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» Diario Cordoba
Fecha: 12/04/2025 04:54
Lo que debería haber sido un viaje para crear memorias imborrables de Nueva York para Agustín Escobar, Merce Camprubí y sus tres hijos, Agustín, Mercedes y Víctor, se convirtió el jueves por el mediodía, en una jornada de niebla y frío, en una tragedia mortal e insuperable para la familia de Barcelona y la de Sean Johnson, el piloto del helicóptero turístico en que viajaban. Esa aeronave, un modelo Bell 206L4, con la que habían despegado desde un helipuerto en el bajo Manhattan para hacer un recorrido aéreo sobrevolando el río Hudson, perdió varias de sus partes en el aire y cayó a plomo sobre el agua por causas que aún se desconocen. El siniestro no solo ha desgarrado a familiares y amigos de los directivos de Siemens y sus hijos, de 10, ocho y cuatro años, y a los de Johnson, antiguo piloto del cuerpo de elite de los Navy SEALS. Ha conmocionado también a residentes y autoridades de Nueva York y la vecina Nueva Jersey. Y ha reabierto críticas y debate sobre una industria, la de estos viajes de helicópteros turísticos, que pese a su enorme popularidad, incluso con sus altos precios, lleva tiempo en el disparadero. Sin causas conocidas aún Jennifer Homendy, presidenta de la Junta Nacional de Seguridad de Transporte de Estados Unidos, advirtió en una rueda de prensa este viernes en Jersey City, la ciudad junto a la que cayó el helicóptero, que la agencia no tiene una causa preliminar y tardará en determinar las causas probables del siniestro, de cuya investigación se va a encargar un equipo de 17 personas. La agencia pedía la colaboración de los ciudadanos con el envío de más fotos y vídeos. Va a analizar toda la información posible, incluyendo los datos específicos sobre el piloto, que había acumulado 788 horas de vuelo en helicópteros hasta el 29 de marzo. Esperaba, asimismo, que concluyeran los trabajos de la policía de Nueva York y Nueva Jersey, cuyos efectivos este viernes seguían buceando en el Hudson, un río de fuertes corrientes y duro para las inmersiones, en busca de partes del helicóptero que se desprendieron antes de la caída y a la hora de escribir estas líneas aún no habían sido localizadas, como la hélice y la cola. Homendy se negó a especular sobre las causas del siniestro, para la que hay quien apunta desde a un encuentro del helicóptero con drones o con pájaros a problemas de combustible o de mantenimiento. Se esforzó en remarcar que tanto ella como la agencia llevan tiempo pidiendo que este tipo de vuelos turísticos de helicópteros tengan regulaciones más estrictas que las actuales, que mejoren su seguridad y la equiparen a las de otros vuelos. En concreto, por ejemplo, Homendy recordó que han pedido en varios de sus informes que estas aeronaves sean dotadas de grabadoras de voz y datos resistentes a los choques.”Creemos decididamente en un solo nivel de seguridad», dijo. Congestión de los cielos en Nueva York El siniestro ha renovado también las llamadas a limitar o incluso prohibir los vuelos turísticos de helicópteros en esta zona. En la rueda de prensa de este viernes el alcalde de Jersey City, Steven Fulop, era uno de los que alzaba la voz en ese sentido. El primer edil defendió que cada vez es más evidente que la Agencia Federal de Aviación “tiene que regular más” el sector e imponer “restricciones al turismo en helicóptero”. Denunció que los cielos de la región, especialmente cerca de Manhattan, están “completamente congestionados”. Y señaló a los peligros desatados por al cercanía de este corredor aéreo a zonas densamente pobladas. El helicóptero el jueves cayó descontrolado en el río, pero si hubiera impactado solo unos metros más lejos, ya dentro de la costa, había podido caer sobre una zona peatonal transitada. Solo desde el helipuerto cerca de Wall Street, en el sur de Manhattan, desde el que despegó el jueves el que llevaba a la familia Escobar Camprubí despegan unos 30.000 vuelos al año, según los datos que ha facilitado ‘The New York Times’. Y eso que numerosas quejas por el ruido, la contaminación y la congestión aérea ya habían llevado a establecer algunas limitaciones. Los helicópteros turísticos, por ejemplo, desde hace casi una década no pueden volar los domingos y tienen que seguir rutas prefijadas. El último accidente, que eleva a 32 víctimas mortales la cifra de muertos en accidentes de helicópteros en la ciudad desde 1977, ha hecho que se reactiven las voces de activistas que piden que directamente se prohíban sus vuelos. El alcalde de Nueva York, Eric Adams, rechaza esa postura. Este viernes recordaba que 65 millones de turistas visitaron la ciudad el año pasado y aseguraba que esos turistas quieren en la oferta para la ciudad esos viajes, que decía que son “parte del ecosistema económico” de la urbe. “La gente quiere ver nuestra ciudad desde el aire. Necesitamos concentrarnos en la seguridad”, defendía en una declaraciones a la televisión local NY1. Frente a él, dos miembros del consejo municipal, Erik Bottcher y Christopher Marte, urgían a imponer un veto total. “Esta es solo la última de muchas tragedias”, decía Bottcher en la cadena local, mientras Marte emitía un comunicado: “Los helicópteros se deben reservar para respuesta de emergencias, cobertura esencial de noticias y operaciones de seguridad pública, no para viajes de lujo o para hacer turismo”, escribió. “Este es un momento de dolor pero también para la reflexión seria y cambios urgentes de política”.
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