ningún experto podía explicarse lo sucedido. Al día siguiente, Anne tuvo que comunicarle la “muerte” de John a sus dos hijos, Mark y Anthony, y al padre nonagenario de su esposo. Una escena dolorosa, pero también completamente falsa. Aquello fue “una pesadilla” y algo de lo que se sentirá arrepentida “por toda la eternidad”, declararía años más tarde Anne en una entrevista con ITV en 2016. Desde el inicio, el plan estaba cuidadosamente diseñado. El matrimonio vivía en una casa frente al mar y aprovechó esa localización para montar una desaparición creíble. Aunque John no era un usuario habitual del kayak, comenzó a practicar con frecuencia para que lo vieran en el agua, construyendo así la narrativa de un hombre que remaba con regularidad. Un escondite insospechado y los primeros pasos del fraude Mientras las autoridades seguían buscando el cuerpo, John Darwin estaba más cerca de lo que nadie podía imaginar. Durante más de un año vivió escondido en una propiedad contigua a la casa familiar, una de las viviendas adquiridas por el matrimonio tiempo atrás. De hecho, compartían medianera y hasta había puertas internas que las conectaban. John vivió más de un año escondido en una casa conectada a su hogar mientras se simulaba su muerte (Move to Panama) En ese período, Anne comenzó a contactar a diversas aseguradoras para iniciar los trámites de cobro de las pólizas de seguro de vida. Sin embargo, la falta de un cadáver y de un certificado de defunción complicaba el proceso. La presión aumentó: luego de una última advertencia de John, la mujer logró convencer a la policía para que acelerara el trámite. Finalmente, en 2003, John Darwin fue declarado oficialmente muerto, lo que habilitó a su esposa a cobrar alrededor de 300.000 libras esterlinas. Con el dinero, comenzaron a planificar una nueva vida. Para reforzar la farsa, Anne realizó un simulacro de despedida simbólica en la playa junto a sus hijos. Mientras tanto, John, oculto y con acceso a internet, empezó a despilfarrar parte del dinero en apuestas online y en sitios de citas. Un nuevo comienzo: el sueño panameño Con los hijos ya adultos y emancipados, la pareja proyectó una fuga al extranjero. Tras descartar otros destinos, optaron por Panamá, país que ofrecía facilidades impositivas y oportunidades de inversión inmobiliaria. En julio de 2006, viajaron por primera vez a ese país usando un pasaporte falso a nombre de John Jones, identidad tomada de un bebé fallecido en 1950. Durante su estancia, visitaron varias inmobiliarias. En una de ellas se tomaron una fotografía con dos agentes locales, que años más tarde se convertiría en una de las piezas clave de su caída. Mientras tanto, John le pidió a Anne que regresara temporalmente al Reino Unido para vender las propiedades y transferir el dinero a una cuenta panameña. Anne Darwin denuncia la desaparición de su esposo mientras la pareja ejecuta un plan de fraude para cobrar seguros (Policía de Cleveland) Pero surgieron obstáculos: para adquirir propiedades en Panamá, John necesitaba documentación legal y su identidad falsa no le permitía completar los trámites. Fue entonces cuando ideó un nuevo plan: regresar a Inglaterra y fingir amnesia, con la esperanza de recuperar su verdadera identidad para ser propietario en Panamá y tener la visa correspondiente. El 1° de diciembre de 2007, John apareció en una comisaría de Londres y afirmó sufrir un cuadro de amnesia total, lo que reavivó la historia y provocó una explosión mediática. La falsa resurrección: el regreso de John Darwin y la coartada de la amnesia Cinco años después de haber fingido su muerte, John Darwin se presentó en la comisaría de West End, en Londres, afirmando que no recordaba quién era. Declaró que padecía amnesia y que creía haber sido “una persona perdida”, según BBC. Su repentina aparición conmocionó a los medios británicos, que lo apodaron “el hombre de la canoa”, y generó un escándalo de proporciones nacionales. Su retorno desconcertó a sus hijos, Mark y Anthony, quienes habían aceptado con dolor la presunta muerte de su padre. Mientras John intentaba reconstruir su identidad para poder comprar propiedades en Panamá, Anne seguía allí, afirmando estar conmocionada con la noticia del regreso, como detalló la BBC. La historia de la supuesta amnesia comenzó a derrumbarse días más tarde, cuando un lector del Daily Mirror hizo una búsqueda en Google Imágenes utilizando los términos “Anne”, “John” y “Panamá”. Allí encontró una fotografía tomada en 2006, en la que la pareja aparecía sonriente junto a empleados de una inmobiliaria en Ciudad de Panamá. Fue la pista clave para acusarlos por estafa. De inmediato, las autoridades emitieron una orden de detención contra John, quien fue arrestado en la casa de su hijo Anthony. Anne, por su parte, fue localizada por un periodista del Daily Mail en Panamá, quien la acompañó en su vuelo de regreso a Inglaterra. Apenas aterrizó, fue detenida y comenzó a revelar detalles de la historia a la prensa británica. El matrimonio Darwin trasladó su fraude internacionalmente, usando identidades falsas para iniciar una vida en Panamá (Policía de Cleveland) El juicio, la condena y el derrumbe del matrimonio En medio del escándalo, tanto John como Anne Darwin enfrentaron cargos por fraude y falsificación. El juicio comenzó en 2008 y tuvo un giro determinante cuando Anne decidió cooperar con las autoridades y revelar la verdad. La defensa de Anne alegó que ella había sido víctima de coerción conyugal, pero el tribunal no aceptó ese argumento. El 23 de julio de 2008, ambos fueron declarados culpables: John recibió una condena de seis años y tres meses y Anne fue sentenciada a seis años y medio de prisión. Él recibió una pena adicional por la falsificación de documentos. Durante el juicio, sus propios hijos, Mark y Anthony, testificaron en contra de su madre, lo que dejó al descubierto la magnitud del daño familiar. Aun así, Anne intentó justificar su rol en el plan: “John dijo que sólo había una manera de salir de esta situación y esa era fingir su muerte. Traté de razonar con él para que no lo hiciera. Le dije que era incorrecto”, dijo en una entrevista citada por la BBC. Tras la condena, el vínculo entre ambos se rompió definitivamente. Se divorciaron mientras estaban en prisión y, cuando cumplieron sus condenas, los dos salieron en libertad. Ruptura definitiva y nueva vida tras las rejas Tras cumplir su condena por fraude y falsificación, Anne Darwin salió en libertad en 2011, momento en el que se distanció por completo de su esposo. Según explicó a The Guardian en 2016: “No me había dado cuenta de cuánto me manipulaba John hasta que estuve en prisión. Tuve que ver a un psicólogo para que finalmente me ayudara a ver las cosas bajo una luz diferente”. Según su versión, fue recién en ese contexto de encierro y reflexión que logró emanciparse mental y emocionalmente del control de su marido: “Hasta entonces siempre había tenido su voz en mi cabeza. Finalmente, cuando se desvaneció, pude tomar decisiones por mí misma y me di cuenta de que no tenía que depender de él. Podría arreglármelas sola”. Luego de cumplir condena, Anne dijo que su marido la manipulaba Ese mismo año, según reportó The Independent, John Darwin le envió a Anne una foto suya con un símbolo de derechos de autor, en lo que fue interpretado como un gesto de posesividad y hostigamiento. Poco después se formalizó el divorcio, con el argumento de “comportamiento irrazonable”. Libre ya de la relación, Anne optó por contar su historia en primera persona. En 2016 publicó sus memorias, tituladas Out of My Depth, cuya promoción indicaba: “Después de años de permanecer en silencio, Anne Darwin finalmente revela la verdad detrás del crimen que destrozó a su familia”. La vida de Anne después de la prisión se centró en la reconstrucción del lazo con sus hijos, quienes inicialmente la habían repudiado. Durante su reclusión en Low Newton, en el norte de Inglaterra, escribió cartas a Mark y Anthony pidiéndoles perdón. Aunque al principio no recibió respuesta, meses después Mark le contestó. “(La carta) me dio la esperanza de que no los había perdido por siempre, lo cual a esas alturas creía que había pasado”, relató en una entrevista con la BBC. Luego de esa primera respuesta, Mark la visitó en la cárcel: “El saludo fue bastante frío, fue una visita difícil, pero cuando estaba por acabarse, hubo un poco de afecto. Me sentía muy aliviada y esperanzada”, explicó Anne. Su hijo menor, Anthony, también se reencontró con ella. En una de esas visitas, Anne recibió la noticia de que había sido abuela por primera vez, lo que marcó el inicio de un nuevo capítulo en su vida: “Fue una visita muy emotiva”. Actualmente, Anne Darwin está jubilada y vive sola en el norte de Inglaterra. Ha logrado restablecer vínculos con sus hijos y nietos, quienes hoy la incluyen en sus vidas cotidianas. Además, utilizó las habilidades laborales que adquirió en prisión para conseguir un puesto en la RSPCA (Real Sociedad para la Prevención de la Crueldad contra los Animales), y las ganancias de su libro fueron donadas a organizaciones como RNLI y la propia RSPCA. Anne Darwin escribió sus memorias Nueva esposa, nueva vida y una botella Por su parte, John Darwin se trasladó en 2015 a Filipinas, donde se casó con una mujer 23 años menor que él, llamada Mercy Avila Darwin. Juntos administran un puesto en el mercado en Manila, según The Independent. A diferencia de Anne, John ha evitado entrevistas y vive alejado de sus hijos. En 2023, una noticia reavivó el interés por el caso cuando un niño de 12 años encontró una botella con un mensaje supuestamente escrito por John el mismo día de su desaparición, el 21 de marzo de 2002. El hallazgo se produjo en una playa de Eastbourne, en el condado de East Sussex, y el mensaje decía: “Estimado/a buscador/a: Por favor, escríbame y dígame dónde encontró la botella. Tengo 51 años, soy piragüista y nací el 14 de agosto de 1950. Soy John Ronald Darwin, 3 The Cliff, Seaton Carew, Hartlepool, Condado de Durham”. Aunque el hallazgo causó revuelo, Mercy, la actual esposa de John, puso en duda la autenticidad del mensaje. “No es su escritura”, declaró a la prensa, sembrando dudas sobre si la carta había sido realmente lanzada al mar por John antes de su desaparición, según Daily Mail. Un especialista del Centro Nacional de Oceanografía, el doctor Bablu Sinha, consideró que el viaje de la botella era plausible, aunque “especulativo”, y detalló posibles trayectorias oceánicas que explicaran su arribo a la costa sur inglesa. “Prefiero pensar que es un viaje épico hacia las profundidades del océano y de regreso”, comentó el científico. Así, como esa botella que emergió tras décadas desde lo insondable, la historia de John y Anne Darwin también volvió a la superficie, arrastrada por las corrientes del recuerdo público y el interés mediático. Lo que comenzó como un acto desesperado para escapar de las deudas se transformó en un símbolo moderno del engaño, la complicidad y la redención tardía. Entre pasaportes falsos, fotos incriminatorias, cartas desde prisión y una canoa vacía que flotó en el imaginario británico durante años, el caso sigue navegando —como esa carta en el mar— por los meandros de la memoria colectiva, dejando tras de sí una estela de incredulidad que todavía no termina de disiparse.
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