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  • “Me impidió comer, tener contacto físico y salir de casa”: Romina Vitale cuenta cómo es vivir con TOC en Del otro lado

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 01/04/2025 05:12

    Del Otro Lado - Romina Vitale TOC Romina Vitale entra al estudio con un spray en la mano y lo rocía sobre la silla, la limpia, coloca servilletas de papel sobre el asiento y luego se sienta sobre ellas. “Es una especie de barrera entre la silla y yo”, aclara. ¿Qué le impide entrar y simplemente sentarse en el lugar? El Trastorno Obsesivo Compulsivo, más como TOC. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es un trastorno mental que se caracteriza por pensamientos, sentimientos, ideas y comportamientos repetitivos e indeseables. Aunque el TOC es progresivo, su evolución depende del nivel de estrés que experimenta la persona. Se considera un trastorno crónico, una forma de neurodivergencia y la intervención temprana es crucial. Las imágenes mentales obsesivas, que son el primer indicio de la patología, desencadenan ansiedad, angustia y miedo. Para intentar reducir las sensaciones, quienes lo sufren recurren a conductas compulsivas. Este ciclo entre obsesiones y compulsiones consume gran parte de su energía y atención, lo que dificulta la realización de actividades cotidianas y la participación en interacciones sociales. Romina es psicóloga, cantante y dirige un centro de asistencia para personas con TOC. “Somos personas con TOC que acompañamos a personas con TOC y a sus familias”, señalan desde Espacio Épica. Esta es su historia de lucha y resiliencia, pero también el reflejo de las vivencias de muchos otros pacientes que buscan superar sus miedos y alcanzar una mejor calidad de vida. Romina Vitale: "Cada cuestión de lo cotidiano que las personas sin TOC hacen automáticamente, para nosotros lleva mucho tiempo". (Candela Teicheira). Luis: — ¿Qué es el trastorno obsesivo compulsivo? Romina: — El Trastorno Obsesivo Compulsivo es una condición neurobiológica. Se lo llama trastorno, pero estamos trabajando muy fuertemente para cambiar un poco esa idea y pensarlo más como un neurotípico. Una manera en la que entre el 2 y el 4% de la población nace y procesa la información interna y externa de una manera muy particular, en donde, entre otras cosas, ocurre que tenemos exacerbado el sentido del peligro, la hiper responsabilidad, la rigidez, el perfeccionismo, la intolerancia, la incertidumbre y leemos los pensamientos intrusivos que todo el mundo tienen de una manera mucho más rígida, más asociada al peligro y al riesgo. Eso hace que esos pensamientos intrusivos se conviertan en obsesiones y esas obsesiones generan un malestar que no te puedo explicar lo doloroso que es y ese dolor hace que hagamos compulsiones. Es dinámico. Los estímulos que recibimos nos generan distintas cosas porque los síntomas no son rígidos. Luis: — ¿El nivel del dolor es: “Me voy a morir”? Romina: — Me voy a morir, voy a hacer que se mueran otros, es el fin del mundo o no me cabe en el cuerpo la sensación. A veces no hay miedo. A veces hay una sensación que se llama incompletitud. Es una sensación de que algo está mal, hay que corregirlo y te toma por completo. Es un dolor como si tuviese un yunque atado al pie para hacer todas las actividades cotidianas. Duele, duele cognitivamente porque duele en el territorio del pensamiento y duele emocionalmente porque es agotamiento, ansiedad, miedo, asco, angustia e incomodidad. Duele también a nivel del cuerpo porque a veces hacer compulsiones es estar horas y horas repitiendo una acción que sabemos que no tiene ningún sentido y no podemos parar. Luis: — ¿Qué te impidió el TOC en tu vida? Romina: — De todo. Me impidió tener sexo, me impidió abrazar a mi mamá, dormir en mi propia cama, que la doné y dormí en una colchoneta durante semanas. Me impidió comer y a veces me impide respirar normalmente porque hay rituales que involucran la respiración. Cada cuestión de lo cotidiano que las personas sin TOC hacen automáticamente, para nosotros lleva mucho tiempo. Luis: — Dijiste: “Me impidió abrazar a mi mamá o tener sexo”. Romina: — Sí. Años, años sin contacto físico, años sin sexualidad. Todo lo que tiene que ver con el contacto físico para quienes tenemos TOC de contaminación se ve súper impedido. Yo además tengo TOC de salud, de chequeos, tengo un montón de subtipos de TOC y por la complejidad de mi cuadro me redujo la posibilidad de la sexualidad, del erotismo y el único espacio donde yo lograba desplegar algo de eso, de un cuerpo que no fuera solamente sensación de amenaza era arriba del escenario. Hay algo ahí que me habilita un respiro. Luis: — En los últimos años se volvió común escuchar el término TOC. ¿Ayuda eso o perjudica? ¿Hay un mal uso de la palabra? Romina: — Hay un mal uso. Es como un secuestro del término para algo que no es la condición, sino que son esas pequeñas manías, pequeños rituales que todos como seres humanos compartimos. Vos podés tener pensamientos intrusivos, te puede pasar que estás sentado viendo Netflix y de repente aparece el pensamiento de que le pisas la cabeza al perro y decís: “¿Cómo puede estar pensando una cosa tan horrible?”. Si no vivís con TOC, en 30 segundos ese malestar se te olvida cuando pasó una escena de la serie coreana. Para una persona con TOC, esto se interpreta con una serie de sesgos cognitivos y yo puedo quedarme diez horas pensando: mira si le hago algo al perro. Entonces voy y chequeo al perro, me quedo al lado de él, lo filmo, me quedo ahí y dejo de ir al trabajo. Que haya personas que tienen pequeños rituales o que tienen manías o pensamientos intrusivos, no les da derecho a tomar el término que define nuestro diagnóstico para reírse. Muchas personas temen perder el trabajo si dicen que tienen estos síntomas, cuando escuchan que el TOC es eso de lo cual se ríen las celebrities contando sus pequeñas manías. No se identifican con eso, entonces no lo llevan a sus consultas terapéuticas como como inquietud y se van alejando de la posibilidad de tener un diagnóstico y existe un tratamiento muy eficaz. "Llegué a salir en invierno con la ropa empapada porque la lavaba una y otra vez con desinfectantes", explicó Vitale. (Candela Teicheira) Luis: — ¿Identificas cuál fue tu primer síntoma? ¿Te acordás cuál es y qué edad tenías? Romina: — Sí, de muy chica. Tipo seis o cinco años. Hacía un movimiento compulsivo que era como sacar lo malo afuera. Era un ritual porque tenía pensamientos de cosas malas que no recuerdo cuáles eran, pero que para que no fueran un peligro, tenía que hacer el movimiento con la mano para sacarlos afuera. En la infancia es el inicio de síntomas moderados, leves. En la adolescencia, algunos rituales de los que mis amigas se reían, pero no había interferencia. Después tuve un vínculo con un golpeador que fue un factor estresante y fuertísimo. Tenía 20 años o 21 años. Estuve cinco años con esta persona. Tres de esos cinco años, me cag* a palos y ahí es donde explotan estos síntomas que nadie consideró que podían llamarse de TOC y que hoy sé que lo son. Después un momento muy emblemático fue cuando gané el Premio Gardel Revelación y cinco minutos después explotaron mis síntomas. Luis: — ¿Qué pasó ahí? Romina: — No es la razón por la cual tengo TOC sino un disparador, este desencadenante de síntomas. Ahí yo creo que hay una ambivalencia grande, por lo cual yo siento que valgo mucho la pena, por mis habilidades y mi capacidad de comunicar mi arte. Pero hay una parte mía, que probablemente también tenga que ver con mi rigidez, que considera que no merezco absolutamente nada. Yo creo que ese premio me movió mucho en el territorio de esa ambivalencia y el cuerpito ahí volvió con sus embates, a nivel sintomático. Frente a una situación estresante, tu manera de responder va a ser con tus potencias y con tus talones de Aquiles. Las personas con TOC, en las situaciones estresantes, siempre vamos a responder a la manera de nuestros síntomas porque así estamos configurados. Luis: — ¿Llegaste a hacer cosas que te pusieron en peligro? Romina: — Siempre dicen que las personas con TOC son tan escrupulosas y tan hiper responsables que nunca se ponen en riesgo, pero no es tan así. En una época en la que estaba en un grado muy severo llegué a salir en invierno con ropa empapada porque la lavaba una y otra vez con productos desinfectantes, a mano, porque el lavarropa no lo quería usar porque me daba miedo o porque mientras estaba lavando aparecía un pensamiento intrusivo que la ropa era malvada y la tenía que volver a lavar. Después llegaba otro pensamiento intrusivo de que la ropa estaba sucia y lo tenía que volver a lavar, volver a lavar y volver a lavar. Lograban sacarme de mi casa, porque en un momento no podía ni salir de mi casa, pero salía con la ropa empapada en pleno invierno, con diagnóstico de desnutrición porque además no comía. No es que no comía porque tenía un Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), no comía porque pensaba: este bocado es malo, está contaminado o justo cuando me estoy por comer un bocado viene un pensamiento de que es malvado y que contiene el mal y lo escupo. Todo eso tiene un cierto riesgo. Luis: — ¿Tenés registro de cuándo te diste cuenta que empezaba a ser problema? Romina: — Sí, fueron distintos momentos en los que fueron pasando como hitos de desarrollo de síntomas. El más fuerte de todos fue cuando me diagnosticaron hace como unos 12 o 14 años, casi de un día para el otro. Si bien después, haciendo en retrospectiva, una mirada crítica, te das cuenta que los síntomas estaban antes, hubo un momento muy puntual en el 2011, 2012, donde yo de una noche para la otra o de un día para el otro, empecé a sentir que todo a mi alrededor era una amenaza al nivel de decir: “No me puedo sentar en ningún lado, no puedo salir a la calle porque la calle es peligrosa y seguramente hay algún contaminante en el aire que me va a enfermar o a matar, no puedo tocar mis objetos porque son malvados o contaminados”. Hay subtipos dentro del TOC, distintas temáticas. Yo tenía muchos miedos supersticiosos de que si yo sentía de repente que un objeto era malo, no lo podía tocar más. No sé qué significaba, pero era malo, arbitrariamente. Luis: — Dijiste algo que me parece súper interesante: miedo irracional. ¿Vos tenés claro que es un miedo irracional? Romina: — Absolutamente. Las personas que tenemos TOC sabemos que lo que estamos pensando es exagerado o completamente lejano a la realidad. Justamente, por eso lo llaman el trastorno de los dos cerebros porque es como si una parte tuya estuviera gritando con 70 alarmas: “Salí de ahí es peligroso, está mal, es malvado, está contaminado, es el fin del mundo” y la otra parte de tu cerebro o tu otro cerebro te dice: “¿De qué estás hablando? Esto no tiene ningún sentido. Dejá de decir estupideces”. En esa lucha también hay mucho padecimiento porque no es solamente el temor que te provocan estos pensamientos o sensaciones intrusivas sino es esa tensión, esa puja interna de decir: “Yo ya sé que esto no tiene sentido, pero no lo puedo evitar”. No puedo evitar el temor. Luis: — ¿Esto se trata con una terapia cognitivo conductual? Romina: — Si. Los síntomas que no son todo lo del paraguas del TOC sino una parte, se tratan muy bien con lo que se llama la terapéutica Gold Standard, para TOC es la terapia cognitivo conductual, con énfasis en una técnica que se llama exposición con prevención de la respuesta. Es una técnica conductual que lo que hace es, con ayuda del terapeuta o la terapeuta, acompañarte a que progresivamente tomes contacto con aquello a lo que le temes y no hagas las compulsiones. Es súper dura, pero en la medida en que vos te vas comprometiendo con el proceso de la repetición de esa técnica, va generando algo que se llama aprendizaje inhibitorio, que es que aprendo que las expectativas de peligro que yo tenía no se confirman. Empezás a desarmar esos esquemas anticipatorios de peligro. Pero no alcanza con esa técnica para hacer un tratamiento realmente profundo e integrativo del TOC. Necesitamos historizar los síntomas. Necesitamos hablar de por qué tal persona tiene tal contenido, por más que sea muy repetitivo, insertarlo en la historia del sujeto y ver si hay trauma. "El TOC Me impidió tener sexo, abrazar a mi mamá y dormir en mi propia cama", confesó Romina. (Candela Teicheira) Luis: — Eso supera a lo cognitivo conductual. Se acerca más a lo freudiano, lacaniano. Romina: — Exacto. Se acerca más a las técnicas psicodinámicas, psicoanalíticas o no psicoanalíticas, pero psicodinámicas. Es reconducir los síntomas a la historia del sujeto. Los síntomas no están aislados, no estamos en un laboratorio conductual. Hay que ver si hubo un golpeador, si hubo trauma, si hubo un apego complejo o un vínculo complejo con los cuidadores primarios, qué pasó, si hay beneficio secundario y qué quiere decir ese síntoma. Entonces hay una estructura obsesivo compulsiva, una serie de rasgos de personalidad. En ese sentido traigo el psicoanálisis y sus conceptos de estructura y de defensa, los hilos lógicos que permiten reconducir justamente las manifestaciones del síntoma de la historia. Pero también traigo el paradigma de la neurodiversidad, que es el TOC. Es una neuro divergencia. En el TOC tenemos un perfil de procesamiento sensorial distinto al habitual, al normotípico. Un perfil de procesamiento emocional distinto. Una manera de vincularnos con los demás distinta. Eso también nos constituye y eso no hay que borrarlo de un plumazo. Luis: — Partiendo de la idea que es una condición neurobiológica el TOC. Si yo reconduzco tu historia, aparece el golpeador. Romina: — Sí, exacto. Es un desencadenante de síntomas. Es lo que te decía hace un rato. Es la manera en que mi estructura responde frente al conflicto con síntomas obsesivos compulsivos. Luis: — Aquello que sucedió con la persona que te golpeó. ¿Lo pudiste elaborar, pudiste superarlo? Romina: — La verdad que no sé. Yo creo que ahí hay una herida siempre medio abierta. Hay algo que no termina de elaborarse. Yo no terminé nunca de sanar por haber sido golpeada de la manera que fui golpeada. No sé si se puede terminar de sanar eso... Luis: — ¿Cómo estás ahora? Romina: — Tuve mejorías y recaídas. Es cíclico. Los síntomas también son oscilantes. Uno mejora mucho después por ahí cae un poquito. No nos olvidemos que también se tratan los síntomas. Se suelen tratar con psicofarmacología, que es muy efectiva muchas veces lo que se llama tratamiento combinado o dual. Cuando estoy más medicada estoy un poco más funcional. A veces hago descansos porque también tengo ganas de no estar medicada por momentos y lo puedo hacer. Pero cada sujeto y paciente es un mundo y tiene que trabajar con sus profesionales, con su terapeuta y su psiquiatra. En mi caso, yo trato de tomar algunos descansos. Ahora estoy sin medicación y los síntomas se ponen un poquito más picante. Yo estoy atravesada por esto desde que nací. Todo es el TOC, pero el TOC no son solamente los síntomas. Luis: — ¿Qué vas a hacer con la música? Romina: — Quiero hacer un cuarto disco, un disco psico musical donde las canciones puedan también ayudar a las personas a sentirse mejor. No solo las personas que tienen TOC o que están sintomáticas. Me cansé de intentar separar la paja y el trigo en mi vida, hoy abrazo mi identidad ecléctica: soy cantante, soy psicóloga y quiero que esos dos mundos se junten de la manera más orgánica y honesta posible. Siento que es un buen momento para eso.

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