21/04/2025 04:53
21/04/2025 04:52
21/04/2025 04:51
21/04/2025 04:51
21/04/2025 04:50
21/04/2025 04:49
21/04/2025 04:49
21/04/2025 04:48
21/04/2025 04:47
21/04/2025 04:46
» El litoral Corrientes
Fecha: 20/04/2025 21:50
n Yo conduzco dijo Salomón saliendo de la ciudad, giró en el monumento de los españoles hacia Gobernador Ruiz,para buscar la Avenida Armenia conocida arteria por ser una de las primeras asfaltadas de la ciudad luego de la instalación de la Fábrica Tipoití, al finalizar el predio industrial giró a la izquierda buscando el norte, las calles de tie- rra colorada recibieron al conductor y sus acompañantes, iban a conocer su nuevo hogar, fruto del esfuerzo y ahorro alcanzaron a pagar el precio que pedía el vendedor, que adujo tener urgencias financieras, se quedó corto, guardó el secreto terrible de la casa que vendía. Bajaron todos al unísono observando el nuevo domicilio, tenía planta baja y una planta superior, primer piso. Salomón y su familia se ocuparon en acomodar los muebles y utensilios que todo traslado implica, que esto va allá, la cama por aquí y sigue la retahíla, nosotros vamos arriba dijeron los niños. Los nuevos ocupantes la primera noche organizaron una cena inaugural, vinieron los padres de los esposos, algunos amigos y festejaron de lo lindo hasta bien entrada la madrugada, los niños jugaban entre sí, no había caso, el sueño no los vencía, estaban sobrexcitados. Terminada la jarana fueron a dormir. El día siguiente, era domingo casi al mediodía, con la modorra para preparar el almuerzo y limpiar un poco el desastre de la noche anterior. Bajó la nena sonriente y correteando por los nuevos espacios, despreocupada. Ante la pregunta de sus padres -y tu hermanito-, ella con total desparpajo respondió; -está conversando con su nueva amiguita-. La cara de los padres se convirtió en un arcoíris, desfilaban los colores sin dar tiempo a nada, en silencio medroso ascendieron a las zancadas al piso superior, el niño, su hijo, hablaba animadamente con la figura de una niña casi transparente, entre existente e inexistente, las palabras del niño eran normales, las de la niña o lo que resultare ser venían del fondo del pasado, acompasadas con una tonada guaranítica. Los espantados padres miraban con asombro la escena sin comprender o intentar entender lo que venían, sus mentes estaban ocluidas ante lo inexplicable. De pronto la extraña visitante giró observando a los extraños, ahora dueños de la casa, los ojos reflejaban luminiscencias celestes raras, no provocaban miedo sino una extraña paz. El quedarse mudos les permitió escuchar parte de la conversación que siguió fluida y animada. -Como te he dicho- expresaba el espectro de la niña, -yo estoy ente- rrada aquí, debajo de la casa, justo donde hay un lugar con leñas-. El niño en su inocencia contestó: -y cómo estás conmigo entonces-. Ella sin cambiar de color y transparencia agregó: -me dan permiso mis padres que descansan conmigo, cuando saben que existe un niño bueno como tú, porque o sino no me dejan salir-. El espanto que inmovilizó a los padres cedió un poco, con sigilo la madre se escurrió detrás del niño y lo tomó entre sus brazos, trasladándolo hacia la puerta. La aparición entendiendo la existencia de extraños, se despidió con estas palabras: -después seguimos jugando y hablando. Más tarde trasladaron la cama de sus hijos a su habitación, por precaución. Todo fue en vano, el fantasma de la niña volvía a aparecer en cualquier rincón. Antes de ello hacía ruidos en el primer piso, movía los muebles como si los revisara, cuando los mayores acudían a ver, todo estaba igual. Animados concurrieron a hablar con los vecinos, que los miraban intrigados. Les relataron que los dueños anteriores tuvieron el mismo problema, por eso se desprendieron del lugar, que hay ocasiones que observan luces moverse en las habitaciones, o escuchan conversaciones. Con esa información tenían dos caminos, irse o buscar la causa de la existencia de los espíritus. Llamaron a una persona especializada en limpieza de casas, curandera al fin, o como quieran llamarla, lo suyo no era la religión precisamente porque no eran creyentes. Un sábado a la tarde ante la presencia del vecindario que conocía los hechos por medios, dimes y diretes, ingresó a la finca una mujer atildada, bastante joven y bonita. Hizo salir a todos del lugar, incluyendo al perro. Horas después explicó a los propietarios que debían excavar debajo de la chimenea porque allí había un sepulcro olvidado, que no eran espíritus malos, sólo querían una tumba al aire libre en que el sol, la lluvia, el día y la noche los observen. Así comenzó la obra, picos y martillos fueron horadando el piso buscando el sepulcro tapado. De pronto el niño se acercó al padre y le indicó con el dedo un lugar un poco más alejado de allí. Sin discutir el progenitor ordenó dirigirse a ese lugar, no muy profundo hallaron huesos antiguos con restos de viejos trapos sobrevivientes de los tiempos, un collar de piedras comunes sin valor económico colgaba de un esqueleto. La policía que intervino con la participación de un arqueólogo y la medicina forense dataron los restos de casi doscientos años atrás, no correspondía investigación alguna judicial. Qué hacer con los restos se preguntaron los dueños de casa, el antropólogo, hombre sabio y prudente les respondió que no observó violencia en los huesos, habrán muerto de alguna peste, eran mestizos de indios y españoles, jóvenes, la niña de unos nueve años aproximadamente según el carbono 14, que deberían permanecer en cielo abierto pero dentro del predio. La curandera que estaba en la escena opinó igual, que los espíritus le habían demandado seguir en el lugar. Luego de una corta deliberación los propietarios en el extenso patio, le preguntaron al hijo si donde creía que debían ser enterrados esos esqueletos, este les expresó que debajo de un árbol añoso ubicado al costado que era muy antiguo. Agregó: -mi amiga me dijo. Con ceremonias libres enterraron los esqueletos en el lugar elegido por el niño, luego los años se fueron con el viento del futuro. Queda flotando un interrogante, desapareció el fantasma de la nena o quedó en el lugar realizando sus travesuras, cesaron los ruidos, las luces. Las dos últimas sí, la primera continúa, el hijo ya mayor sigun sentándose ciertas tardes debajo del frondoso timbó y conversa con su amiga, que le narra historias maravillosas como ésta por ejemplo, verlo reír con una sombra es habitual en sus ancianos padres, los vecinos a fuerza de empeño se acostumbraron.
Ver noticia original