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Gualeguaychu » El Dia
Fecha: 20/04/2025 05:14
No pasó lo que algunos esperaban. No se disparó el dólar ni hubo corrida. Confuso, reprochable, pero determinado, Javier Milei cumplió con una de sus promesas de campaña y levantó el cepo cambiario, el último que impuso Macri antes de irse en 2019 y en medio de una derrota electoral que volvía a entronizar al peronismo en el poder. Claro que no hay economía moderna que funcione con cepo. No hay posibilidad de desarrollo armónico del comercio con restricciones en el acceso a los mercados y, muchos menos, a la moneda que domina el mundo para comercializar. La Argentina tiene con el dólar una relación que no se da en ningún país del mundo. ¿Quién le puede reprochar a la gente que ahorra desde hace décadas en verdes, no importa si son muchos o pocos, porque nuestra inflación crónica pulverizó cualquier expectativa? A cada gobierno le llega su San Benito. Y Milei no iba ser la excepción. ¿El método de recurrir al Fondo? Ya lo conocemos y, con fundamentos, podemos sospechar como puede terminar. Eso fue lo que, tratando de conservar protagonismo, se la pasó gritando Cristina desde las redes, porque notas a periodistas hace tiempo que no da. Prefiere el silencio antes que recibir una repregunta incómoda. En el maremágnum de pronósticos, diagnósticos y elucubraciones de todo tipo a cargo de los economistas opinadores, el panorama era sombrío. Pagaba dos mangos que el dólar se iba a disparar, que habría una corrida y esa estampida se trasladaría a los precios. ¿Pasó? No. En los primeros tres días el dólar quedó cerca del piso de 1.000 pesos y el propio Presidente anunció que el Banco Central saldrá a comprar sólo si perfora ese límite. No antes. Pragmático, presionó directamente al campo para que liquide y recordó que las retenciones en julio volverán al nivel que tenían en enero. El sector, ilusionado con la ratificación de la baja, recibió a regañadientes la noticia. Los productores tienen su propia lógica y es razonable. Esperan el mejor precio para liquidar e históricamente ha sido así. Son las reglas del juego. Los que vaticinaron una devaluación del 30% quedaron lejos. Le pifiaron feo por ahora. A esta altura, convengamos, si nuestros economistas fueran tan buenos, no habrían hecho el aporte negativo a nuestra debacle. No todo es culpa de los políticos, ¿no? Las últimas semanas del Gobierno no fueron buenas; de hecho, fueron las peores desde que Milei asumió. Arrancó con el escándalo de $Libra que todavía tiene un largo hilo en el carretel. Siguió con una Asamblea Legislativa penosa donde fueron más noticias las peleas y las discusiones que el discurso presidencial. Lenta e inexorablemente, empezaron a recalentarse los precios. A caballo del histórico reclamo de “el dólar está atrasado”, los números se oscurecieron. Esta película ya la vimos decenas de veces. Hay sectores de la economía que viven atadas a la devaluación de turno. No conciben otro ajuste que no sea vía dólar. Los precios esperan entonces agazapados. Como si tuvieran ojos y siguieran su cotización en la City. Es un fantasma que tiene vida propia y está al acecho de todos los gobiernos. Milei hizo lo que le marcó su hoja de ruta. Estados Unidos, el Fondo y su relación personal con Trump. A diferencia de su antecesor en esa estrategia, Macri, hizo los deberes antes y fue con el examen casi completo. Ajustado por los tiempos y la corrida de las últimas semanas, Caputo consiguió el paraguas. Ese que le da poder de fuego al Banco Central para correr a los que quieran pulsear con él. En la calle está la otra pelea. El Presidente sabe que su principal capital político es la estabilidad. El martes, en un streaming de casi cinco horas con Fantino, repitió hasta el cansancio que el año que viene la inflación será cero. Y que a partir de mayo los precios volverán a estabilizarse. “¿Qué va a pasar si siguen aumentando los precios? Nada, se van a tener que meter los productos en el orto”. Se entendió, ¿no? En el medio tuvo tiempo para meterse en la pelea entre Viviana Canosa y Lizy Tagliani y para darle duro y parejo a Jorge Macri en CABA, hipotecando otra vez un posible acuerdo en Provincia de Buenos Aires. Es llamativa la enjundia presidencial para atacar al primo de Mauricio, a sabiendas de poner en riesgo la Provincia. Salvo que haya algo (un acuerdo) que no sabemos. Lo real es que Milei pasó la primera prueba. Cumplió su promesa de campaña y levantó el cepo. Ahora tiene que cuidar que los precios no levanten fiebre. Él, fundamentalista del mercado, apuesta a que todo se estabilice sin intervención del Estado. Estamos en año electoral. El Gobierno necesita fortalecer músculo en el Congreso y lo sabe. Está el relato. Y está el pragmatismo.
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