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  • Orly Benzacar: “Las ferias importantes sin galerías como la mía son muy aburridas”

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 22/03/2025 05:07

    La icónica galería porteña de arte Ruth Benzacar cumple 60 y su codirectora repasa una rica historia Todo comenzó en una casa de Caballito y con el sueño de una pionera, Ruth Benzacar, de “ayudar a crecer el mercado del arte argentino”. Sesenta años después, la galería homónima celebra su vigencia en un año repleto de festejos y eventos especiales. “Comenzamos en el 65 en la casa familiar, después fuimos a un piso en Talcahuano y Arenales, que también era nuestra casa, hasta el 83, cuando se abrió el local de Florida, donde estuvo 33 años y acá ya llevamos diez”, recordó Orly Benzacar, en diálogo con Infobae Cultura, quien tomo la posta de su madre en la dirección y que en la actualidad comparte la posición con su hija, Mora Bacal, conformando tres generaciones del matriarcado más importante de la historia de la promoción arte argentino. “Un colega siempre dice que las Benzacar son como mamushkas, abrís una y aparce otra”, comenta entre risas, en un encuentro del que no pudo participar Bacal por un estado gripal contraído en la última edición de Arco Madrid, a la que llevaron obras de artistas de distintas generaciones: Marie Orensanz, Carlos Herrera, Florencia Rodríguez Giles y Stella Ticera. Ubicada hoy en Juan Ramírez de Velasco 1287, Villa Crespo, por las distintas salas pasaron cientos de grandes artistas como Berni, Benedit, Batlle Planas, el Grupo CAYC, Pompeyo Audivert, Juan Carlos Distéfano, Noemí Gerstein, Norberto Gómez, Alberto Heredia, Enio Iommi, Emilio Renart, María Juana Heras Velasco y un sinfin de etcétera. Antonio Berni y Ruth Benzacar en 1967 El calendario de celebraciones comenzó el 12 de marzo con las exhibiciones de Ana Gallardo y Marina De Caro, en un año en el que también se presentarán Marie Orensanz, Julio Grinblatt, Eduardo Basualdo, Chiachio & Giannone y Pablo Siquier, entre otros. Además, se prepara una muestra para fin de año, a cargo de la curadora Sofía Dourron junto con la investigadora Belén Coluccio, que revisitará el archivo histórico de la galería a través de obras, documentos y material audiovisual, y la presentación de un libro que abordará el impacto del proyecto institucional. “Durante estás seis décadas pasaron 19 presidentes y 27 ministros de Economía. Y si pensamos en los lugares referenciales del arte argentino, el más antiguo, por supuesto, es el Bellas Artes y luego está el Museo de Arte Moderno, pero el Moderno, su sede actual, porque antes estaba en el Teatro San Martín, tiene 36 años y yo fui a esa inauguración, como a otras: el Malba, Proa, la Fundación Espigas, arteba, la Fundación Amalita, tienen menos de 40 ó 20 años”, grafica en un encuentro en la Sala Saraceno, un espacio exclusivamente con obras del artista al que representa. En 1967, organizó una presentación en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) con música de Astor Piazzolla, marcando un hito temprano. Más tarde, en 1988, fue pionera en participar en la feria Arco de Madrid, evento del cual sigue siendo parte y en 2002 se convirtió en la primera galería argentina en ser admitida en Art Basel Miami, consolidando su presencia en ferias internacionales como Art Basel Suiza, Frieze Londres, FIAC París, Art Dubai y otras en América Latina. Mora Bacal y Orly Benzacar, directoras de la galería de Villa Crespo A nivel local, la galería ha sostenido un papel fundamental en arteba desde su inicio en 1991 y ha sido parte de otras plataformas como BA Photo y ferias regionales en Córdoba y Rosario. Además, siete de los doce envíos de Argentina a la Bienal de Venecia desde 2001 han sido protagonizados por artistas representados por Benzacar, entre ellos Luciana Lamothe, Adrián Villar Rojas, Guillermo Kuitca y Jorge Macchi. Consultada sobre el legado de Ruth, sostuvo: “Mi vieja me legó dos cosas que yo tomé y mi hija toma: la visión y la misión de esta galería. Que es fortalecer el mercado del arte contemporáneo e internacionalizar el arte argentino. Ese es el legado que nos vamos pasando. Una de las cosas que decidí cuando murió mi mamá es que yo quería seguir siendo una galería de arte contemporáneo y eso lo toma mi hija cuando se incorpora. ¿Qué quiere decir? Que estamos abiertas a ese recambio que hace que sigamos siendo una galería fresca y vital. Porque si yo me hubiese quedado apoyada o anclada en los artistas que eran emblemáticos en el periodo de mi mamá, hoy sería más una galería de viejos o de muertos”. Y agregó: “A mí me parece que ese desafío de cómo se gesta la galería implica mantenernos contemporáneos. Bueno, es ahí donde yo invento el Currículum Cero que es un semillero de artistas. Durante años, el Currículum Cero le dio al ambiente, al ecosistema, artistas nuevos. Y eso fue apoyado en que quiero ser una galería de arte contemporáneo y es lo que más me divierte, lo que me más me desafía, descubrir artistas nuevos y acompañar ese crecimiento, esa carrera. Y creo que mi hija toma esto como parte del legado. Sin dudas”. La fachada de la galería Ruth Benzacar ambientada como un cine para una muestra de Leandro Erlich en 2019 — ¿Cómo calificarías esta permanencia de seis décadas? — Hay una cosa que a mí no me gusta decirlo porque no queda lindo, pero teniendo en cuenta todo lo que pasó, me parece muy heroico lo que nos pasa. Porque sobrevivimos a todo, las crisis, los ministros de Economía, las devaluaciones, la hiperinflación, el cambios de moneda, le sacamos 80 ceros a la moneda, todo. Y acá estamos... — ¿Y cuál creés que fue el la base de que puedan estar hoy acá? — Yo creo que la base de eso tiene que ver con la convicción de lo que estamos haciendo, la pasión que le ponemos, la entrega, lo damos todo de verdad. Y creo que también hay una parte, que para mí es muy importante, que es la honestidad. Es decir, de verdad, somos una empresa porque lo somos, que no ha tenido contingencias de ningún tipo. Es decir, nadie vino ni a embargarnos, ni a clausurarnos, llegamos aquí y no estafamos a nadie. Hemos honrado nuestras deudas. No es que no tuvimos problemas en 60 años. Obvio que hubo de todo porque fuimos siempre medio a los tumbos. Pero lo fuimos sorteando dignamente. Por eso estamos acá. — ¿Hubo en algún momento que haya sido muy crítico que recuerdes? — Mirá, no me acuerdo, pero hubo momentos críticos. Sin duda que hubo momentos críticos, pero mi mamá era muy hábil, los momentos más críticos los tuvimos juntas o ella sola y supo conseguir como sortearlos con inyecciones de capital para sortear el problema, para trabajar mejor. — ¿Para expandirse, por ejemplo? — Para mantenerse, para salvar el problema. Ella lo sabía hacer y lo supo hacer. Pero después de que ella partió, yo no tuve que hacer esas maniobras. Y la verdad es que lo pude llevar adelante sin grandes sobresaltos. Ruth Benzacar en la primera sede de la calle Valle, en Caballito — Ustedes tienen más de 30 artistas, lo que si se compara con otras galerías, es un número muy, muy grande. — No hay así en ninguna parte de Argentina ni en el mundo. Hay galerías muy grandes, pero nosotros representamos a 32 artistas, y tenemos una estructura chica para esa representatividad. Es muy difícil sostenerse. — Además, tienen artistas con mucho renombre que viven afuera y también muy jóvenes, sub 30. ¿Cómo es ese proceso de selección? Porque me imagino que se deben acercar también muchos artistas con el deseo de ser representados. — Sí, por supuesto. Todos querrían estar acá, simbólicamente ¿no?. Por suerte hay una oferta de galerías interesante en la ciudad. Eso me parece que es bueno para todos también, no cargar con eso de ser la única. No está bueno. Después, elegimos lo que nos gusta, lo que nos interesa. No podría trabajar con este criterio de mantenernos contemporáneos, de acompañar trayectorias, si yo no estoy motivada con esa obra, si no me interesa, si no me gusta, si no me sirve. Ahí es donde yo hago la diferencia entre cuando se hace solo la actividad comercial de comprar y vender arte, que me parece muy loable, pero no es lo que a mí me divierte. Es decir, a mí me divierte construir precio, carrera. Empezar desde la nada y taca, taca, taca, taca, ir subiendo. Eso me excita. — La motivación de poder llevarlos a distintos niveles, acompañarlos. — Una galería de arte contemporáneo es la formadora del precio del artista. ¿Cuánto cuesta la obra de tal? Será lo que yo digo, pero no desde lo que se me canta. Tengo que ser muy respetuosa y honesta para los que me van a comprar. Yo no puedo estafarlos. Entonces tengo puntos referenciales. Todo ese razonamiento lo hago acá adentro (NdR: señala la sala Saraceno) y hay mucha confianza con el artista que cree en nosotros y nosotros en su producción. Entonces somos socios. Y ahí empezamos a construir la historia. Entonces vamos a Madrid, viaja StellaTicera, que se vendieron todos los cuadros que llevamos. Y está bueno eso y nos permite de pronto decir “bueno, por ahí se incrementa un poquito su precio”. Son cosas objetivas que ocurren y que justifican. Es mercado puro, oferta y demanda. Primer jurado de Currículum Cero, que comenzó en 2002, y del que participaron Adrián Villar Rojas y Luciana Lamothe, quienes representaron a Argentina en la Bienal de Venecia, y Matías Duville, Carlos Huffmann y Elena Dahn, entre otros — ¿Y en el mercado argentino?, ¿cómo se construye? — Uno de los objetivos grandes de mi vieja era consolidar el mercado del arte. Cuando la galería empezó había tres galerías en Buenos Aires, cuatro, e incluso hasta que mi mamá se murió, éramos muy pocas las que funcionaban en Buenos Aires. Y ni hablar en el interior, claro. Yo hace nueve años creamos la Cámara de Galerías (NdR: Meridiano). Yo fui del grupo fundacional. Éramos ocho, que empezó siendo un consorcio exportador de obra de arte porque eran galerías jóvenes y yo, que era la veterana, que íbamos a ferias. Entonces nos estimuló la Fundación Exportar para que armemos un consorcio, que íbamos a tener más fuerza. Claro, y eso fue derivando en la Cámara. ¿Sabes cuántas galerías tiene hoy la cámara? — ¿Cuántas? — 64. Es federal. ¿Entonces podemos decir que se consolidó un mercado? Sí. Hay un mercado, hace 30 años éramos unos pocos. Y no existirían 64 galerías si no hubiera mercado. Todos la pasamos remando, pero es una foto de la realidad. — Y no todas las galerías están en la Cámara, además. — Exactamente. Hay un montón de emprendimientos chiquititos que todavía no tienen la consistencia para sumarse a la cámara y existen también. O sea, hay un montonazo, pero con formato de galería 64; es un montón para la realidad en la que vivimos. Entonces, a mí me parece que ese dato demuestra que se fue consolidando muy trabajosamente, pero se fue consolidando. Que existan estos organismos, estas organizaciones, te está dando una lectura del momento. — En ese sentido, sonás positiva con respecto a lo que va a venir. — Re. Hablo de mi caso, pero después los datos duros de la realidad nadie te los muestra. Entonces es muy delicado ponerse a hablar de los otros, si les va bien, si no les va bien, qué sé yo. Por eso yo, cuando empezamos a hablar de particularidades, prefiero hablar de mí. Y el resto que te lo cuenten. Yo tengo estos datos. Me parece que exista la feria arteba hace 34 años, que exista la Cámara con 69 socios activos, que son datos reales, concretos, dan cuenta de que un mercado, un mercadito, llámalo como quieras, hay. Y que creció. Es decir, ¿qué pretendemos todos en esta actividad? Que la pirámide extienda su base cada vez más. Porque arriba ya sabemos quiénes son, cuántos son, son poquitos, son los que van a estar siempre, porque son los megarricos, que aparte les gusta el arte, porque también los hay que no les interesa. Pero esa pirámide, si se nos abre, quiere decir que empieza a haber más gente acá abajo. Ocasionales, se empiezan a copar. Empieza a aflorar el gusto por coleccionar. Compro cuatro, compro cinco, compro diez y no me alcanzan las paredes. Sigo con el country y la oficina. Es como siempre decimos, como el chiste de que te pica un bichito y empezás a coleccionar cualquier cosa. El espíritu es un poco el mismo. A nosotros nos gusta esto. Pero si te gustan las estampillas o la muñequita de porcelana, está bien. Ingreso a la sede de Florida, a donde se mudaron con la llegada de la democracia — Claro. Pero al mismo tiempo esto que decías sobre los objetivos de tu madre y que son los de la galería, fomentar el mercado local, pero al mismo tiempo poder tener una salida al exterior. ¿Qué tan vital es en este mercado o mercadito participar de otras ferias? — Es un gasto enorme salir. — No siempre es a ganancia. — No. Yo te diría que la mayoría de las veces es a pérdida. Lo que pasa es que consolidás mucho la posibilidad de que, primero, los artistas tengan una visibilidad diferente a la de acá adentro y realmente estamos geopolíticamente muy mal ubicados. Entonces si no ayudamos todos es como que nos vamos quedando afuera del mapa. Es verdad que el Norte domina el Sur, es así. Y también en algún momento se habló incluso con colegas de qué pasa con el Sur global. Porque todo el Sur global le falta poder acceder al Norte. De otra manera, no nos miran. No nos necesitan. Entonces hay que remar mucho ahí para para tener visibilidad, para tener nombres de prestigio, no solo de los artistas, sino de las galerías. Nuestra galería tiene un nombre construido muy sólido en estos 60 años y pretendemos mantenerlo y a veces cuesta plata. No es que ya está. — Es año a año. — Año a año. La ferias son año a año, te seleccionan. Nadie tiene la vaca atada. No es que porque entraste a Basel Miami al año siguiente tenés la entrada asegurada. Te pueden no admitir. Si vos no tuviste una buena performance el año anterior para el comité, pueden decirte, no. Si tienen más demanda que oferta. Entonces hay que laburar un montón para seguir perteneciendo y estando. Ese no es solo un tema económico. — ¿Cómo se hace para construir esos proyectos para poder permanecer? — Me hacés reír porque una vez, hace muchos años, una querida periodista crítica me dijo. “¿Y qué le dirías a tus colegas? ¿Cómo hacés?” Le dije “que se rompan el traste y trabajen”. — Ese es el secreto. — El secreto es el trabajo de verdad. Ser coherente, consistente, honesto, serio. Tenés que construir una mirada. Yo miro y ya me doy cuenta, me puedo equivocar como cualquiera. Es mi riesgo. Pero yo tomo ese riesgo. No arrugo. Me parece que va por ahí. Ruth y Orly, detrás un De la Vega en la sede de Talcahuano — Siempre me llama mucho la atención cuál es el criterio de selección de los artistas para ir a una feria, ¿qué razones hacen que se elija a uno y no a otro? — Hay una expertise también. Uno va siempre a un lugar, entonces va teniendo el pulso y ese lugar también va cambiando, como fuimos cambiando todos. Nosotros tenemos que hacer una ecuación, por lo menos desde lo teórico. Que a nosotros nos cuesta X cantidad de dinero participar en una feria y teniendo el pulso del mercado. Es una hipótesis así, en el aire. Tenemos que pensar que vamos a vender algo, un poco, mucho y que nuestra aspiración es por lo menos salvar los costos. ¿Y si ganamos? Mejor. Entonces, a partir de ese pensamiento tenemos que evaluar qué llevamos y que aparte tiene que verse bien, es decir, tiene que ser una propuesta atractiva. Entonces tenemos que juntar un montón de cosas y creo que la expertise te hace juntarlos más fácil. Siempre estamos evaluando todo esto y también tratando de dar visibilidad a todos los artistas. Por ejemplo, Stella Ticera es la primera vez que la llevamos a Arco, pero Rodriguez Giles ya fue en otra oportunidad. Aparte armamos un stand que sea bueno, atractivo. Lo que nosotras pensamos, claro, como tiene que tener un gancho, un algo y ser coherente con lo que aplicaste también porque después te evalúan. Claro, eso es silencioso, pero ocurre. Lo sabemos porque hemos sido comités. Yo fui comité de arteba y de Arco varias veces. Entonces sabes cómo funciona el tema. — ¿Y qué sucede cuando una galería no cumple con lo con lo que dijo que iba a ser? Porque el público no se entera de eso. — Por eso te digo que es silencioso. Hay como mucha fantasías de que se puede ir a cualquier feria. No es así. Los comités son súper serios, democráticos y no tienen intereses de ninguna índole. A mí me pasó siendo comité hace millones de años que en Madrid, una galería de Estados Unidos se mandó la canchereada de anotarse, pero mandó la aplicación vacía de contenido. Puso los datos de la galería y no puso una propuesta. Y a esa galería no se la metió porque se pasó de canchera. Esa es una situación extrema. Nunca viví otra situación así. Es raro, pero es raro también lo que hicieron. Y después está alguien que de pronto no estuvo muy en su stand, era flojo y eso se comenta en el comité. Si esa galería venía bien y de pronto tuvo un traspié, bueno, alguien del comité le habla para que mande otra propuesta y vemos. Si el otro se esmera y manda una propuesta superadora, se revé su situación. Pero primero se hace una alerta. Esas cosas ocurren, pero muy respetuosamente. Se negocia un poquito y si no, siempre hay un waiting list. Se le da prioridad a los que vienen aplicando a la feria, por supuesto. Si queda un lugar se baja al siguiente renglón. — Recién hablabas un poco de la asimetría que hay, que sucede en todos los campos económicos, entre el Sur y el Norte. En los últimos años como que hubo grandes eventos que pusieron mucho el ojo en el sur, desde la Documenta, la última bienal de Venecia e incluso Arco tuvo como eje al Amazonas. — Te voy a frenar ahí, porque eso no se refleja en lo económico. Equipo y artistas de la galería en la actualidad — A eso iba, pero también me interesaba mucho ver desde tu perspectiva cuál es la mirada que hay sobre el artista latinoamericano o argentino. ¿Sí ha cambiado algo? ¿Sí este tipo de movimientos realmente sirven para colocarlos en otros espacios? — Sí, definitivamente, sí. Creo que la revolución de la comunicación de los últimos 20 años cambió mucho la escena, la visibilidad, la accesibilidad a la información, el poder ver. Nosotros venimos de mandar por correo unas fotos impresas y hoy apretás un botón y tenés toda la información de cualquier persona. Entonces esto realmente juega a favor en ese sentido. Claro, pero el tema es qué pasa con la economía. Y ahí, si vos te ponés a mirar las estadísticas de Art Market o lo que sea, te vas a dar cuenta que va de la mano de los países que crecen, de los países más grandes, de los países que tienen más masa crítica. Si vos mirás Latinoamérica, Brasil se va al primer puesto, le sigue México, le sigue Argentina, después Colombia. Cuando lo mirás en términos de numerología directo es así. Y cuando mirás en el mundo también es así. Por ahí viene lo heroico de haber sobrevivido en este país, porque no sé cómo hicimos. También nos pasa que, y esto es también una parte, cuando un artista se cala en el mercado internacional de la mano de alguna galería muy poderosa, deja el mercado argentino porque sus precios crecen tanto que lo sacan del mercado nacional. Y nos pasa que de pronto vamos nosotros con ese mismo artista a una feria internacional y no nos lo compran a nosotros, se lo compran a la otra galería. — Estamos rodeados de obras de Saraceno, que es un artista recontra reconocido y con un nombre afuera. ¿Hace cuánto lo representás?, ¿y pasa eso con su galería de afuera?. — Sí, hace seis años. Y tiene una galería en Berlín que es espectacular. Tiene buenísimas galerías y son esas las que lo venden afuera. — ¿Te pasa lo mismo con Kuitca? — Yo no tengo una representatividad de Kuitca, como sí de Saraceno. Kuitca tiene una representación internacional con Hauser & Wirth, que es diferente. Yo tengo muy buen vínculo con él y cada tanto tengo la posibilidad de elegir alguna obra de su taller, puedo hacer negocios con H&W compartiendo comisión. Hauser es una empresa tremenda. Tiene galerías en todo el mundo. No hay una Orly Benzacar ahí, sino un pool de empresarios que tiene capital y directores contratados. Es una empresa multinacional. Entonces tiene un nivel de poderío diferente. No jugamos en esa liga. — ¿Y cómo se hace para poder nadar en un mercado donde claramente hay unos jugadores súper pesados y ustedes están en Argentina? — Durante la pandemia creo que fue David Zwirner (NdR: marchante alemán con galerías en Nueva York, Los Angeles, Londres, Hong Kong y París), que también es un jugador fortísimo en la escena, quien planteó en una mesa redonda que las ferias internacionales grandes deberían tener un precio diferencial para las galerías como ésta, por ejemplo. Porque las ferias importantes sin las galerías como la mía, o las de Colombia, Sudáfrica o Australia, son un embole. Se ponen en mainstream y solamente mainstream. El sur le mete un color y una vibra que se necesita, nos necesitan. Y este hombre planteó que esto debería ser atendido, no ha sido atendido todavía, pero yo no pierdo las esperanzas de que lo sea. Cuando no viajé a Basel Miami por la pandemia, esa edición fue muy flojita, porque como yo había mil que tenían miedo o no querían o no podían viajar. Después recibimos un mail que fue como un halago de todo lo que nosotros significamos para esa feria, que nos esperaban el año próximo, una cosa de reconocimiento que de pronto no va de la mano del nivel de negocio que hacemos, pero sí de la organización. Nos quieren ahí adentro. No es que les sobramos. Entonces, bueno, es un win win la cosa. Nosotros buscamos ahí no perder plata, obviamente, pero tenemos una visibilidad que no la tenemos si nos abrimos una sucursal. Eso cuesta un montón de plata, mucha más que participar. Tenés que alquilar en lugares caros, tenés que tener gente. Entonces, la apuesta desde nuestro lugar de ir a una feria importante del norte tiene este objetivo. No es solo lo comercial, es una ventana al mundo. Orly junto a Jorge Macchi, Ernesto Ballesteros, Pablo Siquier, Miguel Harte, Magdalena Jitrik y Fabio Kacero — También está lo simbólico, es súper importante en todo. — Y para mí es fundamental. Y aparte, nuestros artistas nos demandan eso, salir al mundo. Todos quieren trascender fuera de la Argentina también. Bueno, nosotros te damos esta posibilidad. — ¿Se puede ser amiga de los artistas desde tu lugar? — Claro, se puede. — No hay un punto donde hay algo de “bueno, este año no me vas a mostrar, no me vas a llevar a ningún lado”. ¿Eso no genera conflictos? — El único problema sería con el sexo. Yo creo que podés ser amiga, podés ser muy amiga, podés tener una relación súper respetuosa y cordial. Me parece que si somos amantes se complicaría. Claro, pero de verdad te digo que nosotros es como que nos casaramos, pero sin sexo, porque ahí se empieza a embarrar la cama. — Entra lo sentimental, se confunden los puntos. — Yo siento que soy más amiga de algunos que de otros, pero a todos los respeto en su condición. Como de la misma manera, me parece que esa es la clave para ser coherente acá adentro. Ahora, después, si venís a mi casa a tomar un vino y a parlotear o a hablar de moda, qué sé yo. Puede ocurrir. Te invito a mi cumpleaños. — Pero también está toda esta cuestión de los manejos de los egos. Sospecho que también debe ser un tema con tantos artistas. No hay un calendario lo suficientemente amplio para que todos queden satisfechos. — Tampoco los artistas están en un climax de producción permanente. Ellos saben eso en sus investigaciones, en sus búsquedas. Hay artistas que son hiper trabajadores y que son locos del trabajo, no paran, están 24 horas laburando en su obra. Después tenés otros que si no le ponés la zanahoria delante, por ahí no trabajan tanto. De pronto tenés artistas que son conscientes de que están en una experimentación que todavía no es tan redonda y prefieren no mostrar. Pero a mí me ha pasado de decirle a algún artista “che, hace mucho que no hacemos una muestra tuya, ¿qué pasa?” Uno llegó a decirme, “cuando tengo una buena idea, te llamo”. Ellos son conscientes también. Y no todos, porque también están los que están subidos al pony y creen que son geniales siempre. Bueno, hay de todo y son 32 de todo. Pablo Suarez, Laura Buccellato, ex directora del Museo Moderno, y Alfredo Prior, en 1988 — ¿Cuáles son las perspectivas a futuro?, ¿a dónde te gustaría que vaya la galería? — Nosotras nos vamos cuestionando cómo ser mejores. Por suerte, tengo una hija que ya tomó la posta. Iremos juntas hasta el final, como yo fui junto con mi mamá. No me voy a retirar, ni voy a dejar de ocuparme. Siento que hacemos un buen equipo y queremos más. — ¿Y cuál sería ese crecimiento que te imaginás o que soñás? — Y por ahí tener una estructura más grande, poder ayudar a que este mercado sea más grande todavía, que nos permita tener más gente, poder ir a más ferias. Ella es joven, tiene la energía que yo tenía cuando empecé a trabajar con mi mamá. Yo ya no quiero estar como un viajero ambulante, en algún momento sentí que era una viajante de comercio. Un año llegué a hacer 8 ó 10 ferias, ya la gente del free shop me saludaba, una locura. Quiero eso bien direccionado o con la cantidad de gente que nos ayude a poder sortear eso. — ¿Cómo ves a arteba en estos últimos años? — Yo creo que le falta un timonazo. Creo que la pandemia lo golpeó duro. Confío mucho en arteba. Me parece que es una pieza muy buena en el ecosistema del arte. Una pieza necesaria, nos abre la posibilidad de que acceda un montón de gente. Es muy difícil que alguien toque el timbre y entre a una galería de arte, por más que sea gratis. Piensan que no pueden, no sé, que no pertenecen. Hay mucho tabú, mucho más de lo que se imaginan todos. Y, revisando la historia, que lo estamos haciendo porque estamos festejando este aniversario, veo que lo que hicimos a lo largo de estos 60 años para ampliar audiencia es increíble. Y creo que la más efectiva hasta acá es arteba. Para eso, para otros públicos, la cantidad de gente que dice “yo ahorro mis manguitos todo el año para ir y comprarme algo” es genial. Creo que es una pieza que le hace bien al mercado. — Después de la pandemia había mucho comprador de afuera que ya no volvió es lo que se suele escuchar. — Hubo un público del exterior que se invitaba, que se dejó de invitar. Pero bueno, el golpe económico fue fuerte. Y arteba no es una empresa, es una asociación sin fines de lucro, pero es sin fines de pérdida. No tiene una fundación rica atrás que esté poniendo guita. Entonces no puede hacer lo que no le da. Yo no estoy en esa organización. Pero la conozco porque la vi nacer. Yo le pongo mi voto de fe, mi confianza. Y creo que la necesitamos. Performance de Luciana Lamothe en 2022 — ¿Cuáles son los cambios más grandes que has visto en tu trayectoria trabajando en la galería, en el ecosistema del arte nacional? — Creo que todos nos estamos profesionalizando y eso va de la mano de esta revolución en la comunicación. Todos necesitamos profesionalizarnos: los artistas, las galerías, incluso los críticos y teóricos. Hoy accedés a un montón de información que te hace ser más serio, más profundo. Creo que ese es el gran cambio y la constitución de la Cámara también refleja eso. — ¿Y en los artistas notás un cambio en las nuevas generaciones? — Sí, son más conscientes de que hay cosas que hay que hacer. Esa cosa más bohemia que tenían los artistas de posguerra ya no tiene lugar en el mundo capitalista, por lo menos en Occidente. Todos necesitan comprar materiales. Todos necesitan un montón de cosas que tienen que ver con ser prolijos y administrar. Bueno, eso es profesionalizar. — ¿Y crees que eso termina incidiendo en la forma en que abordan su obra? — Yo creo que el artista que se deja influir por todo eso no era tan buen artista. La pulsión de lo creativo va por otro lado. Se dice mucho que en las crisis aflora lo artístico, yo no creo en eso. Creo que la capacidad de ver está en la condición humana. En un grupo grande de gente, hay un artista, un atleta, un arquitecto. Me parece que lo que hay que dar es la posibilidad de que se expresen esas características. Por eso, si somos muchos, está bueno porque se van a expresar más. Es decir, no es que Ruth Benzacar tiene la vaca atada y tiene los únicos buenos artistas de Buenos Aires o de Argentina. Hay muchos buenos artistas y está buenísimo que todos tengan su visibilidad. Eso le hace bien al mercado, al sistema, ¿no?

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