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  • El producto más clásico y dulce

    » Diario Cordoba

    Fecha: 11/04/2025 14:56

    Con la llegada de la Semana Santa, el ambiente de Córdoba se impregna de aromas tan característicos como la cera, el incienso… y las torrijas. Este dulce tradicional, elaborado a base de pan, leche, canela y azúcar, regresa como cada Pascua para ocupar un lugar protagonista en los escaparates de las pastelerías, muchas de las cuales llevan semanas preparándose para una de las campañas más intensas del año, y en la que se juegan buena parte de los resultados económicos del ejercicio. La mayoría de los maestros pasteleros de la ciudad y de clientes saben que «como una torrija de toda la vida, no hay nada», por lo que siguen la receta familiar sin estridencias, atrayendo a mayores y jóvenes. Otros negocios amplían su abanico y ofrecen al cliente, sobre la base de siempre, sabores nuevos como Kinder u Oreo. Todo, para conquistar al público más atrevido y seguir haciendo de las torrijas -junto a pestiños, gachas y borrachuelos- el símbolo gastronómico más clásico y dulce de la Pascua en Córdoba y Andalucía. Víctor Castro Sin innovaciones Desde el Obrador Artesano David Ruano defienden con firmeza la tradición. Las torrijas, los pestiños y los borrachuelos son las auténticas estrellas de sus pastelerías por estas fechas. Su fundador, David Ruano, con más de veinte años de experiencia en el sector, se declara un firme defensor de los sabores clásicos: «Si empezamos a añadir ingredientes, ya no es una torrija. Hay que respetar los cánones», afirma con convicción. Aunque se adelantan a la demanda y las ponen a la venta tres semanas antes, para Ruano este es un producto de temporada. «Si las ofreciéramos todo el año, la gente seguiría comiéndolas, pero está bien mantener cierta ansia y, sobre todo, preservar la tradición». La demanda, explica, crece a medida que se acerca la Semana Santa: «Vendemos unas 3.000 torrijas, de las cuales unas 2.200 se concentran entre el Domingo de Ramos y el Domingo de Resurrección». Una visión parecida tiene David Meléndez, de la Pastelería DeCarmen, donde también apuestan por la temporalidad y la receta clásica: pan, miel y azúcar. «Solo las vendemos durante Semana Santa y un par de semanas antes. Aunque si un cliente nos las pide fuera de temporada, se las hacemos sin problema», comenta. Señala que estas fechas suponen un repunte notable en las ventas, especialmente el Jueves Santo, aunque también dependen mucho de la meteorología a la hora de dar un empujón en la comercialización: «El año pasado, con tanta lluvia y tan pocas hermandades en la calle, la clientela bajó mucho», lamenta Meléndez. Las flores fritas son otro de los productos habituales en Semana Santa. / Víctor Castro Jesús, de la Pastelería Hermanos Hidalgo, coincide: «Un tercio de nuestra facturación anual llega en este periodo». Comenzaron la campaña desde el inicio de la Cuaresma, aunque este año no han podido hacer roscos ni pestiños por falta de tiempo: «Las torrijas son lo más demandado, y la freidora no da abasto», bromea. Calcula que, en los días más fuertes, pueden vender más de 2.000 unidades, el resto, «no bajamos de las 800». En su obrador apuestan por las versiones tradicionales -con miel, leche y fritas-, aunque también preparan algunas con chocolate, pensadas para los más pequeños. Torrija de Lotus o de Kit Kat Sin embargo, no todos se ciñen a las recetas de siempre. En La Tartiere, por ejemplo, han apostado este año por una versión más creativa: torrijas de pan brioche con rellenos de Nutella, Kinder, pistacho o Lotus. «Es la primera vez que las hacemos. Las empezamos a vender a mitad de semana y están teniendo mucho éxito, sobre todo, entre turistas y niños», explica Irene Martos. Su objetivo es ofrecer algo distinto «sin olvidar a los clientes de toda la vida», y aseguran que la campaña de Semana Santa les ayuda a aumentar las ventas, aunque siempre pendientes del cielo. Las pastelerías cordobesas ofrecen una amplia gama de productos. / Víctor Castro La tradición también se vive en los mostradores de la Pastelería Ángel Salazar, donde no faltan ni el pastel cordobés ni los manoletes, además de pestiños y torrijas. «Empezamos a venderlas un par de semanas antes de Pascua, y cada día salen más de 50 unidades», comenta Estefanía, trabajadora del negocio. En los últimos años también han incorporado versiones modernas como torrijas con Oreo, Kitkat o Lotus, una fórmula que, dice, funciona muy bien con el público más joven, que en muchas ocasiones acude acompañado de sus abuelos al establecimiento. La fiebre por las torrijas no se limita a las pastelerías. Muchos restaurantes han incorporado este postre a sus cartas, reinterpretando la receta con total libertad y sin restricciones de calendario. Es el caso de El Envero, donde se sirve una torrija caramelizada, empapada en leche fresca de azahar y acompañada de helado. «Es el postre más vendido, sin ninguna duda», aseguran desde el establecimiento. En su caso, lo ofrecen todo el año, aunque también notan un repunte de pedidos en estas fechas. Y es que la torrija, lejos de quedarse anclada en la nostalgia, ha sabido reinventarse sin perder su esencia. Ya sea en una bandeja de pastelería tradicional o como postre estrella de un restaurante de autor, su presencia en Semana Santa sigue siendo una deliciosa forma de mantener viva la tradición. Un bocado que no solo evoca la infancia y la cocina de las abuelas, sino que también demuestra que, con buen hacer y algo de azúcar, la tradición y la innovación pueden ir de la mano. 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