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Gualeguaychu » El Argentino
Fecha: 20/04/2025 05:32
Del under al Gran Rex, del piano al escenario del Quilmes Rock, de los festivales masivos a la cotidianeidad familiar. Santiago Gonella transita la música con la sensibilidad de quien ha vivido cada paso. Sesionista, productor y solista, el músico comparte su experiencia reciente. Sábado, 19 de Abril de 2025, 22:12 Redacción EL ARGENTINO En apenas un fin de semana, Santiago Gonella tocó en tres bandas distintas durante el Quilmes Rock: Ella es tan Cargosa, Pier y Wayra. La anécdota no es menor: representa no solo el presente multifacético de este músico gualeguaychense por adopción, sino también el recorrido intenso que lo trajo hasta ahí, después de años de escenarios pequeños, pruebas de sonido eternas y crisis personales. “Me quedé a vivir en el predio del festival”, dice entre risas, con esa mezcla de naturalidad y asombro que aparece cuando los sueños de muchos años empiezan a concretarse. —Han sido jornadas intensas… todos quieren entrar, todo tiene que salir justo. Imagino una locura de logística. —Los festivales son así, y si venís de abajo, más todavía. Cuando estás con bandas más conocidas cambia un poco, hay camarines, técnica. Pero igual, todo es una gran correteada. Cosquín fue más estresante que Quilmes, porque allá implica viajes, hoteles, colectivos. En cambio, Quilmes es más tranquilo. La mayoría vivimos cerca, hay otra organización. Córdoba es un lugar precioso, pero Cosquín no deja de ser un lugar más chico. En cambio, en Buenos Aires este tipo de ciudades es como que ya de movida te das cuenta que los organizadores y todos lidian con eso a diario, porque hay otra costumbre que por ahí para el interior o para los pueblos es más complicado, de lidiar con todos los artistas mainstream que vienen, los colectivos, los hostels. Son experiencias distintas, muy agradables las dos. Santiago Gonella toca teclados, guitarras, y produce su propio material. Con Wayra estuvo en Cosquín; con Ella es tan Cargosa y Pier, en el Quilmes Rock. Su rutina parece sacada de la agenda de un músico mainstream, pero con el corazón puesto en cada proyecto como si fuera el primero. —¿Se da eso de la camaradería entre artistas? ¿Charlás con músicos que antes solo veías por la tele? Sí, totalmente. Me sorprendió lo natural que se dan los vínculos. Entré a laburar con bandas consagradas hace dos años. Toda la vida miraba el Quilmes por redes o por la tele, y de golpe estoy ahí. El domingo pasé del camarín de Wayra al de Pier. Entre medio estaba La Mancha, Tete de La Renga… A Tete lo veo siempre, nos lleva a la sala de ensayo. Sentí que estaba en un festival de Gualeguaychú, hablando con Juampi Pérez, Mauri de Imaginaria o Noe Recalde. La misma vibra, solo que al lado tenías a Las Pastillas del Abuelo. Es gente común. La camaradería existe, y yo me siento muy cómodo. —¿Te seguís sorprendiendo o ya lo naturalizaste? —Lo disfruto. Sigo con esa adrenalina de decir “qué loco estar acá”. Vengo del interior, me costó, pero ya no me siento ajeno. Las relaciones son cotidianas, reales. Ya no parece raro. Pero vuelvo a decir, no deja de ser gente común y corriente. Ya hace un tiempo que puedo moverme con mucho trabajo en estas bandas y aunque salgan muchas fechas, hay mucha camaradería. Después de tanta euforia, llega el contraste: el regreso a casa, la rutina, el silencio, ¿Cómo es ese volver a casa? —Es un ejercicio. Desde joven aprendí a bajar. Vuelvo a casa y me tomo un rato para estar en silencio. Apago todo. El domingo fue ese delirio… y el lunes vino mi hija de la facultad. Me dediqué a eso: a estar, a acompañarla. Esa parte no se negocia. El proyecto solista sigue latiendo Aunque hoy la actividad central de Santiago es estar tocando en todas partes como sesionista, el músico no deja de lado su faceta solista. Su disco Fotogramas fue presentado con éxito en Café Berlín y, aunque los tiempos son ajustados, ya hay canciones nuevas en camino. —Estoy armando un trío para tocar mis temas. Tengo ganas de ir a Gualeguaychú, de hacer una fecha acá en Buenos Aires, y también en Rosario. Hay canciones nuevas que quizás salgan como singles… o terminen en otro disco más adelante. Todo va encontrando su lugar. Sinceramente, hace poco repasaba la agenda de las bandas con las que salgo a tocar y está cargada, prácticamente que todos los fines de semana salen fechas. Encontrar el hueco para mi labor solista esta difícil, aunque no lo dejo. El equilibrio entre los compromisos con otras bandas y su música no siempre es sencillo. El margen de tiempo es escaso, pero él lo busca, lo provoca. —Para tener una agenda estable con la música, tenés que estar metido en mil cosas. No alcanza con un solo proyecto. Es racha tras racha, y recién ahora siento que le encontré la vuelta, aunque haya fechas de que se superponen trabajos. Una anécdota particular con Culto Gitano Uno de los momentos más particulares del año lo vivió en el Gran Rex, en una función de Culto Gitano, el homenaje a Sandro donde Santiago aporta desde los teclados. Allí, el presidente Javier Milei apareció de sorpresa en la platea y una serie de eventos inesperados comenzaron a suceder tanto en la previa como durante el mismo show. —Era mi primer show con Fernando (Samartín). Antes de empezar me dicen que viene Milei. Yo tenía que tocar solo unos temas con el piano y alguien empieza a insultarlo, otros a gritar a favor. Tuve que parar y decir algo desde el micrófono, pedir respeto, no sé qué dije exactamente, pero funcionó. Terminé cantando El Oso y todo el teatro con los celulares prendidos. Fue rarísimo, pero salió bien. 20 años de música, con pausas y retornos Santi Gonella lleva más de dos décadas dedicado a la música. Sin contar los años donde recorría bares de Gualeguaychú, con otros amigos músicos y salían a tocar donde lo dejaran. Pero ya instalado en Buenos Aires, hubo tiempos con algunas tormentas internas, con replanteos serios, de ver si el piano seguía o no en su vida. —La verdad que poder vivir lo que estás haciendo es un privilegio, tiene sus costos también. Desde los 20 vivo de la música. Tuve momentos difíciles, sobre todo durante la pandemia. Ahí no pude laburar y me ayudó mi viejo. Pero incluso, hubo un tiempo en el que sentí que no podía subir a un escenario. Me refugié, estudié psicología. Pero la música volvió a surgir, fue con más fuerza que nunca. A partir de ahí empezó a pasar todo lo más grande, mi carrera como que se disparó un poco, siempre estar haciendo música, siempre. Y si bien ahora su carrera está en expansión, su mayor orgullo está fuera del escenario. —Postergué cosas por estar con mi hija. No me fui de gira, no agarré cruceros, nada que me alejara de ella. Si mi carrera despegó cerca de los 40, fue porque antes elegí criarla. Y no me arrepiento de nada. Nada se compara con eso. "Fotogramas", un disco íntimo y atemporal El tercer disco de estudio de Santi Gonella, Fotogramas, propone un viaje directo y genuino hacia la música pop-rock, con siete canciones que devienen claramente de toda la impronta del rock argentino de los 80, 90, y también de lo que sucede hoy dentro de la esfera actual. En tiempos de redes y plataformas digitales, el músico gualeguaychense por adopción, pone la canción en frente de todo desde su piano, acompañado de arreglos precisos y de mucha definición. El disco es un viaje ligero y placentero, que calza perfecto para que suene entre amigos, para escucharlo mientras se camina, ideal para descomprimir y disfrutarlo.
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