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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 08/04/2025 08:40
El Nissan 240SX de Letty Ortiz tuvo un rol clave en la primera película de Rápidos y Furiosos. Video: Universal Desde su estreno en 2001, la saga de Rápidos y Furiosos cimentó una narrativa donde la velocidad, el honor callejero y los lazos familiares orbitan alrededor de una constelación de vehículos convertidos en íconos culturales. Más que meros medios de transporte, estos autos representan identidades, decisiones y rivalidades. Cada modelo, desde el imponente Dodge Charger hasta el elegante Toyota Supra, desempeña un rol específico en la historia y en la evolución de los personajes. En ese entramado, entra el Nissan 240SX conducido por Letty Ortiz. Este ofrece una participación breve pero significativa en la primera entrega de la franquicia. Aunque, por fuera de la pantalla, oculta un triste y solitario final. El origen del auto El Nissan 240SX, que protagonizó las escenas clave de Rápidos y Furiosos, no fue construido exclusivamente para el filme, sino que pertenecía a un entusiasta que accedió a alquilarlo para la producción. En su estado original, el vehículo presentaba una carrocería color plateado, alejada del look agresivo que requería el personaje de Letty. Para adecuarlo al estilo visual de la película, el auto fue transformado mediante la instalación de un kit estético Zeal, y su carrocería fue pintada de violeta, color que terminaría por identificarlo en la memoria visual de la saga. Las características Craig Lieberman, asesor técnico de la primera película, señaló que se utilizaron tres unidades del Nissan 240SX para el rodaje. Dos de ellas —identificadas como “Stunt One” y “Stunt Two”— estaban dedicadas a las escenas secundarias y no contaban con modificaciones relevantes más allá de la estética exterior. El vehículo principal, en cambio, era un modelo funcional y altamente modificado, reservado para las secuencias donde se requería mostrar velocidad real. Este último 240SX, que originalmente tenía una carrocería color plateado, fue alquilado a su dueño para la filmación. Para adecuarlo a la estética de la producción, se le aplicó un kit Zeal y se lo pintó en un tono violeta. Más allá de su apariencia, lo que distinguía a este auto era su motorización: llevaba un motor SR20DET de cuatro cilindros, modificado para alcanzar los 400 caballos de fuerza. Este tipo de propulsor, muy valorado en el ámbito del tuning, ofrecía un rendimiento notable que justificaba su elección como protagonista en las escenas más exigentes de acción. El Nissan 240SX original fue modificado con kit Zeal y pintado de violeta para adaptarse al personaje de Letty (Captura de pantalla/Universal) La vida después del éxito Tras su participación en la película, el auto vivió una etapa de exposición pública. Fue exhibido en múltiples eventos automovilísticos en Estados Unidos y apareció en diversas publicaciones especializadas. No obstante, esa fama no se tradujo en permanencia. Su propietario decidió revertir las modificaciones realizadas, restaurándolo a su versión original plateada, y posteriormente lo puso en venta en el 2009. Su trágico destino Su nuevo propietario —aparentemente sin conciencia del valor simbólico y técnico del vehículo— decidió desmontar por completo el tren motriz. El chasis, desprovisto ya de su propulsor SR20DET y sin los elementos distintivos que lo vincularon al universo Fast & Furious, fue enviado a un depósito de chatarra. A partir de ese momento, los rastros del automóvil se desvanecieron. Todo indica que el chasis terminó siendo compactado, sin que existan registros o indicios claros sobre el destino final del motor. Un legado que pudo convertirse en reliquia, reducido a escombros. Así, el vehículo que alguna vez capturó la atención de los fanáticos del cine y el tuning terminó reducido a piezas, sin conservarse como objeto de colección ni como testimonio físico de la película. En 2009, el auto fue restaurado a su estado original plateado y posteriormente vendido por su dueño. Captura de pantalla/Universal Implicaciones simbólicas sobre el auto La desaparición del Nissan encierra un valor simbólico que va más allá de la pérdida física de un automóvil modificado. En una saga donde los vehículos no solo acompañan a los personajes, sino que también los definen, la eliminación de este modelo representa la fragilidad de aquellos elementos que, a pesar de haber alcanzado notoriedad, pueden ser olvidados o descartados. A su vez, esto sugiere una comparación directa con el arco narrativo de Letty, personaje que también desapareció en la trama solo para reaparecer tiempo después.
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