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  • El argentino que se hizo pasar por un atleta para ingresar al país más hermético del mundo: “En algunos lugares ni podés reírte”

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 17/04/2025 02:37

    A pesar de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el fin de la pandemia de COVID-19 el 5 de mayo de 2023, Corea del Norte permanece cerrado al turismo desde 2020 y se convirtió en el país más hermético del mundo. Prácticamente desconocido para la mayoría los viajeros, hubo un grupo privilegiado que tras ser “elegido a dedo” por sus autoridades pudo visitarlo bajo estrictas reglas, en febrero de este año. Cuando todos especulaban que sería el principio de su apertura, el gobierno volvió a cerrar el país abruptamente en marzo y suspendió de manera indefinida el ingreso de extranjeros. El argentino Ramiro Cristofaro, que ya tenía todo organizado para aterrizar en Corea del Norte el 25 de marzo, como parte de un tour reservado con un operador turístico local autorizado, tuvo que buscar otra alternativa para concretar su viaje. “El país abrió una región fronteriza durante una semana y media. Después, sin explicación, volvió a cerrarse por completo”, contó el joven de Vicente López, a quien solo le faltan dos países para dar la vuelta al mundo. Ramiro explicó que la única forma de ingresar a Corea del Norte fue como invitado de la Asociación de Turismo Internacional Ante la cancelación del tour, Cristofaro recurrió a otra opción que manejaba el mismo operador: la Maratón de Pyongyang, un evento gestionado por el Comité de Atletismo norcoreano, completamente desligado del Ministerio de Turismo. “A diferencia del turismo convencional, este ingreso no estaba sujeto a regulaciones turísticas sino deportivas. Los interesados debían inscribirse como atletas amateur y comprometerse a correr una de las distancias oficiales”, explicó Ramiro de 32 años. Así fue como la Maratón de Pyongyang, que el domingo 6 de abril celebró su 31ª edición, tuvo a Ramiro como uno de sus corredores. “Dieron solo 200 cupos internacionales y yo fui uno de los beneficiados”, se enorgulleció. Más allá de las expectativas, el argentino era consciente de que su estado físico no era el más apropiado para un evento deportivo de esas características. “No soy atleta y mucho menos había corrido una maratón. Solo juego al fútbol y soy muy malo corriendo, pero fue la única forma posible de entrar al país”, enfatizó. “El único requisito era que tenías que correr. No podías anotarte y no participar”, agregó. Ramiro se anotó en la maratón de 5 km. Una vez que la finalizó le dieron una medalla y un diploma Los maratonistas partieron desde el estadio Kim-Il-Sung, el segundo más grande de la ciudad de Pyongyang con capacidad para unos 60.000 espectadores. Durante aproximadamente dos horas, los corredores internacionales y locales pudieron moverse sin supervisión directa del gobierno, algo extremadamente inusual en el país. La carrera tenía varias modalidades. Cristofaro eligió la versión más corta: cinco kilómetros. “No entrené nada. Como se dio todo con diez días de anticipación, pensé que si entrenaba me podía romper algo”, afirmó. La completó en 38 minutos, suficiente para recibir una medalla y un diploma oficial. Durante la competencia, los participantes recorrieron parte del centro urbano. “Los norcoreanos nos aplaudían, gritaban, y chocaban los cinco. Fue muy impactante. No solo para nosotros, sino también para ellos que no tenía contacto directo con turistas desde hacía 5 años”, relató. En este video, Ramiro contó que es lo que está "prohibido hacer" en Corea del Norte Ramiro contó que la carrera fue también el único momento en el que los visitantes pudieron deambular sin la presencia obligatoria de guías oficiales del gobierno. “El resto del tiempo te acompañan al menos cuatro personas del Estado. No podés caminar solo ni salir del hotel sin compañía. Y si lo hacés, no sabés qué te puede pasar. Es una regla clarísima que te advierten apenas pisás el país”, afirmó. A su llegada a Corea del Norte, el joven debió entregar su pasaporte, que quedó retenido hasta el día de su salida. En el aeropuerto, las autoridades revisaron equipajes, anotaron el modelo de los celulares e indicaron qué tipo de contenidos eran inadmisibles. “Te piden que no tengas material religioso, pornográfico o político. Incluso mensajes de WhatsApp con comentarios negativos sobre el país podrían ser problemáticos”, detalló. Aunque la expectativa era de un fuerte control sobre imágenes y videos, Ramiro describió un panorama más flexible. “Pude sacar fotos y grabar en casi todos lados, salvo monumentos sensibles o instalaciones militares. Incluso en la maratón, la gente se sacaba selfies o fotos con los locales”. Ramiro Cristofaro estuvo seis días en Corea del Norte: llegó aproximadamente cuatro días antes de la maratón, que se celebró el 6 de abril, y permaneció un día más después del evento antes de salir del país Durante los seis días que duró su estadía, la agenda fue estricta y estructurada. “Había actividades desde temprano. A las 6:30 ofrecían sesiones de running, pero yo no fui a ninguna. Después hacíamos visitas culturales: monumentos, museos, almuerzos en ferris sobre el río, y siempre con mucho protocolo”, contó. Uno de los primeros puntos del itinerario fue el Monumento de los Grandes Líderes, donde debieron rendir homenaje con flores y reverencias obligatorias. “En algunos lugares no podés hacer gestos ni reírte. Son espacios extremadamente sensibles”, advirtió. Tras la maratón, el grupo pudo visitar las afueras de la ciudad. “Ahí ves otro país. El campo se trabaja con pico y pala. Te muestran un centro agrícola con tecnología, pero para llegar pasás por zonas que claramente no la tienen”, dijo. El viaje, incluyendo vuelos desde Beijing, alojamiento, comidas, inscripción a la maratón y la visa, le costó 2.200 dólares, más 70 dólares por la visa. “Todo está incluido porque no podés hacer nada por tu cuenta. No existe ir a un kiosco a comprar algo. Si querés ir a un bar, tenés que pedir permiso y te asignan un guía”, dijo Ramiro. Por el viaje a Corea del Norte, organizado por una empresa de turismo local, Ramiro pagó 2000 dólares más 70 dólares de visado El proceso de ingreso comenzó en Beijing, donde se realizó un briefing previo con el operador turístico. Allí les explicaron las normas básicas del país y los riesgos asociados a conductas inadecuadas. La visa fue tramitada en la embajada norcoreana en la capital china, un día antes del vuelo hacia Pyongyang. La interacción con ciudadanos locales fue mínima y siempre supervisada. En ese contexto, recordó episodios menores que reflejan el nivel de control: “Una copa rota en un bar por parte de un extranjero generó una advertencia de que el objeto era ‘propiedad del Estado’ y se le cobró su reposición de inmediato”. En otra ocasión, “una taza de plástico extraviada en el hotel fue motivo de una investigación hasta que apareció al día siguiente”, se sorprendió. Durante su estadía, Ramiro también recibió explicaciones oficiales sobre la versión local del origen del COVID-19. Según los guías, el virus ingresó al país en 2022 a través de globos enviados por Corea del Sur, provocando 74 muertes en 90 días. Ramiró contó que en Corea del Norte aún siguen las restricciones por la pandemia del COVID-19: "Te toman la temperatura hasta en lugares al aire libre" “No lo dijeron como propaganda, sino como algo que ellos realmente creen”, afirmó el argentino al remarcar que aún siguen existiendo medidas sanitarias al respecto. “Te toman la temperatura en el aeropuerto y el hotel, y uso de alcohol en gel para ingresar a lugares públicos o parques abiertos sigue vigente”, añadió. La impresión que le dejó Corea del Norte es que “sigue siendo un país cerrado más allá de lo que quieran mostrar con estas aperturas parciales”. Dijo que vio una ciudad “ordenada y con mucho movimiento peatonal y en bicicleta, pero relativamente pocos autos”. Eso le llamó la atención. “Veredas llenas de gente y calles casi vacías de autos”, describió. Sobre el blindaje al turismo, Ramiro resumió: “La sensación era que todos sabían que éramos extranjeros. Nos miraban con una mezcla de sorpresa y curiosidad. Era como si hubieran caído los intrusos en la ciudad. Y aunque todo está controlado, la experiencia fue intensa, única e irrepetible. No sabés si van a volver a recibir extranjeros en cinco meses o en cinco años”. Mientras el argentino disfruta del nuevo sello en su pasaporte, todavía le quedan dos destinos para concluir su travesía. Lo esperan Sudán y Venezuela.

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