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Gualeguay » Debate Pregon
Fecha: 23/03/2025 21:02
Las dificultades del esquema económico implementado por la administración libertaria no son nuevas en la historia argentina. En varias ocasiones, distintos gobiernos recurrieron a la intervención del Banco Central para frenar la escalada del tipo de cambio. Sin embargo, este mecanismo suele generar consecuencias adversas que terminan erosionando la estabilidad buscada. La pérdida de reservas, el freno a la producción y exportación, la fuga de capitales y el riesgo de una crisis cambiaria son algunos de los desafíos que enfrenta Milei mientras intenta consolidar su modelo. PÉRDIDA DE RESERVAS: UN CAMINO PELIGROSO. La contención del dólar es clave para evitar una aceleración inflacionaria que haga insostenible la gestión del oficialismo actual. Para lograrlo, el Banco Central ha vendido miles de millones de dólares en reservas, logrando una aparente estabilidad cambiaria. Sin embargo, esta estrategia tiene límites. Cada dólar vendido reduce las reservas internacionales, debilitando la capacidad del país para enfrentar futuras crisis. Cuando las reservas se agotan o llegan a niveles peligrosamente bajos, el margen de maniobra se achica y los mercados empiezan a descontar una posible devaluación. Esto puede generar un efecto inverso al deseado: en lugar de brindar estabilidad, la incertidumbre aumenta y los actores económicos buscan dolarizarse con mayor urgencia. En el caso argentino, la historia muestra que el agotamiento de reservas suele desembocar en crisis cambiarias abruptas. La salida del 1 a 1 en 2001, el cepo cambiario durante la gestión de Cristina Fernández de Kirchner y las corridas contra el peso durante el gobierno de Mauricio Macri son ejemplos de cómo la pérdida de reservas puede derivar en crisis económicas de gran magnitud. EL FRENTE PRODUCTIVO: EXPORTACIONES Y ATRASO CAMBIARIO. Otra consecuencia de mantener el dólar artificialmente bajo es el impacto negativo sobre el sector productivo, en especial el exportador. Cuando el tipo de cambio no refleja la realidad del mercado, los productores que generan divisas enfrentan menores incentivos para vender al exterior. Esta situación redunda en una caída en la liquidación de divisas. En este sentido, el modelo de Milei enfrenta una contradicción central: mientras busca atraer dólares a través de inversiones extranjeras y exportaciones, su política cambiaria genera dudas en los sectores productivos. Si el dólar no refleja su valor real, los exportadores pueden optar por retener su producción o vender en mercados alternativos, dificultando el ingreso genuino de divisas. El sector agropecuario, clave en la generación de dólares para Argentina, ya ha manifestado su preocupación por la brecha cambiaria y las retenciones. Si el gobierno insiste en mantener el tipo de cambio pisado mediante la venta de reservas, el desincentivo a la producción puede traducirse en menor oferta de divisas, lo que a su vez retroalimenta el problema de las reservas. FUGA DE CAPITALES Y DESCONFIANZA. Otro riesgo latente en la política económica de Milei es la fuga de capitales. Si los inversores y ahorristas perciben que el esquema cambiario no es sostenible, buscarán proteger sus activos trasladándolos fuera del país o refugiándose en el dólar. El temor a una devaluación futura, sumado a la incertidumbre sobre la viabilidad del modelo económico, puede acelerar este proceso. En países con alta inestabilidad financiera como Argentina, la confianza en el gobierno y en el Banco Central juega un rol fundamental en la decisión de los inversores. El caso más emblemático de fuga de capitales en Argentina ocurrió durante el gobierno de Mauricio Macri, cuando la eliminación de restricciones cambiarias generó una salida masiva de dólares. A pesar del endeudamiento con el FMI y otros organismos, el drenaje de reservas fue imparable y desembocó en una devaluación forzada. Milei enfrenta un desafío similar: si no logra generar confianza y garantizar estabilidad genuina, la fuga de capitales puede convertirse en una amenaza concreta. EL FMI COMO ÚLTIMA SALIDA. Cuando un país agota sus reservas internacionales, enfrenta dos opciones: devaluar su moneda o buscar financiamiento externo para sostener la estabilidad cambiaria. En la historia argentina, esta segunda opción ha estado marcada por la recurrencia al Fondo Monetario Internacional (FMI). El gobierno de Javier Milei ha manifestado en reiteradas ocasiones su intención de refinanciar la deuda con el FMI y, en caso de ser necesario, recurrir a nuevos préstamos. Si bien estos acuerdos pueden otorgar liquidez temporal y evitar una crisis inmediata, también imponen fuertes condicionamientos que afectan la autonomía económica del país. Uno de los principales riesgos de endeudarse con el FMI para sostener un dólar artificialmente bajo es que el organismo exige ajustes fiscales y reformas estructurales a cambio de sus desembolsos. Esto puede traducirse en mayores recortes al gasto público, subas de tarifas y reducción de la inversión estatal, lo que impacta directamente en la actividad económica y el bienestar de la población. Además, la deuda con el FMI suele generar una presión constante sobre la economía. Los vencimientos futuros obligan a los gobiernos a priorizar el pago de compromisos en dólares, lo que puede derivar en nuevos ajustes o en la necesidad de seguir tomando deuda para cubrir obligaciones previas. Es un círculo vicioso que, lejos de brindar estabilidad, perpetúa la dependencia financiera del país. El caso de Mauricio Macri es un claro ejemplo de cómo la combinación de fuga de capitales, pérdida de reservas y endeudamiento con el FMI puede desembocar en una crisis económica. A pesar del préstamo récord de 57.000 millones de dólares otorgado en 2018, el peso sufrió una devaluación acelerada, la inflación se disparó y el gobierno tuvo que implementar controles cambiarios para evitar un colapso financiero. Si Milei sigue el mismo camino, el desenlace podría ser similar: la venta de reservas y el financiamiento externo pueden otorgar una estabilidad transitoria, pero sin un plan de desarrollo sostenible que genere dólares genuinos, el modelo se vuelve inviable. ¿SE AVECINA UNA CRISIS CAMBIARIA?. El principal interrogante que se plantea es hasta cuándo puede sostenerse este modelo. La historia económica argentina muestra que la contención artificial del dólar suele terminar en crisis cambiarias abruptas, con fuertes devaluaciones y sus consecuentes efectos inflacionarios. Si el Banco Central sigue perdiendo reservas y los exportadores retienen divisas a la espera de un ajuste cambiario, el gobierno puede verse obligado a una devaluación no planificada. Esto generaría un impacto inmediato en la inflación y en el poder adquisitivo de la población, afectando la estabilidad social y política. A pesar de su discurso de ruptura con el pasado, el modelo económico de Milei enfrenta los mismos dilemas que administraciones anteriores. La gran incógnita es si logrará sortear estos desafíos o si, como ha ocurrido en otras épocas, el intento de controlar el dólar mediante la venta de reservas terminará desembocando en una crisis de magnitud. Julián Lazo Stegeman
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