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» Diario Cordoba
Fecha: 22/03/2025 04:55
Maestro de Escuela, Maestro Nacional, Profesor de Enseñanza General Básica, Profesor de Enseñanza Secundaria en el muy merecidamente prestigioso Colegio Cervantes de Córdoba dirigido por los Hermanos Maristas; y siempre auténtico maestro en los conocimientos indispensables para la formación inicial de auténticas mujeres y hombres conforme a los principios esenciales del credo católico y humanista, pilar fundamental de Occidente. Tal es la personalidad de D. Antonio López Valbuena, que ha sido sin duda un hombre clave de una de las ciudades por antonomasia de la albriciada Transición, fenómeno con escasos paralelos en una historia como la española tensionada si no arriscada en gran parte de su andadura contemporánea. Córdoba, la antigua capital del califato Omeya en la Península, vivió con incomparable creatividad y afán de superación la difícil etapa abierta con el final de la dictadura franquista. Con pocas salvedades, todos sus estamentos rivalizaron por incorporarse en primera línea a un proceso histórico de enormes proporciones con muy limitados precedentes en el ámbito nacional, a excepción de los de las dimensiones del paso de la Edad Media al Renacimiento o el tránsito del Antiguo al Nuevo Régimen. En su trascurso, los cuadros docentes afrontaron el desafío con singular ánimo y aportaron a la Córdoba de la Transición un concurso que todavía hodierno resulta arduo dimensionar. Bajo la estrella de una figura rutilante -el Maestro Nacional y Licenciado en Historia Moderna y Contemporánea antiguo alumno barcelonés del anciano cronista D. Julio Anguita Parrado-, la mayoría de los docentes cordobeses del momento colocaron la bandera de la potenciación docente a la cabeza de uno de los grandes empeños de aquel memorable momento de la historia de la vieja y venerable nación española. La configuración de esta en la Historia, la génesis de Hispania y la de todos los grandes periodos que la sucedieron desde la era isidoriana de los visigodos hasta las causas del grande, inmenso drama de la guerra civil de 1936, con muy especial impacto en la antigua ciudad califal. Todas ellas fueron páginas del muy rico pasado cordobés que D. Antonio se afanó con todo éxito por inculcar o, acaso mejor, familiarizar a sus alumnos. En la siempre difícil docencia de Clío así como con el resto de las asignaturas impartidas por el entonces joven y muy vocacionado profesor, este lograba el milagro de conjugar el rigor con la amenidad, quedando para siempre grabada en el juicio de sus alumnos su recia personalidad docente, entreverada de las más atractivas prendas de la agilidad y el entusiasmo de lo enseñado con auténtico talante magisterial. Fue así D. Antonio López Valbuena uno de esos maestros de primeras letras con los que la trayectoria ulterior de sus antiguos discípulos guarda el mejor y más estimulante recuerdo. Córdoba, ciudad embrujadora de sus ensueños y trabajos, debiera tributarle en los años de pesarosa jubilación el exvoto de su gratitud. En tiempos inclementes de enfrentamientos y olvidos ello constituiría el mejor homenaje a él y a una generación de Maestros Nacionales que colocaron el avance y concordia de España en vanguardia absorbente de sus trabajos y días.
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