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  • Escándalos del Congreso: Historia de corrupción y poder

    » Misioneslider

    Fecha: 22/03/2025 17:32

    Escándalos en el Congreso: una historia de exabruptos En las últimas semanas, el Congreso ha sido testigo de una serie de incidentes que han sorprendido a la opinión pública. Desde legisladores que se agreden físicamente hasta insultos y desplantes en pleno recinto, los exabruptos parecen estar volviéndose parte de la práctica parlamentaria. El diputeta Juan Ameri y su renuncia por escándalo sexual Uno de los episodios más polémicos tuvo lugar durante una sesión virtual en plena pandemia, cuando el diputado Juan Ameri, del bloque kirchnerista, protagonizó una escena sexual que terminó con su renuncia. Mientras se debatía sobre cuestiones jubilatorias, Ameri fue captado besando el pecho de su pareja en plena transmisión. «Pensé que se había caído internet. Vino mi pareja a mostrarme cómo le quedaron las prótesis mamarias. Y le di un beso en la teta, eso fue todo», explicó Ameri, quien finalmente tuvo que renunciar bajo presión de sus pares y de las autoridades del Congreso. De cachetadas y legisladores impostores Estos incidentes no son nuevos en la historia del Congreso. En 2010, la legisladora Graciela Camaño propinó una cachetada al diputado Carlos Kunkel durante una discusión en una comisión. La tensión llegó a tal punto que Camaño no dudó en reaccionar de forma violenta, aunque años después admitió su arrepentimiento por el episodio. En otro caso curioso, en 1992 se descubrió a un asesor haciéndose pasar por diputado en una sesión clave para el menemismo. Juan Abraham Kenan simuló ser legislador y ocupó una banca, hasta que fue descubierto por un periodista presente en el recinto. Violencia verbal en tiempos de virtualidad La virtualidad también ha dejado sus bloopers en el Congreso, como el caso del legislador Fernando Iglesias, del PRO, quien denunció que fue empujado por un colega kirchnerista en un pasillo. El incidente provocó la intervención de las autoridades y la apertura de una investigación disciplinaria. Estos episodios ponen en evidencia la creciente tensión y falta de respeto en el ámbito parlamentario, reflejando un clima de confrontación que dista de la seriedad y responsabilidad que se espera de los representantes del pueblo. Es necesario que los legisladores recuerden que su deber es debatir con respeto y argumentos sólidos, dejando de lado las agresiones físicas y verbales que solo contribuyen a desprestigiar la institución que representan. La ciudadanía merece un Congreso que trabaje en pos del bien común, sin caer en la confrontación estéril y el espectáculo mediático.

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