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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 20/04/2025 16:43
Algunas navieras han comenzado a aplicar recargos anticipados en las rutas transatlánticas, anticipando un nuevo pico de demanda antes de julio, fecha en la que podrían reactivarse los aranceles actualmente suspendidos (Foto: Shutterstock) El transporte marítimo de contenedores, columna vertebral del comercio global, atraviesa semanas de alta inestabilidad a raíz del incremento repentino de aranceles, exenciones parciales y decisiones comerciales contradictorias entre las principales potencias. Las navieras y los importadores enfrentan un escenario caótico, con reservas que se congelan en algunas rutas y se disparan en otras, mientras intentan adaptarse a una situación que cambia casi a diario. Uno de los efectos más notables ha sido la caída en las reservas de exportación de contenedores desde China, seguida de un incremento en los servicios originados en otros países asiáticos como Taiwán y Vietnam. Este desvío de cargas hacia nuevas rutas generó un aumento en la demanda anticipada, lo que disparó los precios de transporte en algunas conexiones clave. Según datos de mercado, las tarifas entre Asia y la Costa Oeste de EE. UU. subieron un 10%, alcanzando los 2.465 dólares por unidad de 40 pies (FEU), mientras que las rutas hacia la Costa Este treparon un 3%, hasta los 3.647 dólares por FEU. Sin embargo, no todos los orígenes registraron el mismo comportamiento. Tras la aplicación de nuevos aranceles, las tarifas desde Shanghái cayeron un 16%, mientras que los costos desde Taiwán y Vietnam se mantuvieron elevados. Esta diferencia apunta a una posible reorganización en la localización de la producción manufacturera, con implicancias directas para el trazado logístico y la planificación portuaria. Las cargas se adelantan y modifican cronogramas La situación también está generando disrupciones operativas. La cancelación de salidas desde puertos chinos y la acumulación de contenedores vacíos en esa región afectan la disponibilidad de equipos, el equilibrio de flotas y los tiempos de respuesta. Algunas navieras han comenzado a aplicar recargos anticipados en las rutas transatlánticas, anticipando un nuevo pico de demanda antes de julio, fecha en la que podrían reactivarse los aranceles actualmente suspendidos. Este adelanto de carga también tiene efectos estacionales: muchas empresas están importando antes de lo habitual, lo que podría llevar a que los meses tradicionalmente fuertes, como el tercer trimestre, registren una actividad más moderada. Esta distorsión en los ciclos logísticos genera tensión en toda la cadena: desde las decisiones de inventario hasta la programación de servicios marítimos y disponibilidad en terminales. La necesidad de anticiparse a posibles restricciones, junto a la falta de reglas estables, obliga a los actores de la cadena a operar con una flexibilidad inédita (Foto: Shutterstock) Flexibilidad ante la alta volatilidad El origen de esta inestabilidad es político y económico. A principios de abril, el gobierno de Estados Unidos anunció aranceles recíprocos para más de 60 socios comerciales, que entraron en vigor el 9 de abril. Un día después, gran parte de estos aranceles fue suspendida por 90 días, aunque China quedó excluida de la prórroga. Actualmente, ambas potencias mantienen tarifas mínimas del 125% sobre sus productos. A este panorama se suman nuevas exenciones para productos electrónicos, investigaciones sectoriales en curso —como las que apuntan a semiconductores y farmacéuticos— y la posibilidad de más ajustes arancelarios en las próximas semanas. En paralelo, continúan las negociaciones con diferentes países durante la pausa temporal de 90 días, aunque sin avances sustanciales, según informaron desde la Unión Europea. Los datos del Freightos Baltic Index también reflejan una caída del 1% en las tarifas entre Asia y el norte de Europa, y del 5% en los servicios hacia el Mediterráneo, alcanzando los 2.751 dólares por FEU. La variabilidad en las tarifas es otra evidencia de cómo las tensiones comerciales están transformando la dinámica logística global. En este nuevo escenario, las decisiones de política comercial tienen efectos inmediatos sobre la planificación logística. La necesidad de anticiparse a posibles restricciones, junto a la falta de reglas estables, obliga a los actores de la cadena a operar con una flexibilidad inédita. Mientras tanto, la logística, tradicionalmente estructurada en función de la previsibilidad y la eficiencia, se adapta a una etapa marcada por la volatilidad y la necesidad constante de recalcular.
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