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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 08/04/2025 16:45
Aquafade utiliza alcohol polivinílico, un material soluble y biodegradable (Captura de video/Aquafade) Una noche cualquiera, Samuel Wangsaputra lavaba los platos cuando notó cómo una cápsula de detergente para lavavajillas desaparecía por completo en el agua. La película que la envolvía le pareció fascinante. “Debe ser algún tipo de polímero. ¿Pero adónde va?”, se preguntó, según contó a CNN. Colocó una cápsula en un vaso de agua y observó cómo se disolvía sin dejar rastro. Esa observación simple fue el punto de partida para lo que actualmente podría representar un giro técnico en el tratamiento de residuos electrónicos: el nacimiento de Aquafade. La carcasa de Aquafade se disuelve en agua, dejando componentes electrónicos accesibles (Captura de video/Aquafade) Tecnología soluble y reciclaje desde casa El proyecto tomó forma en 2019 cuando Wangsaputra se asoció con Joon Sang Lee, su compañero en la startup británica Pentaform, y más tarde con los científicos de materiales Enrico Manfredi-Haylock y Meryem Lamari, del Imperial College de Londres. Juntos encontraron un material con propiedades similares al de aquella cápsula de detergente: el alcohol polivinílico (PVOH), una sustancia soluble, biodegradable y segura para el contacto con alimentos. Según el artículo de CNN, el equipo trabaja en el desarrollo de este material en el Royal College of Arts de Londres, con financiación del gobierno británico. Su propósito: fabricar un plástico que se utilice en carcasas de dispositivos electrónicos y que pueda disolverse en agua al final de su vida útil. La idea es simple y ambiciosa: permitir que cualquier persona desmonte fácilmente su computadora, teclado o dispositivo, sin herramientas ni conocimientos técnicos, y recupere sus componentes internos en casa. Disolverse a voluntad: así funciona Aquafade Aquafade se comporta como un recubrimiento exterior impermeable. Protege el dispositivo durante su uso -hasta cinco metros de profundidad durante 30 minutos-, pero una vez retirado un tornillo específico, se produce una filtración. Al sumergir la carcasa en un recipiente con agua, el proceso de disolución comienza. En unas seis horas, el recubrimiento desaparece, dejando una solución lechosa y los componentes electrónicos limpios y accesibles. Según explicó Wangsaputra en CNN, esa agua puede desecharse directamente en un lavabo o inodoro, ya que el PVOH se descompone sin dejar residuos tóxicos. Las posibles aplicaciones a corto y largo plazo Uno de los primeros productos donde se probará el material será en las pulseras LED utilizadas en conciertos, según explicó Joon Sang Lee a CNN. Después de un solo uso, estas pulseras suelen terminar en vertederos. Se podría desecharlas de forma segura y recuperar los elementos electrónicos en su interior. Además, Pentaform lanzará una mini PC con una carcasa disoluble de Aquafade. El material de Aquafade podría aplicarse a diversos objetos plásticos moldeados (Captura de video/Aquafade) El objetivo va más allá de la electrónica. Wangsaputra señaló que el material podría aplicarse a cualquier objeto de plástico moldeado por inyección: desde equipaje hasta muebles, pasando por anteojos de sol, interiores de automóviles o relojes. El equipo evalúa la posibilidad de licenciar la tecnología a terceros para escalar su implementación. El mayor desafío actual es el coste. La carcasa soluble en agua cuesta el doble que el plástico ABS convencional. Sin embargo, esto representa apenas entre el 5% y el 10% del precio final de un producto electrónico. Un problema ambiental que sigue creciendo La urgencia de soluciones como Aquafade se hace más evidente al considerar el contexto. Según un informe de las Naciones Unidas publicado en 2023, durante 2022 se generaron 62 millones de toneladas de residuos electrónicos. La mayoría de estos residuos terminaron en vertederos o fueron incinerados, liberando sustancias tóxicas como mercurio y plomo. Apenas el 1% de estos aparatos fue reciclado. El informe también alerta de una pérdida económica global de 62.000 millones de dólares anuales en recursos recuperables, frente a tasas de reciclaje que crecen cinco veces más despacio que la producción de basura electrónica.
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