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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 16/03/2025 06:32
La peatonal El Ombú, del barrio Maracaná de Montevideo (Google Maps) El cabecilla de un grupo criminal de Montevideo tomó su celular, buscó el chat con alguien a quien tenía agendado como Mano y le envió un mensaje por WhatsApp: —Hermano, yo no tengo miedo, si vos querés, lo resuelvo al problema. Están a la mano y tienen una pistola nomás. —Nos armamos bien y rescatamos a algún otro —le contestó Mano. —Yo estoy con un [arma calibre] 40. Me paro en el medio de la calle y le mando —devolvió el dueño del celular. La conversación virtual entre el líder del grupo criminal y su amigo se dio entre las 19.22 y las 22.44 del 30 de mayo de 2024. Faltaba media hora para que concretaran lo que estaban planeando. El grupo integrado por al menos cinco personas ingresó a la Peatonal El Ombú, una calle cerrada del barrio periférico Maracaná, ubicado a 20 minutos del Centro de Montevideo. Cada uno de ellos llevaba dos armas en mano y, en la zona, dispararon durante varios minutos. Los tiros se sentían como salidos de metralletas. Y el resultado sería trágico: cuatro personas, entre ellas un niño de 11 años, murieron en el lugar. El barrio Maracaná ha sido el escenario de situaciones violentas en Uruguay (Archivo/Intendencia de Montevideo) “Ya está, los matamos a todos”, dijo uno de los delincuentes, según escuchó un vecino que luego sería testigo de la investigación, cuyos avances fueron informados por el diario uruguayo El País. Ya entrada la madrugada del 31 de mayo, después del crimen, el líder de la banda sacó una foto de seis personas con 11 armas de fuego de grueso calibre. Salvo él, el resto llevaba guantes y pasamontañas. Hasta el momento son dos los imputados por esta masacre: uno por coautoría de los asesinatos y otro por asociación para delinquir. El sobreviviente Un rato antes de ingresar a la vivienda que funcionaba como boca de drogas, uno de los vecinos se había juntado a fumar marihuana con un integrante de la banda rival. Solo media hora después, el agresor estaría disparando a la casa con él en su interior. Este hombre sobrevivió a los disparos y luego contaría su testimonio. En la conversación, marihuana mediante, una de las preguntas que le hicieron fue si tenían armas. Un amigo que estaba con él contestó que no, de acuerdo al relato que brindó ante la Justicia y que fue informado esta semana por El País. El sobreviviente declaró después de estar varios días en terapia intensiva. En el momento del ataque tenía 17 años y todavía está luchando por recuperarse. El joven se traslada en silla de ruedas y tiene pendiente una operación de rodilla. A nivel humano –relata la crónica– se siente destruido: en el ataque murieron su padre, un hombre de 40 años, y su cuñado, un joven de 16. Un grupo de al menos cinco personas llegó a una casa en el barrio Maracaná de Montevideo y asesinó a cuatro hombres (Captura Subrayado/Canal 10) Este hombre declaró ante la jueza María Noel Odriozola y contó que media hora antes del ataque recibió esa visita. Él estaba junto a su amigo, el Jona, que murió también esa trágica noche. Juntarse con quien al rato intentaría asesinarlo era algo “normal”, según relató: era alguien a quien conocía desde chico y alguna vez había estado en su casa. Después de la charla y el consumo de drogas, se fueron para adentro de la casa. Se sentaron en el sillón del living, contra una ventana, y se pusieron a jugar al Free Fire. Su padre, mientras tanto, preparaba un tuco. En un momento el sobreviviente comenzó a sentir pasos cerca de esa ventana y, al asomarse, vio cómo se acercaba un joven. Estaba acompañado por otro hombre y por una persona que le resultaba conocida: el amigo con el que hacía poco rato había estado fumando marihuana. Los tres iban armados: dos llevaban armas tipo Glock y el otro una ametralladora. El sobreviviente contó ante la jueza que veía todo porque en el patio tenía un foco grande que iluminaba el lugar. Una casa del barrio Maracaná de Montevideo en la que mataron a cuatro personas, entre ellas a un niño de 11 años (Captura Subrayado/Canal 10) Su relato fue también preciso con el ritmo de los disparos. “Tiraban estando bien pegaditos a la ventana. Tiraban primero tun tun, y después un rafagazo y después de a uno, así con la Glock”, relató. Una masacre a sangre fría La fiscal que investiga el caso, Adriana Edelman, considera que hay más personas que participaron del hecho y que están prófugas de la Justicia. En total, estima que utilizaron entre 10 y 11 armas, según la teoría del caso consignada por el diario uruguayo. Al comienzo de la investigación, Edelman sostuvo que el escenario del crimen es “un barrio donde reina el Far West”. Su hipótesis sobre el motivo del crimen es que hubo un enfrentamiento entre “dos grupos de la zona”. Cree que las víctimas tenían una boca de drogas en su vivienda y que hacía tiempo que venían en conflicto con un hombre apodado El Gordo, a quien habían intentado balear. La organización investigada tiene, según los investigadores, “manejo de dinero”. Así surge, por ejemplo, de la revisión del celular: en una de las imágenes aparece una gran cantidad de dólares en fajos de USD 100. La fiscal adscripta Paula Goyeni es otra de las que investiga el caso. Al comienzo había señalado que lo que ocurrió es un “hecho de extrema gravedad” y sostuvo que lo que se produjo fue una “masacre a total sangre fría”. El sobreviviente vio a todos sus parientes heridos de muerte. Del otro lado de la ventana estaban los tirados y llegó a escuchar una frase que dijeron: “¡Coronamos!”. Lo único que él llegó a hacer fue apretar la mano a su padre.
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