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Concordia » El Heraldo
Fecha: 29/03/2025 10:21
Esta brecha entre lo que dice el Gobierno y lo que calla el organismo internacional no hace más que alimentar la desconfianza en los mercados y en la ciudadanía, que ve cómo la crisis económica se profundiza día a día. El gobierno ha construido una narrativa optimista alrededor del acuerdo con el FMI, destacando dos elementos clave: 1) Libertad en el uso de divisas: Caputo insistió en que los dólares del FMI serán de “libre disponibilidad”, una promesa que busca calmar al mercado pero que el organismo no ha respaldado, y 2) Meta de reservas: La aspiración de alcanzar USD 50.000 millones en reservas brutas contrasta con los USD 26.200 millones actuales, un salto que dependería de desembolsos inmediatos y recompras de deuda, algo que el FMI no ha avalado. Sin embargo, el comunicado del FMI del 27 de marzo fue deliberadamente vago: destacó que el programa estaría “muy avanzado” pero omitió detalles sobre el acuerdo. Para J.P. Morgan, esta divergencia comunicacional es crítica: “La brecha entre el mensaje del gobierno y la declaración del FMI resalta la necesidad de una comunicación coordinada”. El banco advierte que, sin respaldo explícito del organismo, los mercados seguirán desconfiando. Este desorden a la hora de transmitir información clave para la economía solo genera más incertidumbre en un contexto donde la recesión ya golpea fuerte: las empresas cierran, las que prometían llegar con el RIGI se echan atrás por la volatilidad, y la gente sufre en carne propia la caída del consumo y el empleo. Ante este escenario, los inversores han reaccionado con escepticismo a los anuncios oficiales, centrando sus dudas en dos frentes: 1) Régimen cambiario insostenible: A pesar de que el gobierno niega una devaluación significativa, los instrumentos financieros (como los bonos dollar linked) ya descuentan un ajuste adicional del 6% al crawling peg del 1% mensual. Consultoras como Outlier señalan que “no parece haberse disipado la incertidumbre sobre cambios en el régimen monetario-cambiario”, y 2) Falta de dólares genuinos: El mercado no anticipa un ingreso masivo de divisas en 2025. Por el contrario, prevé presiones por importaciones, deuda externa y demanda de dólares por parte del sector privado. El BCRA ya perdió USD 1.445 millones en ocho ruedas, y aunque los bonos atados al dólar oficial han frenado parcialmente la sangría, las reservas netas siguen en terreno negativo. Para los inversores, la clave estará en los detalles no anunciados: si el acuerdo incluye un plan creíble para estabilizar el dólar y si el gobierno está dispuesto a ajustar su retórica a la realidad. Mientras tanto, la volatilidad seguirá siendo la norma. El FMI parece estar imponiendo un enfoque más realista que el discurso oficial. Según J.P. Morgan, el éxito del programa dependerá de: 1) Reservas líquidas: El organismo exigirá garantías de que el BCRA pueda acumular activos suficientes para respaldar la moneda, lo que podría traducirse en metas estrictas de déficit fiscal y emisión, y 2) Credibilidad cambiaria: El FMI buscará evitar una corrida, lo que implicaría abandonar el cepo de forma gradual y con reglas claras, algo que el gobierno ha evitado definir. Con las elecciones legislativas de octubre a la vuelta de la esquina, el panorama se vuelve aún más complejo. Si no se concreta el acuerdo antes de los comicios, el BCRA podría quedarse sin reservas, forzando controles más duros o una devaluación desordenada. Si el FMI decide esperar a conocer los resultados electorales, la incertidumbre política podría llevar al organismo a exigir condiciones aún más duras. Mientras tanto, la oposición observa con atención, sabiendo que cada error del oficialismo será un argumento más para la campaña, especialmente en un contexto donde la recesión ya está golpeando fuerte a pymes y trabajadores. El Gobierno enfrenta un dilema imposible: ajustar ahora con alto costo político o postergar y arriesgar una crisis mayor; coordinar con el FMI aceptando condiciones impopulares o seguir improvisando y perder lo poco que queda de credibilidad. Mientras los funcionarios discuten, el mercado vota con dólares: se protege comprando coberturas y buscando refugio ante lo que se perfila como un final de año crítico. La gente común, en cambio, sufre las consecuencias de una economía que no encuentra rumbo, donde las empresas cierran, los dólares se esfuman y la confianza se evapora. En fin, el acuerdo con el FMI ya no es solo una negociación económica, sino una prueba de fuego para la gobernabilidad argentina. Octubre se acerca como un mes clave: con acuerdo o sin él, la presión sobre las reservas y el tipo de cambio no dará tregua. Y mientras la política sigue discutiendo, la economía no para de caer.
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