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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 15/03/2025 02:31
El hombre actualmente está en el Complejo Penitenciario Federal de Ezeiza (Nicolás Stulberg) “¿Por qué tengo esta sensación de que vos me entregaste?“, le preguntó A.V.T. a su marido poco después del secuestro extorsivo que sufrió en 2018 mientras circulaba con él por la autopista Camino del Buen Ayre y amamantaba en el asiento de atrás de la camioneta a su hija en común de un año y dos meses. “Es el día de hoy que nunca me dijo nada después de que lo detuvieran, tampoco me confesó nada”, relató la mujer en el reciente juicio oral que sentó, seis años después, a su ahora exesposo en un proceso del que salió condenado a prisión junto a un imputado perteneciente a la Policía bonaerense. El hecho en cuestión ocurrió el 23 de noviembre de 2018 cerca de la medianoche. Rubén Esteban Salinas (41), prestamista, volvía en su Ford Ranger junto a su mujer de visitar a sus padres en Virreyes. Para llegar ahí, habían tomado la ruta 202 como hacían de manera habitual. A la vuelta, el hombre refirió que el auto tenía un problema con los frenos y propuso usar la autopista para evitar los semáforos. Ya en el Buen Ayre, Salinas eligió el carril derecho para ir lento con sentido Panamericana-Acceso Oeste. De repente, se apareció una camioneta Chery Tiggo de color blanca, que se acercó a los golpes a la Ranger con dos ocupantes que, mostrando una escopeta negra, forzaron al matrimonio a detenerse. Lo que sucedió a continuación quedó corroborado por el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°1 de San Martín en octubre de 2021, donde se acreditó que los ocupantes de la camioneta blanca bajaron a la pareja del auto, captaron a A.V.T. y la dejaron cautiva en un domicilio de la localidad de Moreno atada en una silla y mirando a la pared, mientras ellos exigían a los padres de la víctima una suma de 300 mil dólares para su liberación. Ese rescate no se concretó, y la mujer fue liberada cerca de un taller mecánico ocho horas después. Durante su cautiverio, los secuestradores le habían estado describiendo todos los movimientos que ocurrían en la casa de sus padres mientras negociaban por teléfono esa madrugada. Salinas estaba con ellos. La víctima relató su tránsito en cautiverio: atada y mirando a la pared (crédito API) Los secuestradores Lucas Gastón Pérez y Pablo Sebastián Barbona -miembro de la Policía bonaerense- resultaron condenados por el tribunal de San Martín a 13 y 12 años de prisión, respectivamente. Ese fallo luego fue revisado y confirmado por la Sala II de la Casación Federal. Sin embargo, el Ministerio Público Fiscal consideró que la investigación daba cuenta de otros participantes en la planificación del secuestro, por lo que se inició un nuevo expediente que volvió a analizar el registro de llamadas, contactos y ubicaciones de los dos condenados. De acuerdo a los informes policiales incorporados en las actuaciones, Pérez tenía una decena de llamados con Salinas pocos días antes de llevarse a cabo el delito. Ese indicio fue direccionando la pesquisa. El 1 de junio de 2022, Salinas fue convocado a prestar declaración indagatoria. Allí dijo no conocer a ninguno de los secuestradores de su esposa, y explicó que los contactos con Pérez, a quien no recordaba, se debían acaso a su trabajo de prestamista. La fiscalía pidió revisar su celular para determinar, sobre todo, qué movimientos había tenido los días previos y posteriores al hecho, en base al impacto de la señal en las antenas telefónicas. Ese estudio determinó que el hombre había estado, poco antes de concretarse la acción, y de modo inusual, en las inmediaciones de la vivienda que serviría de cautiverio de su esposa. Sumado a ese dato, las víctimas “pasivas” del delito -los padres y la hermana de A.V.T.- hicieron saber a la Justicia ciertas sospechas que albergaban respecto a la actitud de Salinas durante la noche en cuestión. El 31 de mayo de 2022 Salinas quedó detenido en prisión preventiva dentro del Complejo I de Ezeiza del Servicio Penitenciario Federal. La causa avanzó y fue elevada a juicio. El prestamista llegó a esa instancia acusado de ser coautor del delito de secuestro extorsivo, agravado por la intervención de tres o más personas y por la relación preexistente con la víctima, de quien a esa altura ya se había separado. El proceso, además, tuvo en el banquillo de los acusados a otro policía bonaerense, Jonatan Barsantti, detenido en el Complejo Penitenciario II de Marcos Paz. El juicio oral se desarrolló en diciembre de 2024 y estuvo a cargo del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°4 (TOCF) de San Martín, cuyos jueces dictaron sentencia condenatoria en contra de los dos imputados en febrero pasado y pronunciaron sus argumentos esta semana, en un fallo de 152 páginas al que tuvo acceso Infobae. Tribunales de San Martín El primero en emitir su voto fue el juez de cámara Matías Mancini, quien al momento de declarar la responsabilidad penal del exesposo de A.V.T. repasó la prueba documental y las distintas declaraciones oídas durante las audiencias. “Sumado a esos informes de comunicaciones existentes entre Pérez y Salinas -dijo el magistrado-, también valoro el comportamiento que tuvo el imputado, tanto en los momentos previos al secuestro de su esposa, como así también durante el cautiverio y el tiempo que le siguió luego de ocurrido, todo lo cual fue relatado en el debate por la víctima del hecho y sus familiares directos que estuvieron presentes al momento de los llamados extorsivos”. En ese marco, luego de remarcar que el tema de los frenos del auto no tenía sustento fáctico, el juez hizo énfasis en el relato de la víctima con relación a la conducta de Salinas al momento ser interceptado en la autopista. “A.V.T. relató que: ‘Yo venía del lado de atrás amamantando a mi hija, y yo veo así de costado una camioneta que venía a toda velocidad, muy extraño, y veo el arma que saca una persona del lado del acompañante de esa camioneta, y nos empieza a golpear el parante de la camioneta nuestra, y yo empiezo a gritar, tratando de manifestar esta situación, y como vi el arma, me tiro abajo en el piso con la nena, protegiéndola a ella, y él no atinó a avanzar más fuerte, no atinó a mirar a nada’“, reseñó el juez. “Él agarró, como vio esa situación, frenó al costado, y se bajó como si nada, porque lo hicieron bajar, y se fue para atrás, yo no lo vi más”, agregó la mujer en el juicio oral, donde también dijo que el porte y potencia de su camioneta hubiese podido “pasar por arriba” a la de los secuestradores. Para el magistrado, “la conducta del imputado se alejó (...) de la de quien pretende proteger a su familia, en la medida en que, sea que los frenos funcionaran o no, la detención del vehículo (que, además, no parece haber tenido muchas complicaciones a la hora de desacelerar la marcha) en horas de la madrugada, en una autopista poco concurrida en ese momento, frente a sujetos que exhibieron un arma mientras detrás estaba su esposa amamantando a su hija, no dio cuenta de la adopción de medida alguna orientada siquiera a resistir el ataque”. Por el secuestro extorsivo, resultaron condenados dos policías de la provincia de Buenos Aires (PBA) A su vez, ponderó “Todo ello me lleva a pensar que, con la excusa del desperfecto mecánico, Salinas se aseguró el regreso a altas horas de la noche por una zona que había sido elegida previamente por los partícipes, a baja velocidad y por el carril derecho, propiciando de tal forma un escenario ideal para sus cómplices, a quienes entregó a su cónyuge. La actitud relatada por la víctima acerca de cómo fue la reacción de Salinas al momento de ser interceptados, permite inferir además que Salinas conocía lo que iba a ocurrir, más teniendo en cuenta que en el interior del vehículo se encontraba su hija de tan solo un año y dos meses de edad“. A.V.T. tuvo la oportunidad de ilustrar durante las audiencias cómo había sido el momento de su liberación después de las ocho horas de cautivero. También pudo contar cómo había sido el recibimiento de sus familiares cuando llegó a su casa. “Fue hermoso con mi papá, mi mamá, mi hermana y, cuando me saluda Salinas, era como un abrazo de una persona que encontré en la calle. No era que estaba contento, yo nunca sentí que él estaba contento de haberme visto. Ese día fuimos a declarar, él estaba muy alterado, no quería ir a declarar. Fuimos los cuatro a declarar y yo la pasé muy mal, todas las noches no podía dormir, estaba llorando todas las noches y él nunca me contuvo. Nunca sentí que se interesara en la causa, nunca me preguntó qué pasó”, declaró la víctima. En torno a ese punto, el juez Mancini consideró como “llamativa” la reacción de Salinas, ya que “pareció denotar una importante distancia emocional de todo lo relativo a los hechos, que implicaron nada menos que el secuestro de su esposa, delante suyo y de su hija de un año y medio”. Por otro lado, el móvil del secuestro habría sido, según se barajó en el debate, un intento por obligar al padre de la víctima, un contador público reconocido en la zona de Bella Vista, a entregar un dinero proveniente de una supuesta venta de un inmueble que utilizaba como oficina. Salinas, en función de los dichos de su exmujer, siempre creyó que ese inmueble se había vendido, pero en rigor, esa venta nunca llegó a concretarse. El juez del tribunal tuvo por comprobado que Salinas se dirigió a la casa de sus suegros inmediatamente después del suceso. En ese lugar, según declaró el papá de la víctima, el imputado se negó desde un principio a hacer la denuncia y se desvinculó de las negociaciones con los secuestradores, al punto de irse a dormir. También descartó la hipótesis de los frenos rotos en tanto pudo hablar con el mecánico, a quien conocía y quien le había contado que poco antes del secuestro le había arreglado a su yerno nada más que “una pavada” de su auto. Además, el testigo habló de ciertos movimientos “raros” del acusado, registrados en las cámaras de su casa, en las que sale de la vivienda dos veces durante esa madrugada para charlar con una persona arriba de una moto que iba y venía. Esa persona resultó ser Jonatan Daniel Barsantti, de quien se comprobó que cumplía tareas de inteligencia al merodear la casa de los padres de la víctima y conversar con Salinas sobre lo que pasaba puertas adentro. Desde 2022, Salinas está en el penal de Ezeiza (Nicolás Stulberg) Esa información después se la llevaba personalmente a los secuestradores en Moreno, por lo que fue condenado por el TOCF 4 de San Martín como “partícipe secundario” del ilícito, agravado por ser miembro de una fuerza de seguridad. Al volver a referirse a la conducta adoptada por Salinas, el juez dijo: “Habiendo estado en el momento de un hecho especialmente violento contra su esposa -y en el cual se encontraba presente su hija de tan solo un año y dos meses de edad-, denota una despreocupación y desinterés en saber qué ocurrió y en la salud psicofísica de su esposa frente a semejante hecho, lo cual mantuvo a lo largo de la investigación en los años siguientes, tal como fuera manifestado por la propia víctima, dado que nunca quiso involucrarse en el proceso en el que se investigaron los acontecimientos”. Después detalló: “También, la víctima en su declaración dijo que desconfiaba de su marido, y que en muchas ocasiones le había preguntado si él la había entregado. Que cuando fue detenido y pudo preguntarle personalmente, en primer lugar ‘agachó la cabeza’ y luego le dijo que había ido a la localidad bonaerense de Moreno el día del hecho a ‘prestar plata o comprar unos dólares’”. Frente a los tres jueces del TOCF 4, compuesto por Mancini y sus colegas Esteban Rodríguez Eggers y Nara Flores Vega, la víctima declaró que cayó en un pozo depresivo muy profundo cuando su esposo fue detenido y le contaron porqué. Por su parte, Salinas negó los cargos en su contra y calificó a los testimonios de su exmujer y de su exsuegro como falsos. Según se consignó en el fallo, el imputado en su declaración remarcó que, con esta situación judicial, su exesposa había logrado “sacárselo de encima”, como una “oportunidad” de A.V.T., a quien acusó de tener “novios y amantes”, para “separarse definitivamente de él”. Salinas esgrimió también que si tuviera que llevar adelante un secuestro como el que le endilgaban, “lo haría con sus clientes que tenían cinco millones de dólares en el banco, que manejaban vehículos de altísima gama” y que jamás haría “semejante barbaridad” con su familia, cuyos integrantes, en comparación con sus clientes, eran “pobres”.
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