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  • La ansiedad y la depresión en tiempos de adicción al celular

    Parana » Uno

    Fecha: 20/04/2025 15:35

    La psicóloga Carla Toso analizó el estrés y la ansiedad como causas determinantes de las crecientes cardiopatías, La psicóloga Carla Toso analizó el estrés y la ansiedad como causas determinantes de las crecientes cardiopatías, y los factores que sostienen y acrecientan la epidemia de obesidad. “Hacer todo sin tomarse pausas y vivir al límite es tóxico para el corazón”, manifestó la especialista en psicocardiología. —En Paraná, barrio San Agustín; primero viví en calle El Palenque y luego El Jaguel, hasta los 26 años. —¿Cómo era en tu infancia? —Un barrio que tiene de todo y pasa de todo; muy lindo, porque me crié frente a la plaza, con vecinos muy amenos y compañeros, que hoy son amigos de mis padres y para mí, tíos del corazón. Se agrandó y cambió mucho, por la inseguridad. —¿Hasta dónde te escapabas? —Era muy tranquila y no era rebelde; tuve pocos amigos, más que nada, mis primos. —¿A qué jugabas? —A las muñecas, con una vecina a la vuelta de mi casa. Tenía trece años y lo seguía haciendo. —¿Otros lugares de referencia? —La iglesia, la casa de la abuela y fui a la Escuela Juan XXIII. —¿Sentías una vocación? —Me gustaba el comercio pero quería estudiar algo relacionado con la medicina, la salud y la atención a las personas. Medicina no estudié porque me da miedo la sangre, pero luego cambié y es una asignatura pendiente, así tenga 90 años. —¿Desarrollaste alguna afición regularmente? —Desde chiquita y hasta los treces años competí en gimnasia aeróbica, y luego hockey sobre césped, hasta los 19 años, cuando dejé para nadar, que también hice desde chiquita y ahora nado en aguas abiertas, lo cual me encanta. —¿Qué materias te gustaban? —Siempre fui buena alumna, me gustaban todas y me costaba más Matemáticas. Hice dos años en el (Colegio del) Huerto pero no me hallaba por venir de un barrio, discriminación que te hacían notar, así que terminé en el Cristo, una hermosa escuela. Cuando era chiquita también me hacían notar que era gordita. —¿Leías? —Poco; la revista Anteojito, y en la secundaria, en Literatura. —¿Un libro influyente? —La Metamorfosis, de Kafka, por lo del cambio; siempre llevo a la práctica lo de que si uno quiere, siempre se puede. —¿Qué actividad laboral desarrollaban tus padres? —Mi papá primero fue empleado en un supermercado, junto con mi mamá, desde muy chicos, quien es profesora de Artes Plásticas pero nunca ejerció y también trabajó en Esco. Mi papá luego tuvo un supermercado con su papá y con mi mamá, y después tuvieron un mercadito cerca de Bajada Grande. Finalmente trabajó en Epeer, donde se jubiló, ya que es técnico en electrónica. —¿Por qué elegiste Psicología? —Porque hice orientación vocacional en cuarto año, con una psicóloga. —¿Estudiaste en la secundaria? —Sí, me gustó y quedaron muchos aprendizajes para la facultad, como la terapia cognitivo-conductual, el conductismo y el psicoanálisis, que no me gusta ni aplico. Psicología y empatía —¿Cuál fue la primera cátedra con la cual identificaste lo que querías ser y hacer? —Psicología del desarrollo, desde el niño al geronte, fue clave en muchos aspectos, por saber cómo se forma el aparato cognitivo y la importancia de cuidarlo durante su desarrollo. —¿Tuviste algún formador importante? —El profesor Belaustegui, de Buenos Aires. —¿Cuál era el enfoque dominante de la carrera? —Nos daban todos y uno elige. Primero, Psicología general y del desarrollo, luego mucho psicoanálisis, las corrientes conductual- conductiva y la sistémica, y psicopatología. —¿Elegiste las corrientes cognitivo-conductual y la sistémica durante su estudio o posteriormente? —Me encantó, porque creo que es la que más sirve, ya que el psicoanálisis tiene mucho tiempo a las personas, y los psicoanalistas son muy apáticos, cuando las personas buscan cierto sostén. Si un paciente llora, lo abrazo y no tengo problema, o me ceban mates, hasta que llega el alta, aunque me pueden consultar. A la persona hay que tratarla con cuidado, hay médicos que no lo hacen y sólo ven un peso, un cliente o una orden de consulta. —¿Cuál fue el tema de tu tesis? —Estilos de afrontamiento y (Síndrome de) Burnout, porque era un campo chico de médicos, ya que no hay muchos anestesiólogos, y es un gran drama. —¿Integraste otras ideas a esa herramienta? —Hice la tecnicatura y un curso. —Siendo payamédica, ¿cuál es la importancia del juego como estrategia terapéutica? —Es fundamental; en la rehabilitación cardiovascular aplico muchos ejercicios de los payamédicos y algunos dicen que nunca hubieran imaginado hacer el ruido de un elefante y caminando como un delfín. La risa destraba la vergüenza y también hago reiki a pacientes con mucha ansiedad, porque modifica mucho lo energético. El querer cambiar —¿Cuándo probaste por primera vez que el enfoque funcionaba? —Varios casos: el de un hombre, F., quien tenía una fobia porque lo agarró la pandemia en el extranjero y no quería subir más a los aviones. Además falleció un familiar muy allegado, con lo cual hizo el trauma. Tuvimos un año de terapia, volvió a sacar pasajes y fue al cementerio para tener su momento. Todavía me agradece y nos invita a cenar. —¿Cuál es la clave? —Está en que uno quiera cambiar: es un 90 por ciento de la persona y un diez por ciento mío, en cuanto a decir, guiar y acompañar. Hay cosas que no gustan, porque soy muy directa. Quien sale de la situación es la persona, porque es quien crea, y yo no puedo ser la curita o el efecto placebo que sostiene o fomenta el placer de supuestamente haberla resuelto. —¿Y si hay una base orgánica que se lo impide? —Puede haber, para lo cual trabajo con los psiquiatras y médicos, para descartar lo físico, como puede ser la menopausia, diabetes, tiroides, etc. —¿Aquella terapia incorporó algún concepto nuevo en los últimos años? —Lo que incorporé, que vi en neurociencias, es lo relacionado con los neurotransmisores como cortisol, serotonina y dopamina, que influyen mucho en nuestro estado de ánimo, sobrepeso, estrés, falta de sueño y apatía. Los alimentamos de mala manera. Estrés, química y obesidad —¿La interrelación neuro biofisicoquímica es un déficit en la formación de los psicólogos? —No se estudian mucho los neurotransmisores, salvo en la parte anatómica para entender el sistema nervioso central y periférico. —¿En qué tipo de pacientes detectás la relación más directa? —En la mayoría de los con obesidad, en quienes se sube el cortisol y no pueden bajar de peso porque están muy estresados. —¿La base psicológica de la epidemia de obesidad es el estrés? —Sí, porque como para que la preocupación sea menor o para llenar un vacío; como mal, corriendo, no como… no hago actividad física porque no me siento bien, porque está nublado, lloviendo, húmedo… Es estrés con síntomas depresivos. —¿Un caso? —Caso R., quien bajó sus kilos pero todavía sigue con una terapia permanente, va y viene, porque le cuesta mucho romper el ciclo, a veces porque no quieren o por comodidad. —¿En los niños y adolescentes obesos opera el mismo patrón psicológico? —Puede que sí pero es mucho sedentarismo, todo pantalla, sentados mirando la compu y la tele… Falta conexión con el afuera y sobra comida rápida, fideos, arroz, polenta, hamburguesas y salchichas. El confinamiento y el ahora —¿Cómo fue tu experiencia con el confinamiento? —¡Uh, fue muy feo; acá se cerró totalmente! Hacíamos todo virtual y yo mandaba muchas actividades y videos de estimulación cognitiva y para alentar a las personas. Me tuve que reinventar, y vendía postres y miel, porque sólo tenía cuatro pacientes, ya que en la virtualidad muchos no querían atenderse. —¿Persisten secuelas? —Se vio mucha depresión, ansiedad y miedo, y algunas secuelas perduran, porque fue un antes y un después. En quienes quedó mucha hipersensibilidad y miedo fue en los que tuvieron Covid, especialmente los que estuvieron graves. No era factible de abordar con una terapia solamente, sino acompañada de algún psicotrópico. Mi peque lleva un antibacterial a la escuela y pañuelos descartables, aunque en este caso es una secuela positiva. Aunque no fue muy grato, nos enseñó mucho en cuanto a las rutinas de la familia, a darle valor al tiempo, y develó muchas verdades. —¿En qué sentido? —Hubo muchas separaciones porque la gente no se conocía. Uno se va temprano al trabajo, otros se quedan en casa, vuelvo, no hay nadie y, tal vez, los veo a la noche, con suerte… Hubo muchos aspectos negativos en cuanto a la actividad física, obesidad, sedentarismo y patologías que se agravaron. Celular y trastorno del lenguaje —¿Qué provoca la adicción al celular? —Es el nuevo problema, porque en las pantallas descansa todo el mundo, incluso nosotros. Todas las noches desconecto Wifi para terminar con todo lo que fue el día, porque necesito cortar, aunque me pueden llamar al teléfono. En cuanto a los niños veo un enchufe inconsciente que forma parte de ellos y es triste. Voy a comer con mi familia y veo, por ejemplo, que hay una familia con tres chicos y cada uno tiene un celular. —¿Se modifican las etapas del desarrollo cognitivo? —Hace poco leí una investigación sobre la nueva problemática que es el trastorno del lenguaje, aunque ya viene desde hace tiempo. Estoy en acompañamiento terapéutico de un niño de siete años y de los 26 nenes de ese segundo grado todos hablan mal. Una nena me hablaba con una tonada como si fuera de otro país, por los dibujitos que ve, y tampoco le salen las palabras para expresar lo que quieren expresar. Ahora hay una post adolescencia pero está bueno que sientan la energía de la adolescencia en un cuerpo más adulto, siempre y cuando que haya una cabeza más madura y racional. —Convengamos que hay adolescentes y jóvenes que tampoco saben hablar. —Ni sumar, ni multiplicar, ni nada… —¿Ahora la adolescencia concluye, pongamos, a los 35 años? —Tal cual, yo digo que es la adolescencia eterna. Celular y ansiedad —¿Se torna insuficiente la psicología para el abordaje de estas nuevas problemáticas? —La kinesióloga de acá me decía que las carreras del futuro son la kinesiología y la psicología, además de lo relacionado con tecnología, porque es tal el avance de la informática que las personas viven así (hace una posición inclinada), y en cuanto a la psicología porque el uso de los dispositivos informáticos genera tal ansiedad que este trastorno sigue creciendo. Ni hablar de lo depresivo. —¿Por qué? —Porque te muestra el mejor cuerpo, lo mejor de esto otro, el mejor ácido hialurónico para relleno, para no relleno… todo lo cual lleva a tener que estar 90-60-90, el cuerpo fit, ser una mamá plena… Son presiones internas por las cuales la persona colapsa. —¿Qué consecuencias conlleva la ansiedad crónica generada? —Estrés, ataques de pánico, síntomas físicos y agitación, entre otros. Es difícil porque hay gente que no puede parar; lo importante es darse cuenta y comenzar a cambiar. —¿Cuál es el componente psicológico dominante en los casos cada vez más prematuros de cardiopatías? —El estrés y la falta de tiempo. —¿El estrés es el factor más tóxico para el corazón? —Junto con la ansiedad; el vivir como que todo se termina ahora, ya, y hacer todo sin tomarse pausas. Según la actividad, a la gente le encanta vivir al límite. “Nos preocupamos más de lo debido y por eso envejecemos” La asistente gerontológica focalizó en lo que considera la clave del envejecimiento, recomendó claves de estimulación cognitiva y destacó la importancia de “saber decir no” frente a problemáticas ajenas. —¿Con qué universo trabajaste al recibirte? —Con chicos, y en el barrio daba la copa de leche y apoyo escolar en el Centro Social San Agustín, aunque ya casi no trabajo con niños. Luego me operé por tercera vez la rodilla con el doctor (Claudio) Gregorutti, me la salvaron acá (Instituto de Ciencias del Deporte) e ingresé como secretaria, en 2011, hasta que terminé la carrera y estudié acompañamiento terapéutico. Estuve en un geriátrico y trabajé a domicilio con personas mayores, lo cual también hago. —¿Qué es lo más recurrente en ese ámbito? —Demencias, desorientación espacio-temporal y depresión, por eso hay que trabajar la estimulación cognitiva. —¿Hay diferencias con lo que veías en aquel entonces? —Depende, hay adultos mayores que no cortan con su estructura y no agarran un celular ni por joda, “porque es nuevo”, “porque no puedo” y “no me jodan con esos aparatitos”. Hay que respetar sus costumbres y raíces. No quieren cambiar y está bien. Quienes están yendo a ser adultos mayores cambiaron mucho, como personas que atiendo de más de 80 años que manejan, van y vienen, van al gimnasio… —¿Cómo es la adaptación psicológica a la mayor expectativa de vida? —Se va dando naturalmente, con la suma de los cuidados nutricionales, actividad física y tomando el tiempo para volver a la calma, que no es lo que está en nuestra rutina. Algo bueno de la psicología cognitiva-conductual es que avanza en el aquí y ahora, mientras que el psicoanálisis se queda. —¿Claves de estimulación cognitiva? —Leer, armar rompecabezas, mirar películas, salir a caminar, viajar, hacer una actividad que guste y no decir “ya estoy grande para hacerla”. ¿Quién dice que sos grande para hacer cerámica o carpintería? ¿Por qué no, si ahora tenés tiempo? Es lo que pasa con los jubilados, que dicen que tienen tiempo pero donde piensan ir está lleno de gente joven. ¿Y qué? Hacelo y disfrutá. Siempre con todos los controles de salud. —¿Por qué, psicológicamente, envejecemos? —Por preocuparnos más de lo debido y darle toda la energía a un problema o tema, cuando no corresponde. Nos anticipamos y por eso hacemos crisis de ansiedad. Hay que tratar las cosas por etapas y cuando nos cuesta, por ejemplo en una enfermedad, puede cambiar un poco. Pero hay que tratar de encontrar la paciencia perdida. —¿Hay adultos mayores que tampoco pueden “parar”? —Sí, sobre todo cuando tienen hijos grandes, que se separaron y están queriendo resolver desde su psiquis o manera, y ahí comienzan los problemas familiares. No te metás y hacé lo tuyo, porque cada uno tiene que hacer lo que corresponde. La que se separó es tu hija y tu vida sigue. Y si te piden ayuda o consejo, con límites. Es importante poder decir no.

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