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  • La desaparición del Mar de Aral altera incluso el manto superior de la Tierra

    » Diario Cordoba

    Fecha: 16/04/2025 16:27

    La desecación casi total del Mar de Aral es una de las grandes catástrofes ecológicas que ha causado el ser humano. Y, sin embargo, los efectos de ese desastre van mucho más allá de la superficie terrestre, pues incluso afectan al manto superior del planeta, a 150 kilómetros de profundidad. Un grupo de investigadores ha desvelado los secretos que se ocultan tras todo ello. Imagen actual del Mar de Aral / Pinterest El Mar de Aral, situado entre Kazajistán y Uzbekistán, fue hasta mediados de siglo XX uno de los lagos más grandes del planeta, pero se secó de forma acelerada desde la década de 1960 debido a proyectos de irrigación soviéticos para crear extensos cultivos de algodón. Para ello se desviaron las aguas de sus ríos hacia las áridas llanuras de Asia Central. El resultado es que, actualmente, más del 93 % de su volumen de agua ha desaparecido, dejando en su lugar un gigantesco desierto salado, así como una estela de miseria y despoblación humana. El suelo sube 7 milímetros cada año Lo que los científicos han descubierto ahora es que el terreno de este antiguo mar se está elevando. Investigadores de la Universidad de Pekín, la Universidad de Ciencia y Tecnología del Sur de China y la Universidad del Sur de California han estudiado recientemente la zona mediante interferometría de radar satelital. De este modo, descubrieron que el terreno del antiguo Mar de Aral se eleva lentamente a un ritmo de hasta 7 milímetros al año, y ello sucede en un área de hasta 500 kilómetros más allá del centro original del lago, según el estudio publicado en 'Nature'. Estructura de las capas de la Tierra / Agencias ¿Por qué sucede eso? El equipo afirma que esto se debe a cambios en la viscosidad del manto superior, la capa de la Tierra que hay justo debajo de la corteza terrestre. Y es que el peso que ejercía el volumen de agua que había en el Mar de Aral presionaba hacia abajo la capa terrestre más exterior (la litosfera), que es rígida, y hundía ligeramente incluso el manto superior, que es más blando. Los efectos se notarían incluso a 150 kilómetros de profundidad. Pero cuando el mar se secó, su peso desapareció y, consiguientemente, la superficie terrestre comenzó a recuperarse lentamente. Todavía hoy en día continúa ascendiendo a un ritmo sorprendente. El estudio señala que este continuo ascenso probablemente se deba a la roca fundida que, con una viscosidad parecida a la del jarabe, existe en la astenosfera, una parte del manto superior justo debajo de la litosfera rocosa exterior. Al suprimirse el peso del lago, la roca fundida bajo la superficie comienza a relajarse y a recuperar su forma original muy lentamente, en un proceso llamado relajación viscoelástica, similar a la recuperación de la forma de un colchón de espuma. Evolución del Mar de Aral en las últimas décadas del siglo XX / ESA Utilizando modelos informáticos, los investigadores demostraron que este efecto se produce a más de 150 kilómetros bajo la superficie y, además, es probable que se mantenga aún durante muchas décadas. “Parece que la humanidad ha manipulado la tectónica de placas solo para mejorar la producción de algodón”, comenta Simon Lamb, geocientífico de la Universidad Victoria de Wellington (Nueva Zelanda), en un artículo publicado en 'News & Views'.

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