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  • Milei, Nixon y los “argentinos de bien”

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 20/04/2025 05:22

    Javier Milei saluda a la gente en ExpoAgro En 2021, cuando Javier Milei arrancaba su carrera política, se analizaron distintas opciones sobre a qué votante apuntar en la ciudad de Buenos Aires, donde competía por una banca de diputado. Estaba en los papeles muy claro que el mensaje era contra la “casta” –que incluía, con matices, al kirchnerismo y a Juntos por el Cambio- y que el economista debía presentarse, siempre y en todo lugar, como “distinto”. En ese momento embrionario de La Libertad Avanza, se recomendó el camino de no optar exclusivamente por un perfil anti K. Eso llevó a ensayar críticas también hacia las denominadas “palomas” del PRO y el radicalismo, en una maniobra de equilibrio dejando afuera a los “halcones”, ya que compartían electorado. En la mesa política de campaña, en la que ya estaba Santiago Caputo como consultor aunque sin la gravitación actual, se aconsejó ir por el “voto posible” calculado entre 13 y 16 % (terminó obteniendo 17). De ese total, sólo un tercio era estimado “núcleo duro” y el resto tenía como denominador común el rechazo a los políticos, y poco le importaba la ideología y las propuestas. De ahí, a que se pensó a qué sujeto colectivo interpelar. Fue desaconsejado hablarle sólo a los “libertarios” o a los “jóvenes”, gran nicho de Milei. Se originó en aquél entonces la fórmula que permanentemente usa el Presidente para referirse al target de representación: “los argentinos de bien”. La frase es suficientemente abarcativa, aunque presupone que no todos lo son. Es, a la vez, difícil que alguien se auto perciba un “argentino del mal”. En términos conceptuales apela, explicado en sus términos, “al que trabaja”, “al pagador de impuestos que sostiene a vagos”, “al que se rompe el lomo”, “al que quiere progresar”. Milei empezó como una expresión minoritaria pero nada despreciable en territorio porteño. Tres años y medio después, vuelve a jugar el peso de su figura en la elección del 18 de mayo, pero en su estrategia discursiva ya estaban sentadas las bases de lo que hoy son sus ejes troncales: un enemigo (la “casta”), el problema (el sistema “empobrecedor”), las víctimas (los “argentinos de bien”) y la solución (el modelo liberal que “rompa” con lo anterior). No hay intervención del Presidente que no contenga ese esquema, ahora sumado al cumplimiento de promesas de la campaña en 2023, por ejemplo, la baja de la inflación. El mecanismo de la repetición –que se ordenó extender hacia las voces que en general hablen en nombre de LLA- le ha resultado eficaz y, como casi todo, fue premeditado. Ese método habilita al objetivo final que es apoderarse de la conversación pública. La argumentación es clara: “Cada oración que no contenga el mensaje trazado es una bala perdida en nuestra batalla”. La incorporación original de “los argentinos de bien” estuvo inspirada en Richard Nixon. Siempre hubo una fascinación de los socios de Move, la firma en la que convivían Rodrigo Lugones y Santiago Caputo, por las campañas estadounidenses. Incluso en ese momento, en 2021, en donde funcionaba la consultora, en Callao y Las Heras, había en la sala de reuniones un tríptico con una célebre foto tomada a espaldas del presidente republicano, celebrando frente a una multitud con los dedos en V. Richard Nixon La noción de “los argentinos de bien” fue elaborada en línea con “la mayoría silenciosa” de Nixon. En Estados Unidos, se daba el auge del movimiento hippie, con sus consignas pacifistas, el rechazo a la sociedad de consumo y los valores tradicionales. En Europa, se vivían los ecos del Mayo Francés, una seguidilla de protestas de estudiantes y obreros, cuando el líder republicano competía en 1968 por la presidencia. El tema de debate era la guerra de Vietnam y Nixon apeló a la “mayoría silenciosa” para contraponer a los grupos que pedían el fin del conflicto. En su narrativa los consideró como una minoría ruidosa, pero no representativa del “sentir” del estadounidense. La cocina de cómo se desarrolló ese proceso electoral fue retratado con Cómo se vende un presidente, de Joe McGinniss, un cronista que accedió a la intimidad del armado de los spots, el diseño del marketing, la manipulación, e incluso los memos internos de los estrategas de Nixon. El libro fue parte de la selección que hizo Tom Wolfe de ensayos sobre el Nuevo Periodismo, el género literario que convulsionó la época. Nixon, que traía a cuestas la traumática derrota contra John F. Kennedy en 1960, no volvió a cometer el error de subestimar la TV. Pagó caro su mal desempeño en el debate contra el demócrata y en 1968 dejó el packaging en manos de un equipo de profesionales. Ganó, aunque su paso por el poder terminó con el escándalo de Watergate. Fue desde la izquierda que pusieron en valor la relevancia cultural de la huella de ese liderazgo. Santiago Caputo y Karina Milei El libro Deseo postcapitalista (Caja Negra, 2024) transcribe el último curso de posgrado del escritor británico Mark Fisher, en Goldsmiths, Universidad de Londres. El teórico no llegó a completar las clases porque en el medio se suicidó, pero en la currícula de estudios incluyó como tema “La invención de la clase media”. Allí no sólo describe el fracaso de la contracultura de los 60s y 70s, sino que plantea que el determinante logro de Nixon es haber “suprimido” la conciencia de clase, desde una perspectiva marxista. La postal de obreros contra hippies, resume el espíritu del americano medio que captó. Dice Fisher: “Los trabajadores, por lo tanto, están del lado de la ‘clase media’, de la mayoría silenciosa de los Estados Unidos. Y en esa producción de una ‘clase media’ crea entonces un espacio paradójico. ¿Cómo pueden pertenecer todos a la clase media? Es imposible”. Donald Trump usó el concepto de “los olvidados” también en espejo con Nixon y que opera en sintonía con “los argentinos de bien”. La resistencia contra el movimiento woke es una especie de revival de aquella reacción contra el hippismo y la izquierda de los setenta. El mundo se lanza a un nuevo orden, en el que la construcción de poder simbólico forma parte de la disputa. Trump recibió con abrazos a Georgia Meloni en la Casa Blanca, en medio de una brutal pelea de Estados Unidos con Europa por los aranceles. La primera ministra italiana llamó a “hacer Occidente grande otra vez” (otra reversión del MAGA), una refundación sobre valores más que sobre geografías. Por supuesto, está por verse si esa ola conecta y se sostiene en el tiempo con el grueso de la sociedad, conformando otro paradigma. Lo mismo para Milei, que abre en menos de un mes el segundo test electoral. El primero, en Santa Fe, LLA obtuvo un magro resultado, relegado a un tercer puesto, como se preveía. Manuel Adorni, Karina Milei y el resto de los candidatos porteños de LLA La ciudad de Buenos Aires es la vidriera del país, y hace casi dos décadas que es manejada por el PRO, el partido al que Milei intenta despojar para ocupar plenamente el espacio de la derecha. No le será fácil a los libertarios, tal como se conformó el menú de candidatos, y, a diferencia de otros distritos, la necesidad marca que el Presidente se involucre directamente en el territorio. De todas maneras, el Gobierno guarda expectativas reales en las legislativas de octubre, cuando se elige la nueva composición del Congreso. Hasta ahora, allí radicó su principal debilidad. La fase 3 del programa económico arrancó sin problemas, sobre todo en lo que hace al movimiento del dólar. En una semana corta, terminó en $1160, en la parte inferior de la banda de flotación establecida (entre $1000 y $1400). Es apenas el inicio. La incógnita es si habrá impacto y de cuánto en la inflación, y qué pasa con la actividad. Si todo se encamina a mitad de año, el pronóstico, dicen puertas adentro del Gobierno, es alentador para octubre. El Presidente, mientras tanto, seguirá convocando a “los argentinos de bien”. Ese llamamiento de tono más ecuménico –tal como desarrolló en su último discurso en cadena nacional- cedió en los últimos días cuando habló de una nueva tierra: “mandrilandia”. En su fantasía, es el lugar a donde coloca a economistas, políticos, periodistas y empresarios que, asegura, conspiran o mienten contra su modelo. La confrontación es y seguirá siendo parte central del eje discursivo de Milei, tal como lo viene planteando desde 2021, cuando era un outsider. El modo hace a su estrategia.

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