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  • Crispín Velázquez, figura representativa de la Selva de Montiel

    Chajari » Chajari al dia

    Fecha: 16/04/2025 00:10

    Crispín Velázquez no fue un entrerriano más. Fue un personaje importante, corajudo en la pelea, valiente en la batalla y en la vida. Sus hechos hicieron que fuera reconocido por propios y extraños. Se ganó el respeto y su presencia en el campo de batalla no era una cuestión menor. Hay hechos que marcan la importancia y el respeto que este hombre había logrado en su vida. El 15 de abril de 1862, rodeado por Juana Verón, su mujer, por sus hijos y el cura Domingo Ereño, Crispín Velázquez murió. El propio Justo José de Urquiza participó de su sepelio. El Archivo General de Entre Ríos da cuenta que “falleció como de setenta años y recibió los Santos Sacramentos de Penitencia y extrema unción”, dice la partida de sepultura registrada con fecha 17 del mismo mes en los libros parroquiales de Villaguay. Murió en su estancia de “Palmas Altas”, en el departamento Villaguay. El día 29, el gobierno dictó un decreto reconociendo sus “relevantes servicios”; su valiente defensa de los derechos de la libertad y de la ley y de sus deberes sagrados. “Su civismo lo recomienda a la memoria de sus conciudadanos”. Ordena, además, que se construyera un sepulcro en el cementerio de Uruguay para trasladar sus restos. Había nacido en el departamento Villaguay en el año 1792. La ganadería era su medio de vida. Tenía una estancia cerca de Villaguay. Tiempo después sumó otro establecimiento por concesión del gobierno entrerriano. Esto demuestra que tenía un muy buen pasar, pero los ideales libertarios, como a otros nacidos en este suelo, lo sacaron de la comodidad y lo pusieron al frente de grupos armados participando en innumerables enfrentamientos armados. En 1822 era oficial de milicias. Prestó servicios militares durante el gobierno de Mansilla. Una década más tarde apoyó la segunda invasión de Ricardo López Jordán (padre) y Juan Lavalle. Se afirma que Velázquez salvó la vida de Lavalle, a quien encontró perdido en el monte mientras huía. A ese monte, que no era otra cosa que la Selva de Montiel, el entrerriano la conocía como nadie. Se cuenta que cuando Velázquez encontró perdido a Lavalle, el entrerriano llevaba orden de fusilarlo, pero en lugar de cumplir esa orden le dijo que un hombre como él (como Lavalle) no merecía morir fusilado, sino que la muerte debía encontrarlo en batalla. Se afirma que textualmente le dijo: “Le doy la libertad porque a un tigre como usted no se lo agarra dormido”. Fue entonces que ordenó a un grupo de sus hombres que lo acompañen y lo saquen de la Selva de Montiel. Lavalle, en reconocimiento, le regaló un facón que por años se expuso en el Museo de Villaguay. Luego se sumó a las filas del gobernador Pascual Echagüe, que al año siguiente lo nombró comandante de Villaguay. Fue entonces que junto a Urquiza realizó varios negocios y terminaron siendo amigos íntimos. Esta amistad lo llevó a sublevarse contra Echagüe y poner su fuerza a favor de Urquiza. Pero la revolución abortó porque Don Justo José no quiso disponer de la ayuda de Lavalle o de Fructuoso Rivera. Este último había vencido al presidente Manuel Oribe quitándole la Presidencia del país. Oribe había asumido la Presidencia de Uruguay el 1 de marzo de 1835. Fue el segundo presidente constitucional de los orientales. Fue el fundador del Partido Blanco. Terminó renunciando a la Presidencia en octubre de 1838. Pocos meses después estalló la que se denominó la Guerra Grande. A todo esto y volviendo al nombre de Crispín Velázquez, indicamos que formó parte del ejército entrerriano que invadió Uruguay en 1839, y participó de la batalla de Cagancha el 29 de diciembre de ese año. Durante la invasión de Lavalle en 1840, combatió a órdenes de Echagüe en Don Cristóbal, Sauce Grande, y a órdenes de Urquiza en el combate de Arroyo del Animal. Pero su tarea continuó. En 1842 Urquiza le ordenó que hostilizara al ejército del general Paz, cosa que hizo con éxito, logrando la deserción de la casi totalidad de sus fuerzas. A su paso derrotó a la división de los coroneles Faustino Velazco y Federico Báez en Nogoya y junto al río Gualeguay sería derrotado poco tiempo después por la caballería de Juan Pablo López. Combatió en la batalla de Arroyo Grande; fue parte de la invasión de Urquiza y Oribe a Uruguay, y peleó en la campaña contra el general Rivera. Si bien fue derrotado cerca de Colonia por el coronel Venancio Flores, y cerca de Arroyo Grande por Juan Madariaga, esta campaña sumaba ventajas para Urquiza, terminando con la victoria final en India Muerta el 27 de marzo de 1845. También Crispín Velázquez hizo la campaña de 1847 a la provincia de Corrientes, y participó en la victoria de Potrero de Vences el 26 de noviembre de 1847. Cuatro años más tarde acompañó a Urquiza en la campaña hacia Montevideo. Cuando regresó a Entre Ríos, fue nombrado comandante militar de los departamentos de Tala, Villaguay y Nogoyá. Luego de la victoria de Caseros, Urquiza ascendió a Velázquez al grado de general. A pesar de todo este esfuerzo, fue acusado de querer traicionar a Urquiza. También se lo criticaba duramente por su extrema crueldad en la ejecución de ladrones de vacas. Velázquez vivió sus últimos con una grave enfermedad que afectó su mente, al punto que terminó en la locura. La muerte de Crispín Velázquez significó la desaparición de la figura más representativa de la Selva de Montiel. Citando nuevamente al Archivo General de Entre Ríos como fuente, indicamos que a Crispín Velázquez se le atribuye esta frase que es para leer y releer porque sigue teniendo vigencia: “Cenizas, sólo cenizas deja el tiempo pasado. Pero hay una chispa que no ha muerto y es el gran incendio esperado”.

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