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» Diario Cordoba
Fecha: 12/04/2025 04:54
En los primeros días del verano de 1960 moría en Francia uno de los cuatro o cinco historiadores españoles del siglo pasado más egregios y de magisterio más extendido e intenso, Jaume Vicens Vives. En la afamada clínica de Lyon adonde se trasladara para intentar curarse de un irreversible cáncer pulmonar, vio venir la Parca con increíble grandeza de ánimo. «Souriez, docteur, souriez...» fueron sus últimas palabras, bien denotadoras de su espíritu superior preocupado en el trance por no atristar a su conmovido galeno. Rápidamente difundida por la prensa de la época, ya por entonces especialmente atraída por todo el discurrir del Principado Catalán, la noticia sumió en la mayor postración al nutrido y muy selecto equipo de sus colaboradores y discípulos -Jaume Sobrequès, Emili Giralt i Raventó, Joan Reglá i Campistol, Jordi Nadal, Antoni Jutglar, Nuria Monserrat, Josep Fontana- al imaginar la dura diáspora, la muy amarga travesía del desierto que, conforme a los hábitos de la vida universitaria española, seguía invariablemente a la desaparición en el Alma Mater de los grandes maestros o jefes de filas de su cuerpo docente. Sus cuitas y pesadumbres no fueron, por suerte, muy duraderas al obtener todos, con el paso del tiempo, abrillantadas cátedras del modernismo y el contemporaneísmo hispanos, singularmente en el ámbito de los que muchos de entre ellos gustaban de denominar «Países catalanes»: Valencia y las Baleares. No obstante, la nostalgia y melancolía de las enseñanzas de la trepidante personalidad del autor de Noticia de Catalunya y de algunos de los manuales más reputados de la postguerra española y mundial los acompañaron siempre, con respeto que en algunos se transformó en veneración por su figura y obra. Las metas científicas y culturales en que todos se alinearon casi sin excepción se situaron bajo su ausente férula y con granítica gratitud, al comprobar que el temido truncamiento de sus respectivas carreras no se materializó, à rébours de una compacta tradición en el solar ibérico. *Catedrático
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