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» Diario Cordoba
Fecha: 27/03/2025 21:26
Este jueves, 27 de marzo, a las doce del mediodía, se hacía público oficialmente, en Roma, y en el Obispado de Córdoba, con la presencia y las palabras de monseñor Demetrio Fernández, el nombramiento de monseñor Jesús Fernández, como nuevo obispo de la diócesis de Córdoba. Gran acontecimiento, sin duda, en el ámbito religioso, ya que el relevo en una sede episcopal nos hace dirigir siempre la mirada al obispo que cesa en su cargo y al obispo que llega como nuevo pastor. El obispo Demetrio llegó a la diócesis cordobesa desde Tarazona, y el obispo Jesús viene desde Astorga. Demetrio iniciaba su ministerio episcopal el 20 de marzo del 2010, y el nuevo prelado comenzará su singladura el próximo 24 de mayo. Demetrio ha colocado varias palabras en su despedida: "Gratitud, satisfacción por el deber cumplido y petición humilde ante Dios para que subsane sus deficiencias, pidiendo perdón a todos los que haya desedificado o haya hecho daño, aun sin pretenderlo". El nuevo obispo, por su parte, ha dirigido una "carta al señor obispo, a los presbíteros, a los consagrados y a los fieles laicos de la diócesis de Córdoba", en las que pone de relieve sus "actitudes personales y pastorales", al comienzo de su pontificado en Córdoba. Primeros mensajes a Córdoba En su primera carta a los cordobeses, el nuevo obispo comienza enviando un saludo lleno de afecto fraternal a monseñor Demetrio Fernández, obispo, y a toda la comunidad diocesana. A continuación, manifiesta su “agradecimiento a Dios”, que le ha llamado a la vida, a la fe y al ministerio apostólico, y también al Santo Padre, el papa Francisco, por poner su confianza en su persona y en su ministerio. Seguidamente, pone de relieve el deseo de sumarse a la historia de una Iglesia peregrina que comenzó su andadura a finales del siglo tercero con el obispo Osio de Córdoba, y cuyo patrimonio más importante es la santidad: “Con humildad y contando siempre con la ayuda del Señor y la corresponsabilidad y comprensión de pastores consagrados y laicos, espero seguir contribuyendo a la configuración de una Iglesia sinodal y a la misión evangelizadora en ese territorio. En este momento importante de mi vida, quiero confirmar mi consagración al Señor al servicio de su Iglesia”. En otros puntos de su carta, el nuevo prelado manifiesta sentir ya “la cercanía y el afecto fraternal hacia todos, comenzando por los pobres, los preferidos del Señor: aquellos que carecen de recursos suficientes para vivir con dignidad, los que no tienen trabajo ni una vivienda digna, los que carecen de familia o viven problemas graves en ella. Mi corazón se sitúa también al lado de los enfermos, los excluidos, los inmigrantes y refugiados”. Saluda, asimismo, con afecto fraternal a los sacerdotes mayores y enfermos: “En vosotros contemplo el rostro paciente y fiel de Jesucristo”. Se dirige después a “los presbíteros que se desviven día a día en su ministerio predicando la Palabra de Dios, celebrando los sacramentos, promoviendo la actividad caritativa y social”, y al Cabildo Catedral de la Mezquita-Catedral, agradeciendo “su labor pastoral, el esfuerzo por conservar el patrimonio y también su gran obra social”. Hace, asimismo, una referencia especial a los seminaristas, a las comunidades religiosas y demás institutos de Vida Consagrada, a las Hermandades y Cofradías, con su gran labor en el campo de la Piedad Popular y también su compromiso social, y finalmente, a la cantidad de movimientos, grupos, asociaciones, comunidades y nuevas realidades eclesiales que conforman la Diócesis. "Evangelizar a los pobres" Las palabras que colocó el nuevo obispo como lema de su pontificado, “Evangelizar a los pobres”, no solo llaman la atención sino que evocan su trayectoria pastoral en los diversos campos de su vida apostólica. Él mismo quiso explicarlo cuando tomó posesión como obispo de Astorga: “Evangelizar a los pobres: con esta misión se identificaba Isaías, se identificó Jesús y se han identificado sus seguidores más fieles; también me identifico yo”. Refrendando sus palabras, Jesús Fernández ha ido recorriendo a lo largo de su sacerdocio, prácticamente, todos los ministerios en la diócesis de León: en parroquias, primero como párroco en Senra de Omaña y en Villaquilambre, y después, como formador, profesor y rector del Seminario Menor San Isidoro, forjando paso a paso su silueta como la de “un pastor eminentemente social”. Realiza su licenciatura en Filosofía por la Universidad Pontificia de Salamanca, ejerciendo también como formador del Seminario Mayor, profesor del Centro Superior de Estudios Teológicos y profesor del Instituto Superior de Ciencias Religiosas. Sería, asimismo, vicario episcopal de pastoral, del clero y Vicario General de la diócesis de León. Dirigió también el periódico diocesano Iglesia en León. La diócesis anuncia el nuevo obispo de Córdoba / A. J. González El nuevo obispo de Córdoba desarrolló a fondo su atención y dedicación a los más necesitados, formando parte, primero como miembro y actualmente como presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social y Promoción Humana. Se ha dicho, en términos coloquiales, que el papa Francisco “busca pastores” en sus nombramientos de obispos, a quienes ha llamado a no quedarse en la administración burocrática sino que “sean testigos y anunciadores de la Buena Noticia, propagadores de la alegría, cercanos a los sacerdotes y religiosos con un corazón paternal, ejercitando el arte de la escucha”. El Papa ha recordado también a los prelados las “cuatro proximidades” de los obispos: “la cercanía a Dios, a través de la oración; la cercanía entre los mismos obispos, la hermandad episcopal; la cercanía a los sacerdotes, que trae consigo la escucha atenta y paterna y, finalmente, la cercanía al pueblo de Dios. Para ser obispo hoy -siempre, pero insisto, hoy-, hay que ejercitar el arte de la escucha. Y no es fácil”, puntualizó el Papa. Peregrino de la evangelización Todo relevo mira siempre el futuro con esperanza. También en la Iglesia -“el pueblo de Dios que camina hacia la Casa del Padre”, en bellísima expresión del Concilio Vaticano II-, un “relevo” invita al optimismo y a la esperanza. En lo que llevamos de siglo, la diócesis de Córdoba ha conocido ya a cuatro obispos, con la llegada del nuevo prelado, quien nos expresaba en su carta de saludo su “cercanía y su fraternal afecto hacia todos”, poniendo de relieve, en su principal atención, a los más pobres y más necesitados. Queda don Demetrio como administrador apostólico de la diócesis, hasta la toma de posesión del obispo electo. Córdoba abre sus brazos para recibir y acoger al nuevo obispo, en esta hora de encrucijadas y zozobras. Llega a nosotros como “padre y pastor”, como “peregrino de la evangelización” y como “testigo de la fraternidad”. Ante la adversidad cultural, étnica, política y religiosa, podemos tener dos actitudes: “Encerrarnos en una rígida defensa de nuestra supuesta identidad, o abrirnos al encuentro con el otro y cultivar juntos el sueño de una sociedad fraterna”. La pertenencia a la propia identidad nunca debe convertirse en un motivo de hostilidad y desprecio a los demás, sino en una ayuda para el diálogo con las diferentes culturas. El nuevo obispo encontrará en la Córdoba, “ciudad de destino universal”, engrandecida por su historia y su patrimonio, no solo el “escenario de amplios ecos en el mundo”, sino los latidos de una ciudad creyente que contempla a Dios, Padre de ternuras y bondades, reflejado en tantas imágenes de Cristos y de Vírgenes, como convierten sus calles en “templos” durante la Semana Santa. Serán esos “latidos”, acordes con los de su nuevo pastor, los que conviertan nuestros pasos hacia la Verdad, el Amor, la Justicia y la Libertad, valores del Reino de los cielos, en “sinfonía celeste con aromas de eternidad”.
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