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» El litoral Corrientes
Fecha: 16/03/2025 04:21
Habrá que recordar, por obvio que sea, que se trata de una dinámica, siempre oscilante, con equilibrios absolutamente transitorios que alientan vaivenes secuenciales completamente esperables. Las vibraciones en cualquier dirección son ingredientes del paisaje y nadie debería sorprenderse por esa volatilidad esporádica que muchos productos y servicios exhiben. Ese fenómeno no solo se presenta en fases de crisis, sino que también ocurre ocasionalmente en condiciones de gran consistencia, ya que un cambio de alguna base subyacente puede estribar en un mercado singular provocando alteraciones que no deberían alarmar. Habría que entender fundamentalmente que los precios relativos se definen como la relación que existe entre el precio de un bien en particular respecto de otro y que ese enlace no es definitivo como algunos pretenden exponer. Son muchos los motivos por los cuales estos valores van mutando, especialmente cuando la economía ha recibido estímulos contundentes que transforman su “status quo”. Las reformas estructurales, los programas de estabilización y la implementación de medidas fiscales, impositivas o monetarias indudablemente engendran un cimbronazo en el punto de origen que inexorablemente deja una huella en el sistema y activa mecanismos adormecidos. Otro dato relevante es que habitualmente, y con mayor frecuencia en este mundo contemporáneo, no es imprescindible la aplicación de políticas públicas para que ese vínculo entre precios se altere, ya que otras cuestiones interfieren invariablemente y tuercen el rumbo de los acontecimientos. Un aspecto central tiene que ver con los avances tecnológicos y sobre todo con aquellos que mejoran sustancialmente la productividad. La llegada de la inteligencia artificial o la proliferación de la robótica tienen una gravitación superior y por lo tanto obligan a replantear casi todos los paradigmas vigentes. Ese esquema, genera asiduamente sobresaltos, mayoritariamente bruscos y con elevado nivel de significación, con múltiples variaciones que son parte vital de una cotidianeidad asumida en forma de reglas de juego que se van normalizando. No debe caerse en la trampa de confundir esta versatilidad con la inflación. Una cosa es el aumento sistemático, universal y hasta generalizado de precios en una economía doméstica, y otra muy diferente es analizar esa conexión entre el que tiene un bien respecto de otro en un instante determinado que puede verse circunstancialmente influido por un asunto eventual. Para los más profanos todo parece lo mismo, lo que resulta admisible desde una ignorancia técnica razonable. Lo inaceptable es que los que se suponen avezados en la materia cometan ese desacierto con tanta ingenuidad, salvo que no se trate de una equivocación involuntaria, sino de una mirada sesgada e intencionada para presentar algo inercial como algo de enorme gravedad buscando finalmente una lectura más política que perfore a la opinión pública. En cualquier caso, es importante entender que estos movimientos son naturales y van a suceder a cada momento, con diferentes segmentos, en rubros diversos y por temporadas cada vez que alguna situación modifique lo elemental y derive entonces en impactos de corto plazo que a su vez rectificarán los escenarios conocidos. En Argentina se está viviendo una coyuntura con bemoles propios. El ajuste general, los recortes al gasto estatal, las regulaciones que se han ido retirando, los impuestos que han desaparecido y los que están siendo reducidos tienen una lógica que trastoca cualquier realidad previa. Imaginar que semejantes determinaciones no tendrán una repercusión potente es demasiado infantil. Claro que con ese nivel de correcciones todo transmuta de alguna manera y que eso irremediablemente se refleja en la vida de los ciudadanos. Eso no quiere decir que esta sea la última fotografía. Cuando alguien dice que tal mercancía quedó cara o barata está mirando una película incompleta y debe ser consciente de que esa es una verdad a medias, fugaz, pasajera, que es sólo un peldaño que compone un largo recorrido cuyo desenlace es incierto. El reacomodamiento será lento y con escalas. Nada de lo que se visualiza hoy es concluyente, ya que aún faltan instrumentar muchas políticas anunciadas que están en camino, gestándose, o bien en etapa de análisis profundo previo a su aterrizaje concreto. Esto requerirá de una enorme paciencia. No es apto para expertos repletos de ansiedad y mucho menos para los perversos que construyen panoramas con pronósticos catastróficos. Hay que recordar que son los mismos que vienen fallando desde hace muchos meses y que ya han demostrado su impericia para proyectar lo que se viene. Sus vaticinios han sido un fracaso. No acertaron una sola de sus predicciones, pero ahora reclaman atención como si esta vez la bola de cristal estuviera afinada, hecho que no pueden certificar ya que sus antecedentes no ayudan. A no cometer el pecado de comprar visiones falaces. Lo que está ocurriendo es lo predecible, un lento proceso de adecuación, con precios relativos que buscan un nuevo eje y una economía intentando ponerse a tono y alistarse para participar de las grandes ligas.
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