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  • La bodega rosarina que innovó en el segmento de los vinos de alta gama

    » La Capital

    Fecha: 23/03/2025 09:31

    Bodega Araujo es el proyecto de una familia rosarina que atraviesa a distintas generaciones y tiene un objetivo en común: innovar en la producción de vinos cuidando el impacto ambiental. Así fue como logró, a lo largo de sus 15 años, distintos hitos que la posicionan como una bodega de vanguardia en Argentina. Por empezar, es una de las únicas seis del país en haber logrado la certificación de Empresa B , lo que garantiza sostenibilidad en toda su cadena de producción, desde los puntos de vista social, ambiental y económico. Además, todos sus vinos tienen sello orgánico y un buen mercado, no solo puertas adentro sino en el exterior, exportando su producción a más de 19 países . Con paso firme y sin titubear, decidieron que era momento de salir al ruedo con una etiqueta única, tanto por su nivel como por la figura que inspiró este lanzamiento, un industrial de trayectoria en la ciudad. Se trata de Carlos Graciano Araujo, dueño de las firmas metalúrgicas Orlandi, San Diego y Manferro, además de fundador y alma máter de Bodegas Araujo, quien se convirtió en una de las pocas personas que puede presumir de tener un vino hecho en su honor. El nombre elegido es Cacho, por el apodo con el que lo llama su familia, y se trata de un malbec 100% y “de carácter fuerte y alma profunda”, como afirman desde la empresa al momento de definirlo. En diálogo con Negocios de La Capital , Carlos Federico Araujo, hijo de Carlos Graciano y director de la bodega, contó sobre la decisión de dedicarle esta producción y sus características. “ Él es el número uno de la empresa y quien inició este negocio, plantando los viñedos y estableciendo la bodega . En la familia se le dice Cacho porque tiene muchos sobrinos y, como no recordaba sus nombres, los llamaba a todos Cachito. Con el tiempo, ellos comenzaron a decirle Cacho a él y así fue quedando”, sostuvo el empresario y agregó que, en esta primera etapa comercial, produjeron 12 mil botellas, una partida muy limitada y exclusiva, cosecha 2020 . Que sea un vino de alta gama implica que recibió un tratamiento especial desde sus comienzos, siendo añejado 18 meses en barricas de roble francés y destinado guarda , por lo que tiene la capacidad de mejorar con el paso del tiempo, sin perder su esencia. Como estrategia de marketing, desde la bodega lanzaron una preventa para los más aficionados. La producción restante será repartida entre los principales distribuidores en Argentina, por un valor al público que rondará los $40 mil . Luego, a medida que el mercado lo requiera, se irán lanzando nuevos lotes, correspondientes a las siguientes cosechas, año 2021, 2022 y así respectivamente. >>Leer más: La nueva generación de Bodega Araujo que logró la certificación de Empresa B “Somos una empresa certificada B, lo que significa que trabajamos bajo un modelo de triple impacto, comprometidos social, medioambiental y económicamente. Es una certificación muy difícil de alcanzar, además todas nuestras líneas son orgánicas, están certificadas como veganas y responden a un modelo sostenible”, indicó Araujo, quien destacó que estos avances también son parte de un plan comercial de la empresa. Admitió que, si bien es más costoso producir de esta forma, países de Europa y Estados Unidos están dispuestos a pagar un precio más elevado por productos con trazabilidad y elaborado en base a procesos sustentables. Vinos Araujo 4.jpeg El nuevo malbec premium que lanzó la bodega rosarina. Foto: Sebastián Suarez Meccia / La Capital La exportación representa el 40% de la producción de Bodegas Araujo y, año a año, su influencia crece. En el mercado doméstico, debido a las condiciones del país, afirman que les cuesta un poco más por el contexto económico cambiante, pero aun así el director de la empresa aseguró que lograron crecer “a un ritmo de 30% en volumen de cajas por año”. No así en facturación ya que la inflación de los últimos años golpeó los ingresos de la empresa, como en muchos otros casos. Pero su inquietud por incursionar en nuevas variedades la mueve siempre hacia adelante, animándose a vinos rosados, uvas como chardonnay y ahora, con una línea sauvignon Blanc que está en pleno desarrollo y estrenarían de cara a la primavera. Embed Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida por Bodega Araujo (@bodega.araujo) La historia de los Araujo Siguiendo el ejemplo de su padre, Carlos Federico, a quien sus más allegados llaman “Charly”, preparó su camino en el negocio vitivinícola familiar desde muy joven, recibiéndose de Licenciado en Agronegocios en la Universidad Tecnológica y luego cursando un MBA en la Universidad Austral, además de graduarse como Sommelier certificado por el Instituto Gato Dumas. Quería estar preparado para el momento en el que le tocará comandar los destinos de una bodega que inició su producción en el 2010 pero cuya historia tiene un trasfondo mayor. Si bien la familia es oriunda de Rosario, comparte raíces con Mendoza, ya que el abuelo de Cacho era un mendocino de pura cepa, nacido en la región conocida como Costa de Araujo. A principios del 2000, Cacho sintió la necesidad de retomar esta parte de la historia y adquirió las primeras fincas en la región de Villa Atuel, en San Rafael, al sur de dicha provincia. En la presentación del vino, que se hizo en Gimme Shelter House, Cacho explicó a Negocios que: “Junto con mi sobrino Francisco Araujo, empezamos a comprar viñedos que estaban dejados de lado por una gran crisis de vino que hubo en su momento. Empezamos a reparar bodegas y poner en funcionamiento el sueño de tener un negocio propio y de gusto, que lo hacemos con amor y con cariño”. >>Leer más: La tercera generación de Orlandi SA pisa fuerte en el centro con nuevo showroom Que sea un proyecto familiar resume para Cacho el espíritu de la marca y por eso decidieron comprometer los nombres de sus integrantes en las etiquetas que componen la oferta al público. Así como Cacho, la bodega tiene tras de sí a las líneas de vino: Graciano Pedro, quien fue el padre de Carlos, Mimí, que hace alusión a María Araujo, su hija y directora de la metalúrgica Orlandi, Laurita, su sobrina e hija de su hermano, Arturo Araujo. Por último, está el vino Nucha, en honor a María Helena Arizu de Mendilazu, quien fue la dueña de los viñedos y la bodega que hoy está en mano de la familia. “Cuando arrancamos teníamos las líneas Casa Araujo y Casa Araujo Cask y a partir del 2017 fuimos anexando estas etiquetas con nombres familiares. La idea es continuar y seguir lanzando innovaciones, por ejemplo, una variedad que sea pinot noir y otra cabernet franc porque son uvas que están en auge en Argentina y en el mundo”, sostuvo el director de la bodega rosarina que viene conquistando paladares y a la que le queda mucho terreno por incursionar.

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