30/03/2025 21:26
30/03/2025 21:25
30/03/2025 21:19
30/03/2025 21:19
30/03/2025 21:18
30/03/2025 21:18
30/03/2025 21:17
30/03/2025 21:17
30/03/2025 21:17
30/03/2025 21:16
» Diario Cordoba
Fecha: 27/03/2025 20:47
No voy de hacer una disertación sobre aumentativos y diminutivos, ni amenazo con otro bodrio de novela histórica sobre si la cola de Colón era más grande o más normal (imagino que a estas alturas la cola de Colón estará bastante pasa y amojamada); ni, menos aún, ¡Dios me libre!, voy a asomarme a cuestiones médicas, sexuales, anatómicas sobre ese apéndice vermiforme, tan denostado ahora, que dicen que es lo propio masculino, para sonrisa de lo femenino. No; no voy por ahí. Con «la cola de Colón» me refiero a algo más sencillo, más, por desgracia, del día a día, que le importa una higa, un bledo, una eme a nuestros organizadores públicos en incluso a quien pasa por la calle. Y ya no os tengo más sobre ascuas. Con «la cola de Colón» me refiero a la cola que cada mañana se forma en nuestra plaza de Colón, a pleno frío, lluvia, emes de perro y hasta contaminación, para algún trámite con nuestra ínclita, heteróclita, etérea, versátil, transportadora de ganado que es nuestra Aucorsa. ¿Quién sabe de este fenómeno ciudadano si no es el pueblo, ahora sustituido por ciudadanía, esa palabra de nada? Quienes ese día no tienen que sufrir ninguna cola de otro trámite administrativo, pasan, miran, se desvían con sonrisa de ¡pobres pringados! Hoy por ti, mañana por mí. Y la cola sigue, sigue, se alarga, se renueva, viene alguien, resopla, mira el reloj; la abuela, el chaval, el inmigrante, el papel, la foto. Y otro trámite, otro trámite. Menos mal que cuando, por fin, me toca entrar a la angostura de oficina, no llueve y se está calentito, tan calentito que hasta me puedo llevar un resfriado regalo de la casa, en este derroche del dinero público, porque como el dinero público no es de nadie... *Escritor
Ver noticia original